Indra inicia este martes las negociaciones con los sindicatos para la reestructuración de su filial Indra Soluciones Tecnológicas de la Información (ISTI). Hace dos semanas, la compañía convocó a la representación legal de los trabajadores de la filial para iniciar las negociaciones, con el objetivo de alcanzar un acuerdo sobre las medidas necesarias para llevar a cabo una transformación de su plantilla, en la que ha propuesto la amortización de 1.036 puestos de trabajo con el fin de elevar la eficacia y competencia de la firma.

ISTI cuenta a día de hoy con una plantilla de más de 13.000 empleados, especializados en soluciones de tecnologías de la información. La necesidad de la transformación de la plantilla está motivada, según Indra, “por la caída de los resultados, el descenso de la demanda de sus clientes y los cambios estructurales del negocio de la compañía”.

El primero de los problemas es la caída de los resultados económicos de la compañía. De hecho, los ingresos de ISTI se han reducido un 1,6% en el primer semestre del año, mientras que el margen operativo se ha desplomado un 67,2% y el resultado de explotación ha registrado pérdidas de 61 millones de euros, un 321% menos que en el mismo periodo de 2019.

También la crisis del coronavirus ha tenido su impacto en Indra ya que sus ingresos cayeron un 4% en el primer semestre del año, el margen operativo se redujo un 58% y el resultado de explotación terminó con pérdidas de 78 millones de euros, frente a los 79 millones en ganancias del primer semestre de 2019.

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Por otro lado, el contexto económico nacional e internacional ha acelerado los cambios estructurales de los sectores donde ISTI opera, con “cambios significativos en las necesidades de sus clientes”, según Indra. Esto ha provocado una disminución de la demanda, acentuada en los últimos meses.

Plan de acción en julio

Indra anunció un plan de acción en el mes de julio con el que ya pretendía “superar las dificultades del negocio, adaptarse a las nuevas condiciones del mercado y de la demanda, eliminar ineficiencias y mejorar su competitividad”. Este plan tenía como ejes principales la eficiencia en costes y la priorización de las inversiones y los recursos.

El plan de acción se basaba en la gestión proactiva de la nueva demanda, el impulso de los ingresos, el aprovechamiento de sus capacidades tecnológicas y la aceleración de la transformación de sus operaciones.

Además, sus principales líneas de acción pasaban por la reducción de costes de no personal, la mejora de los procesos internos y nuevos modelos de trabajo, reorientar la inversión en CAPEX y ajustes de balance, junto a la necesaria transformación de la plantilla.

Ahora, los cambios estructurales del mercado y de la demanda han provocado el replanteamiento de algunos productos e inversiones, basados en tecnologías antiguas, por la previsible aceleración de la digitalización. Esto se ha traducido en saneamientos de activos intangibles por 95 millones de euros en el segundo trimestre del año.

El impacto del coronavirus

Más allá de los problemas anteriores, la irrupción de la pandemia también ha tenido un impacto negativo en su negocio. Sin embargo, Indra retiró las propuestas de ERTE y de la rebaja salarial tan solo un mes después de presentarlas, en un intento de mitigar el impacto de la crisis económica. Estas dos medidas permitirían “que se redistribuyera el esfuerzo de una forma equitativa entre todos los profesionales”, aseguran desde la compañía.

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En concreto Indra planteaba un ERTE, con una parte de suspensión y otra de reducción de jornada, que afectaría inicialmente al 6% de la plantilla en España; además de una rebaja de sueldo para el resto de la plantilla.

Según explica la compañía, la rebaja era “creciente de forma progresiva, en función del sueldo, empezando en el 5% y llegando al 25% en el caso del presidente y del Consejo de Administración”. La rebaja no afectaría a los empleados con sueldos por debajo de los 25.000 euros ni por debajo de las tablas de convenio.

El objetivo de la compañía era lograr el objetivo de ahorro necesario para evitar abordar “medidas más duras” en el futuro. Medidas que tendrían “asimetría en cuanto a la afectación individualizada para una mayor parte de la plantilla”. En la negociación se plantearon distintas contrapropuestas que Indra no consideró suficientes para alcanzar los objetivos necesarios.

El Consejo de Administración, el presidente, los consejeros ejecutivos y la alta dirección sí se aplicaron las rebajas salariales propuestas y, tras no alcanzar un acuerdo en las negociaciones, Indra comenzó a evaluar las estimaciones de la empresa de forma continuada con los sindicatos.

La plantilla de Indra ha crecido un 39% en España y más del 30% a nivel global en los últimos cinco años, según las cifras de la propia empresa, con 28.142 empleados en España y 48.228 en todo el grupo a cierre de junio de 2020.

La compañía ha supuesto el inicio de la carrera para más de 7.000 jóvenes profesionales en los últimos tres años, en una plantilla en la que más del 80% son ingenieros, titulados o técnicos de alta cualificación. Además, Indra apuesta por la formación de sus profesionales a través del aprendizaje de tecnologías y metodologías.