Tras dos semanas de tensión en los índices norteamericanos, que han llegado a perder cifras cercanas al 10% de su valor de cotización, el presidente Trump arremetía de nuevo contra la Reserva Federal a través de una publicación en su cuenta de Twitter en la que literalmente decía “el único problema que nuestra economía tiene es la Fed”.

Si se tratara de otro país cualquiera, el comentario se entendería en clave de anécdota o excentricidad, pero no es un país cualquiera.

Nos guste mas o nos guste menos lo que ocurre en la economía americana se transmite al resto del mundo. Los mercados de valores europeos, por ejemplo, no van a tener un comportamiento positivo si las bolsas americanas caen, si el crecimiento en Estados Unidos se contrae no va tardar demasiado en ocurrir lo mismo en el Viejo Continente.

Es por esta razón por la que estos comentarios tan fuera de lugar despiertan una enorme inquietud en todo el mundo económico, incluido Estados Unidos. de hecho, tras publicarse las bolsas americanas aceleraron sus caídas.

La Reserva Federal, la Fed, es el banco central de los Estados Unidos. Es la institución responsable de establecer la política monetaria del dólar que influye de una manera directa en la del resto del mundo.

Los Bancos Centrales en los países desarrollados son entidades independientes del poder ejecutivo, sus decisiones sobre política monetaria, básicamente todo lo relacionado con el tipo de interés, el precio del dinero, se enmarcan en un mandato que en el caso de Estados Unidos es el de preservar la estabilidad de los precios, control de la inflación, al mismo tiempo que favorecer el crecimiento y el empleo.

Tras la Gran Depresión, la Reserva Federal además de rebajar los tipos de interés hasta un 0% ante el inminente peligro que la economía presentaba de caer en una espiral deflacionista, se embarcó en una medida de política económica no convencional, conocida por sus siglas en inglés QE (Quantitative Easing) que consiste en la compra de bonos, tanto del Estado como corporativos con el fin de inyectar liquidez al sistema y bajar los tipos de interés a más largo plazo que proporcione estimulo a la economía, mejores condiciones de financiación.

Estas medidas implementadas bajo el mandado de Ben Bernanke y que en su momento fueron objeto de numerosas críticas, tuvieron un éxito innegable. Lograron que la economía americana saliera de la recesión, se preservó la liquidez del sistema y preservó la salud del sistema financiero que hoy en día no presenta problemas como los que todavía tenemos en Europa en países europeos como Italia y en España donde los últimos coletazos de la crisis bancaria se han sentido recientemente.

El buen hacer de la Reserva Federal es evidente. Han logrado deshacer todas las medidas de política monetaria no convencional sin provocar un efecto negativo en el sistema y desde hace un año vienen ajustando los tipos de interés al alza hasta niveles considerados neutrales para la economía.

La independencia del banco central es un elemento esencial para el funcionamiento de la economía. El Banco Central debe alejarse de los intereses de mas corto plazo de los distintos gobiernos y tomar las medidas necesarias de ajuste de la economía en el ámbito de la política monetaria sin tener que valorar posibles efectos adversos en materia electoral.

Es por eso que las manifestaciones de Trump suponen un verdadero ataque a la base del sistema que realiza sin ningún tipo de pudor, comportándose como el dueño de la hacienda que hace y deshace a su antojo sin tener en cuenta ninguna consideración.

Por supuesto, sin haberse asesorado previamente e informarse de que no se encuentra dentro de sus prerrogativas la de despedir al presidente de la Reserva Federal, algo que ha insinuado en varias ocasiones.

Trump insiste en sus ataques a la Reserva Federal y culpa al banco central de los abruptos descensos que estamos presenciando en las bolsas por su política de ajustes de tipos de interés, sin reconocer que éstos no se deben en absoluto a estas medidas necesarias para la vuelta a la normalidad.

Las bolsas caen por la excesiva valoración de gran parte de sus valores, hinchados por la política fiscal ultra expansiva del gobierno Trump que está provocando grandes desequilibrios en las cifras de deuda sobre PIB americano y déficit presupuestario y por las peores expectativas de crecimiento mundial que han venido agravándose durante todo este año motivadas por el enfrentamiento comercial con China principalmente.

Trump no quiere tener en cuenta que en las dos últimas décadas el motor del crecimiento mundial ha sido China y que el ataque frontal contra el gigante asiático que inicio a principios de año está teniendo efectos devastadores en la economía global.

Los últimos datos de crecimiento de China muestran una desaceleración continuada que se está transmitiendo al resto del planeta y que, de seguir así, y todo apunta a que así sea, llegará a provocar una recesión global. La estructura de las curvas de tipos de interés en Estados Unidos empieza ya a estar invertidas (tipos a largo por debajo de los tipos de interés a mas corto plazo) y esto se considera por gran parte de economistas como presagio de recesión.

china gdp

Crecimiento PIB interanual en China.                   

En uno mas de sus alardes de ignorancia económica, Trump pidió a su secretario del Tesoro Mnuchin, el lunes pasado, que se reuniera con los CEO de los seis primeros bancos americanos ante la preocupante situación de los mercados financieros. Tras esta reunión se emitió un comunicado sin sentido. Los bancos afirmaban que la liquidez del sistema no corría ningún riesgo.

Nadie estaba preocupado por la liquidez del sistema.

La crisis en la que se está incurriendo no es una crisis de liquidez sino de pérdida de confianza en la evolución de la economía. Un comunicado de este tipo no hace mas que elevar el nivel de alarma por lo innecesario de la explicación y por mostrar una vez mas que el ejecutivo norteamericano ha perdido totalmente el foco del problema y no hace mas que tirar balones fuera y culpar a otros de su propia incompetencia.