Navantia ha botado este jueves el submarino Isaac Peral, un acto al que han acudido los Reyes y sus hijas, donde Leonor ha ejercido de madrina. El Ministerio de Defensa firmó con Navantia, anteriormente IZAR Construcciones Navales S.A., una orden de ejecución para la construcción de cuatro submarinos de la clase S-80 en 2004, hace 17 años, con una inversión de casi 4.000 millones de euros.

Este jueves ha botado el primero de ellos, bautizado como Isaac Peral, en la base naval de Cartagena. El submarino irá destinado a la Armada Española, que exhibirá esta nueva arma marítima con uno de los contratos más altos a los que ha tenido que hacer frente las Fuerzas Armadas en las últimas décadas.

Según ha reconocido la ministra de Defensa, Margarita Robles, el desvío presupuestario del proyecto ha alcanzado los 1.800 millones de euros.  Los retrasos en la construcción del submarino han sido una tendencia continuada en el proyecto y se intensificaron cuando, a finales de 2012, se produjo una desviación de 125 toneladas en el peso del submarino, lo que afectaba a su flotabilidad e incluso hacía necesario un rediseño total del proyecto.

Navantia se enfrentó en solitario al proyecto desde 2010, después de romper su asociación con el astillero francés con el que colaboraba. Esto ha provocado sucesivos problemas en el proceso y más tarde tuvo que alargar la eslora del submarino en más de diez metros para compensar el exceso de peso.

Sobrecoste de 1.800 millones de euros a la inversión inicial

Estos cambios se traducen en un sobrecoste de 1.550 millones de euros previstos inicialmente, con una reserva de 100 millones adicional destinada a resolver imprevistos. Sin embargo, se han ido acumulando hasta los 1.800 millones euros de desvío presupuestario total, por los costes adicionales de las grandes carenas o ITV completas, con 47 millones de euros más.

El Isaac Peral cuenta con un sistema de propulsión independiente de aire, lo que le permite contar con una autonomía de 21 días bajo el agua y capacidad para lanzar misiles y alcanzar objetivos a más de 1.500 kilómetros de distancia. Por el momento quedará amarrado en el muelle para probar su flotabilidad y la puesta a flote se producirá la próxima semana.

Se prevé que haga su primera navegación en enero de 2022 en el Mediterráneo y que su puesta en servicio entre a principios de 2023, como uno de los proyectos más novedosos del mercado.