Las criptomonedas son ya una realidad que parece haber llegado para quedarse, a pesar de sus últimas caídas. Junto con ellas, miles de autoproclamados gurús se congregan en las redes sociales asegurando tener la llave para no pagar impuestos, hacerse rico y cambiar tú vida. Ofrecen consejos y pautas para eludir impuestos e invertir, eso sí, a un módico precio. Bajo lemas como “España te roba” incitan a todos sus seguidores a unirse a sus comunidades de pago, a apuntarse a sus cursos exclusivos y a invertir a través de ellos.

Luis es el nombre de uno de estos gurús que aseguran tener la receta del mercado. En torno a él gira su marca: CryptoSpain. No son conocidos muchos más datos personales de uno de los influencers españoles de las criptomonedas. La estrategia planteada es clara y el enemigo señalado es el Estado, al que acusa de robar a los ciudadanos a través de los impuestos. “Tenemos un Estado que no para de masacrarte, solo quiere tu dinero”, “la solución es ser egoísta y mirar por ti” o “los ricos no pagan impuestos. ¿Y tú?”, son algunos de los mensajes que lanza a sus más de 250.000 seguidores en todas las plataformas.

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Para combatir al Estado, CryptoSpain ofrece una serie de servicios en los que se revelan los conocimientos necesarios para eludir al Estado y a sus mecanismos. La gama de posibilidades es amplia, desde formaciones online hasta pertenencia a grupos exclusivos.

Esta no es la única vía de negocio que están generando las criptomonedas a base de aprovecharse de personas humildes. Supuestos inversores con grandes conocimientos buscan reclutar pequeños inversores a los que ‘gestionar’ sus inversiones. Por supuesto no tienen conocimientos y lo único que buscan es apropiarse de beneficios ajenos, estafar a usuarios y formar redes con una lógica de estafa piramidal.

Javier Biosca es uno de estos estafadores que señala Emilia Zaballos, abogada y presidenta de la Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas. Contra Biosca existe ya un proceso judicial abierto que cuenta con casi 800 afectados personados y, por la estafa de 818 millones. “Se le imputa delito de estafa continuada, apropiación indebida, blanqueo de capitales, delitos contra la hacienda publicidad, falsificación de documentos mercantiles y publicidad engañosa”, nos confirma Zaballos.

Múltiples grupos de inversores han visto el filón a través del que ganar dinero engañando y estafando a la gente. Zaballos señala sobre a todo a cuatro grupos: Attiora, NexFolio, Pullman y MyCapital. La abogada habla de miles de millones estafados y pide a todos aquellos afectados que se agrupen para conformar una demanda colectiva. “Necesitamos que se agrupen. Hay que irse a acciones colectivas, donde realmente se pueden conseguir medidas cautelares y bloqueos, antes de que saquen el dinero en billeteras frías. Además, ahorra dinero a los denunciantes y agiliza los trámites”, asegura la abogada.

Es evidente que un nuevo negocio ha aflorado y lo comandan coaches económicos y supuestos inversores que están sabiendo aprovecharse de la desesperación y precariedad de la gente. No es necesario tener grandes conocimientos de economía, bolsa o mercado para acceder a criptomonedas o NFT’s, están a tan solo un click de todo aquel que tenga un dispositivo electrónico. Publicidad invasiva y un bombardeo constante son los ingredientes que le faltaban a esta mezcla para estar presente en el día a día de toda la población.

Aseguran, estos gurús, que tampoco es necesario ningún tipo de conocimiento, con la finalidad de atraer al máximo número de usuarios posibles. La valentía y el querer dar el salto son las únicas variables indispensables que señalan, sumadas a un discurso individualista y egoísta que despoja de toda obligación pública y social e incita a buscar maniobras para evitar pagar impuestos y colaborar con los servicios públicos. Este discurso hace mella en las clases populares y con menor poder adquisitivo, que buscan salir de la precariedad y la pobreza a través de cualquier mecanismo.

Para conocer más sobre esto, ElPlural.com ha contactado con Bayta Diaz, psicóloga en el Instituto de Psicología e Investigación Controla y experta en adicciones conductuales. Sobre el perfil que más se repite en este mercado y al que se orientan estos gurús, Diaz explica que “van claramente a personas jóvenes, que no tienen una formación ni quizá una perspectiva más realista de lo que es la inversión en bolsa”. La intención, apoyándose en argumentos sentimentales, no es otra que captar aprovechándose del desconocimiento.

