Tal y como ha señalado esta semana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la XIII edición del foro Spain Investors Day, la productividad laboral en España es más baja que en muchos países de Europa. Una debilidad que nuestro país arrastra desde hace ya varios años y que se intensificó a raíz de la pandemia, dado que el descenso del PIB fue mayor que la destrucción de los puestos.

Según indicaba el Banco de España durante el último trimestre de 2022, en las dos últimas décadas, la tasa de crecimiento de la productividad en España ha sido muy reducida y ha estado muy por debajo de las otras economías de referencia, como Alemania o Estados Unidos. Es más, a cierre de 2021, Eurostat señalaba que la productividad española se situaba en 93 puntos sobre los 100 que supone la media de la UE (Unión Europea) y más lejos aún de los 104,7 puntos del promedio de la eurozona. De manera agregada, en 2019, BBVA señalaba que la productividad de la economía española había caído un 10,5% desde 1995 frente al crecimiento del 4,5% que registraba la UE.

Este lastre que acarrea la productividad es el que conlleva que los salarios españoles también sean de los más bajos de Europa, ya que es el indicador resulta clave para mejorar la eficiencia de la economía evitando las temidas espirales inflacionistas en las que se apoyan determinados empresarios para argumentar que no pueden aumentar salarios si estos no van acompañados de ganancias de productividad. Un perverso círculo vicioso que impide a nuestra economía engrosar el motor de riqueza y robustez económicas.

La entrada en vigor de la reforma laboral a partir del 30 de marzo supuso el inicio del pico de productividad más pronunciado de 2022, pues como se recoge en las estadísticas recopiladas por Cinco Días, durante el segundo trimestre la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo alcanzó el 1,5 durante el segundo trimestre de 2022, el mayor ascenso desde los datos de 2018 (con ese año incluido). Asimismo, según el último informe de BBVA Research realizado a partir de los datos del INE, durante el tercer trimestre de 2022 las horas trabajadas disminuyeron, pero la productividad por hora aumentó.

Evolución del trabajador y bajada de temporalidad

Según fuentes del sector financiero, la posibilidad de tener un contrato fijo, aunque sea discontinuo, aumenta el compromiso de los trabajadores con su empresa, y por tanto también la productividad. De igual forma, en este escenario que sustituye al contrato laboral, se ve reforzado el progreso del trabajador en la compañía, dado que tiene la posibilidad de acceder a determinada formación y de ir perfeccionando sus labores desempeñadas.

La productividad, por tanto, se encuentra directamente relacionada con la temporalidad que experimentan los trabajadores, un aspecto que ha atacado directamente la reforma laboral. Como indica la última encuesta de población activa (EPA) disponible, la del tercer trimestre de 2022, la tasa de temporalidad disminuyó 2,11 puntos, hasta el 20,18%. También se indicaba que en los 12 últimos meses el número de asalariados ha aumentado en 486.700 y que el empleo indefinido ha aumentado en 1.375.500 personas, mientras que el temporal ha bajado en 888.900.

No obstante, todavía queda camino que recorrer para que la productividad española alcance los niveles de las grandes economías europeas, consiguiendo una verdadera competitividad empresarial. La mejora de la productividad constituirá, por tanto, uno de los grandes retos económicos de 2023, cuyo éxito ayudará a rebajar la ralentización esperada de la economía española para el año en curso.