Banco Santander ha financiado al sector agroalimentario español con 2.975 millones de euros en el primer semestre de 2025, lo que supone un incremento del 20% respecto al mismo periodo del año anterior. Las empresas del sector, tanto pymes como grandes compañías, han decidido reforzar su inversión en I+D+i con nueva maquinaria que incorpora GPS y sensores en el campo para monitorizar la humedad del suelo y las necesidades hídricas, entre otras tecnologías. Además, parte de esta financiación se ha destinado a la investigación de nuevas variedades genéticas adaptadas al cambio climático, con el objetivo de hacer las explotaciones más eficientes, rentables y competitivas.
De igual manera, los préstamos para la compra de fincas y su posterior conversión en cultivos de alto valor, como olivar, almendro, pistacho o aguacate, junto con las líneas de financiación a corto plazo, créditos campaña y financiación de insumos, han sido los productos más demandados por los más de 425.000 clientes que el banco atiende en este sector en España.
Con 125 oficinas especializadas, Santander ofrece una atención cercana y especializada. Estas oficinas no solo gestionan productos de apoyo, sino que también funcionan como puntos clave para la transferencia de conocimiento, ayudando al sector agroalimentario a entender y aplicar las prácticas agronómicas impulsadas desde Europa y a digitalizar la gestión de las explotaciones. A través de este asesoramiento experto, el banco facilita que agricultores y ganaderos accedan eficazmente a las ayudas europeas y adopten prácticas más modernas y sostenibles con el medio ambiente.
Santander participa activamente en la formación de nuevos profesionales, promoviendo la incorporación de jóvenes al campo, contribuyendo a fijar población en zonas rurales y simplificando las cargas administrativas mediante soluciones tecnológicas. Mediante estas iniciativas, el banco refuerza su rol como impulsor del desarrollo rural y la sostenibilidad en el sector primario.
Al mismo tiempo, la entidad fomenta la reducción de trámites burocráticos, así como el uso de tecnología agrícola avanzada y la inversión en I+D+i, consolidando un modelo agrícola más competitivo, eficiente y alineado con los retos climáticos actuales.