“Tienen poca ética, se valen mucho de la necesidad de ingresos, de reconocimiento. A sabiendas de que el producto que está vendiendo entraña riesgos, la imagen que está ofreciendo a sus posibles clientes es de seguridad”, comenta Diaz sobre el modo de captación de estas personas. “Estamos hablando de gente joven, cuyos ingresos no suelen ser muy abundantes, les produce un impacto importante las promesas que les hacen”, añade.

Además, no puede obviarse que la propia naturaleza de este tipo de inversiones se asemeja, si es que no es la misma, a cualquier otra forma de ludopatía. Promesas de una recompensa económica, de una gran suma de dinero, solo a cambio de ‘arriesgarse’, apostar, especular. “La ludopatía bursátil es una vieja conocida. El potencial adictivo no es el mismo que en el juego de azar, pero cuando se desarrolla el trastorno tiene las mismas características: necesidad de invertir más, cada vez con más frecuencia, genera malestar y ansiedad al no poder hacer”, señala la psicóloga contactada por este periódico.

A este problema está colaborando la amplia red de aplicaciones disponibles para realizar este tipo de inversiones. La inversión a corto plazo, al proyectar las ganancias o las perdidas sin un tiempo de espera grande, aumenta el potencial adictivo de estas operaciones. La publicidad de este tipo de inversión cada vez está más presente y se suceden las personalidades, como Matt Damon, que no dudan en ser la cara visible de estos productos. La consecuencia, miles de personas de renta baja que han perdido los pocos ahorros que tenían, su sueldo o incluso sus propios bienes embaucados por la posibilidad engañosa de salir de su situación vital.

Esta es la realidad que traslada la Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas. Su presidenta, la abogada Emilia Zaballos, confirma a este periódico que “el perfil de personas que acuden a la asociación no son grandes inversores ni personas que estén familiarizadas con el mundo de las inversiones. Son las familias, es el día a día y los pocos ahorros de pequeños inversores”. Además, destaca que “les falta tres características fundamentales: la información sobre los productos en los que invierten, la formación y familiarizarse con el producto”, lo que les deja expuestos ante estos estafadores.

Zaballos señala que el principal problema detectado es que “se está haciendo una publicidad engañosa. Se está vendiendo la vida fácil, la filosofía del pelotazo, que puedes ganar mucho dinero sin ni siquiera tener estudios, formación, trabajar y sin riesgos”. Además, destaca que los estafadores y captadores recurren al “tú eres tonto y te estás perdiendo esta oportunidad” para captar y retener a personas con un gran desconocimiento del mundo bursátil.

La presidenta de la asociación no duda en señalar que “son grandes vendedores de humo con dotes comerciales, apariencia de buena gente, que se ganan la confianza de todo el mundo y empiezan siempre cumpliendo”. Sin embargo, con la llegada de la crisis y cuando muchos usuarios han querido recoger sus activos, esto se les ha negado.

Zaballos lo tienen claro: “Primero los captan y luego siguen la lógica de estafa piramidal”. La lógica es muy sencilla, les venden que “es muy seguro, cuando es todo lo contrario, el producto en sí es muy volátil y de alto riesgo. Existe mala fe”.

Miles y miles de afectados se acumulan en todo el mundo. Ahorros de familias, sueldos escasos y préstamos solicitados, que jamás podrán ser devueltos, se pierden en el fango bursátil buscando mejorar la realidad y combatir la precariedad de aquellos que arrojan sus últimas esperanzas a un pozo con fondo, pero con dueño. Engañados por individuos sin miramientos, que están acostumbrados a hacer fortuna a costa del perjuicio ajeno, ven como la última oportunidad que les vendieron no existe y suman a sus precarias mochilas una piedra más.

Innegable, para todo aquel que no sea un tiburón liberal individualista, es la necesidad de establecer una regulación que supervise un mundo que se expande a sus anchas, arrasando con todo el que se encuentra a su paso. Igual de evidente es la necesidad de perseguir a todas aquellas personas que, aprovechándose de la desesperación e ingenuidad de sus iguales, se enriquecen. Cuestionable es, cuanto menos, si una tecnología copada ya de las grandes fortunas y oligarcas puede incluir y expandirse a toda una sociedad con lógicas diferentes a las que ya conocemos y que han evidenciado ser excluyentes, asfixiantes y certeras con los más humildes, la clase trabajadora.