En su “Manifiesto” de 1848 Marx y Engels describieron el comunismo como un “fantasma que recorre Europa” y, a modo de sobreentendido, lo presentaron como el espantajo de los regímenes burgueses o reaccionarios…

Hoy hay otro fantasma, utilizado por la ultraderecha europea en su favor: los refugiados, las personas que, por millones, huyen de la violencia política y la miseria material de Oriente Medio…

La reacción en el viejo continente ha oscilado entre la mayoritaria comprensión social de su tragedia, sin ser abrumadora y el miedo apenas disimulado que informa la política de la UE, no obstante ser moralmente heredera de los principios liberales derivados de la Revolución francesa y su célebre tríptico: libertad, igualdad, fraternidad.

Un cuadro desolador

El fantasma se hace día a día corpóreo y se puede decir hoy que con algunas excepciones de cierto peso (Italia, España, Portugal, Irlanda…) las sociedades del continente y sus expresiones político-sociales, los partidos, están de algún modo afectados por el auge del reaccionarismo político y el cierre de filas frente a los extranjeros con explícitas manifestaciones de xenofobia.

Una lista somera de los partidos xenófobos y ultras con representación parlamentaria incluye, por orden alfabético a la RFA (“Alternativa para Alemania”), Austria (“Partido de la Libertad de Austria”), Bélgica, (“Vlaans Belang”), Dinamarca (“Dans Folkeparti”), Grecia (“Amanecer Dorado”), Holanda (“Partido por la Libertad”), Hungría (“Fidesz”), Polonia (“Partido Ley y Justicia”), Serbia (“Partido Radical Serbio”) Suiza (“Unión Democrática de Centro”)…

En puridad, hay que matizar: los polacos de “PiS” están en el poder con Jaroslav Kaczynski como primer ministro y dirige el gobierno en Hungría Víktor Orban y ambos se dicen sencillamente conservadores y patriotas y los partidos que mandan son socios de pleno derecho del “Partido Popular Europeo”, que los trata con naturalidad oficial, aunque con cierta preocupación oficiosa…

El didáctico caso francés

Dejando de lado la curiosa resurrección “legal” del fascismo italiano en 1946 bajo el nombre de “Movimiento Social Italiano-Derecha Nacional” que, tras muchas vicisitudes, cambios y fracasos  hoy es un mero recuerdo casi exótico, el mérito de recuperar a la extrema derecha nacionalista en una democracia europea es de Jean-Marie Le Pen, que fundó el “Frente Nacional” en Francia en 1972. El partido no solo dura hasta hoy bajo la dirección de su hija Marine, sino que ya es, desde 2014, el primer partido francés en el parlamento europeo: 4.700.000 votos y 24 eurodiputados.

Si el FN solo tiene dos escaños en el parlamento francés ello es debido a una mezcla salvífica de ley electoral y “cordón sanitario” que socialistas y liberal-conservadores han acordado en circunscripciones críticas. Felizmente, su auge no se ha generalizado en Europa, pero hay evidencias crecientes de que la llegada a nuestra puerta oriental de millones de pobres refugiados, en gran número musulmanes, adobada con la crisis económica y el paro sin precedentes son un agua deliciosa para el pez ultranacionalista y xenófobo.

Y en la vecina y pluricultural Bélgica se ha instalado para durar el partido flamenco “Vlans Belang” (literalmente “Interés Flmenco”) de Tom Van Grieten, crudamente xenófobo y defensor de las expulsiones de los extranjeros indeseables…

Derivas en viejas democracias

Hay casos paradigmáticos que habrían parecido inimaginables hace pocos años. Por ejemplo, en la modélica democracia holandesa, donde progresa sin cesar el sedicente “Partido por la Libertad” del desenvuelto ultra Geert Wilders, explícitamente anti-UE y anti-musulmán y que podría ser el más votado en las legislativas del año próximo.

En Austria es de anotar el éxito del populista y xenófobo “FPÖ” (“Partido de la Libertad de Austria”) fundado por el hoy fallecido Jörg Haider, tiene muy buenas perspectivas para las próximas elecciones y ahora, además de su sólida implantación regional en Carintia, ya dispone de 21 escaños en el parlamento nacional

En Dinamarca, un gobierno ultraminoritario liberal resiste desde las legislativas de junio pasado por la benevolencia de varias formaciones, una de las cuales, el “Partido Popular Danés”, segundo con un 21 por ciento de votos en la elección citada, espera su gran oportunidad desde sus criterios populistas y anti-inmigración.

Ni Noruega ni Finlandia se libran del contagio: en ambos países los gobiernos liberales sobreviven con el permiso de los radicales de ultraderecha nacionalista. Y hasta en Suecia se registra el inquietante giro: un trece por ciento de los votos obtuvo en 2014 “Demócratas de Suecia”, de Matias Karlsson. Suficiente para poner eventualmente en minoría al gobierno social-liberal.

¿Ominoso porvenir?

El panorama es, pues, inquietante y compromete en su raíz misma el proyecto jurídico-político y moral que conocemos como “Unión Europea”, heredera de valores generales incompatibles del todo con la deriva en curso en varios de sus Estados. El peso de Alemania y la conducta valerosa de su gobierno y su jefa, Angela Merkel, con los refugiados ha sido la mecha del gran incendio meta-fascista.

Solo unos cuantos ancianos pueden recordar apenas lo sucedido en Alemania a partir de 1933, cuando los nazis – técnicamente “nacional-socialistas”, una burla semántica – tomaron el poder. Las dos generaciones subsiguientes, la de la guerra y la vigente dieron pruebas de regeneración moral, arrepentimiento y solidaridad con las democracias emergentes.

¿Hay suelo político, generacional y social para la extrema derecha ultranacionalista en Alemania? Habíamos olvidado ya, y con razón, el primer envite de este fenómeno, la fundación y desarrollo del “Partido Nacional Democrático”, casi abiertamente neo-nazi, que el Tribunal Constitucional no quiso ilegalizar en 2003. Hoy se está viendo de nuevo en la misma instancia su eventual prohibición a petición del Senado federal…

Mientras, enardecidos piquetes de coloración nazi y los activistas de “Pegida” (“Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente”) campan por sus respetos… La situación inquieta y el pez neo-nazi busca agua suficiente para respirar en las sociedades libres europeas…