El mantenimiento de la paz social a veces es complejo de entender. La clase trabajadora vive cada vez más asfixiada por su condición y, por si fuese poco asistir con resignación al enriquecimiento obsceno de unos pocos a su costa, de vez en cuando tiene que escuchar o leer en su pausa para el café o al llegar a casa tras una jornada ilegal y mal pagada que no comparte piso ni pasa el verano abanicándose con un cartón en su piso de Carabanchel porque no se puede pagar las vacaciones, que lo que hace es coliving y staycation.

El Estado de Bienestar llena más la boca al pronunciarlo que en la práctica y necesita de actores que lo desarrollen a gusto de los que lo crearon. En la Comunidad de Madrid cuentan con un gran activo que, en forma de líder autonómica, encabeza la cruzada de las grandes fortunas. Juez y parte de la elite clasista, Isabel Díaz Ayuso corta y despacha el callejero para sus clientes y amigos, escudada por sanchopancescos mamporreros que blanquean sus fechorías. ‘Efecto Four Seasons’ y ‘Miami europeo’ han sido los últimos términos que han acuñado para este cometido.

‘Venderles la ciudad a multimillonarios mientras expulsas a los trabajadores que les sirven los cafés a decenas de kilómetros de las calles que patearon de niños’ sonaba peor. O quizá muy largo. También rehúsan de utilizar gentrificación, pese a que la definición dada por la Real Academia Española (RAE) clava lo que significan estos anglicismos: “Proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo”. Pintada de rosa huele menos.

Relacionado El alquiler nunca había sido tan caro en España: Madrid, donde más pagas

Pero huele, pues el alquiler nunca había sido tan caro en España y, como no podía ser de otra manera, el epicentro de la especulación encarecedora es Madrid. El metro cuadrado alcanza los 16,8 euros de media en la comunidad, de lo que resulta un piso de 80m2 por 1.344 euros (1.500 euros si es en la ciudad). Sin embargo, contraria a intervenir para reducir los precios, Ayuso azuza a la fiera mercadotécnica y prohíbe intervenir a ayuntamientos que sí quieren auxiliar a sus ciudadanos, como Fuenlabrada, Alcorcón o Getafe.

Peso a este descaro político, la sorna comportamental es quizá lo más ofensivo para los derrotados que, conocedores de el funcionamiento de la sociedad capitalista, solo piden que no les traten de estúpidos. Lejos de cumplirse su petición, son torturados con la consigna de que el aumento de compras millonarias de vivienda en Madrid que, a su vez, disparan el precio del total del parque de vivienda es algo maravilloso para la ciudad. Encima se ha incrementado por la apertura del hotel Four Seasons en el kilómetro cero de la capital, a poquitos pasos de la sede del Ejecutivo de Ayuso.

‘Efecto Four Seasons’, mira tú que bien. El propio germen del que emanan los términos es insultante y los que lo acuñan aseguran que “ha situado en el mapa a Madrid”. La tercera ciudad más poblada de la Unión Europea (UE), esa gran desconocida que ahora presume de recibir inmigrantes si son ricos. Los trabajadores latinoamericanos son insultados y acusados, junto a otras nacionalidades, de transformar los barrios en “estercoleros muticulturales”. Por el contrario, los sudamericanos ricos que desembarcado han transformado el páramo de la libertad en la “Miami europea”.

Relacionado Ayuso acusa al Gobierno de "arruinarnos" como "el peronismo" el mismo día que se bate el récord histórico de empleo

El whitewashing económico se extiende como una enfermedad que mata a la clase trabajadora y para la que solo tienen antídoto los mismos que la expanden. Simultáneamente, el Efecto San Fernando de Henares resquebraja las viviendas de las familias que habitan este barrio, desalojadas forzosamente porque la ampliación de una línea de metro no pregunta a los que lo cogen diariamente. Viviendas para ricos, Airbnb, macrocomplejos hoteleros y centros financieros. Ese el Madrid que quiere la baronesa con poder de mando y que avanza hacia las zonas populares.

Si se quedasen en su barrio Salamanca o se mantuviesen más allá de la muralla que les separa de los plebeyos, ocultos en sus ciudades periféricas donde encontrar una escuela pública es un deporte de aventura, los mortales les seguiríamos observando con desprecio desde la lejanía. Sin embargo, una mezcolanza de neoliberalismo y presidenta autonómica servil con ático en Chamberí amenaza a los verdaderos barrios. Cayeron Lavapiés, Malasaña, Embajadores, Chueca y ahora van a por Carabanchel, Puerta del Ángel o Usera. Lucha de clases, o class struggle para los angloestafadores, la teoría que te explica por qué siempre pierden los mismos.