La Educación es uno de los ejes sobre los que se vertebra cualquier sociedad, sin embargo, ¿sabemos exactamente a donde se destinan los recursos de los que dotamos a una de las carteras más importantes del Gobierno?

En España, el 90 por ciento del presupuesto destinado a la Educación “se emplea para pagar las nóminas de los docentes y demás trabajadores de la enseñanza pública, así como las becas y ayudas a los estudiantes”, según un informe publicado por la consultora Edutech.

En España, en concreto, el Ejecutivo destina el 4,28 por ciento del PIB a esta cartera, es decir, unos 45.000 millones de euros. Una cifra que, según la nueva hoja de ruta del Gobierno, debería elevarse en un punto porcentual, es decir, habría que inyectar unos 15.000 millones de euros s al sistema para el año 2023.  A esta cifra hay que sumarle lo que las comunidades autónomas destinan a Educación, ya que la competencia está transferida.

Sin embargo, según la consultora, “con la asignación actual, tan solo el 10 por ciento de los fondos que el Estado dedica a la Educación se dirigen a implantar programas de innovación de calidad en las escuelas. Esto supone un ejercicio continuista de las políticas educativas implantadas hasta la fecha, lo que impide que el sistema se modernice y lleve a cabo la transformación digital que necesita para mejorar el rendimiento escolar y reducir la elevada tasa de fracaso en la enseñanza”.

Sin embargo, esta situación podría revertirse. ¿Cómo? Mediante la coordinación entre las distintas carteras ministeriales: Educación, Ciencia, Universidades y Transformación Tecnológica. Pero para ello es necesario detectar, en primer lugar, dónde se sitúan las fallas de un sistema lastrado durante años por la consecución de gobiernos bipartitos.

El reto del abandono escolar

España es uno de los países con mayor tasa de abandono escolar de la Unión Europea: un 17,9 por ciento de los escolares abandonan sus estudios. A esto se suma el precario desarrollo de la Formación Profesional (FP) y la existencia demasiados licenciados universitarios, que al finalizar sus estudios no son capaces de incorporarse a un mercado laboral que cuenta con escasa oferta y exceso de demanda. Esto redunda en frustraciones personales y profesionales y eleva al mismo tiempo las altas tasas de paro juvenil que son superiores al 30 por ciento.

Un dato a menudo desconocido por los escolares es que la FP oferta 150 ciclos distribuidos en 26 familias profesionales que abarcan prácticamente todos los sectores productivos en España. En muchas ocasiones esto se traduce a más salidas profesionales. Pero ¿cómo se puede avanzar en este segmento?

Edutech, responsable de este informe, incide en “la necesidad de sellar un ‘Pacto Tecnológico’ que garantice la puesta al día de los centros educativos en la realidad tecnológica de la sociedad de la información y la comunicación actual; lograr una estabilidad política que permita que las leyes y planes educativos sean a largo plazo, para que puedan dar los resultados que tanto necesita el sistema español, y no se cambien cada poco tiempo - la media de un ministro de Educación en la OCDE es de 2 años - y trabajar por un modelo educativo que mida los resultados para conocer su impacto real en los alumnos; que sea personalizado, con planes específicos en función de las habilidades y capacidades de cada uno; y, sobre todo, enfocado a la empleabilidad y el desarrollo completo de los niños y jóvenes, entre otros puntos.

“El objetivo es reducir la brecha educativa existente en la sociedad utilizando la tecnología como elemento democratizador y equitativo, transversal a todas las materias. Y todo ello a partir de un programa que dote a los alumnos de las competencias que realmente requiere el mundo profesional y personal actual, orientadas a fomentar el espíritu crítico, capacidad de adaptación y resolución de problemas más que a memorizar conocimientos o datos”, asegura Pablo Lara, presidente de Edutech.

¿Y en la Unión Europea?

Nuestros vecinos europeos gastan más en Educación. De hecho, la media de gasto en esta cartera es del 4,7 por ciento del PIB, según la consultora.

Destacan casos paradigmáticos como el de Finlandia, que presume de tener uno de los mejores programas de enseñanza a nivel mundial y que destina un 7 por ciento del PIB a esa cartera.

De hecho, el éxito del modelo finlandés, no sólo reside en la dotación económica que recibe por parte del Gobierno, sino además que, todo el sistema educativo está enfocado en la igualdad y en las necesidades de cada persona. También en la gratuidad del sistema y en la formación al profesorado, que es respetado dentro de la sociedad.

A este respecto, e intentando acercarse a sus vecinos europeos, el nuevo Ejecutivo propuesto la universalización del acceso a la educación para los niños de 0 a 3 años, lo que supondrá también elevar el coste en la recaudación. Más impuestos para realizar más gastos.