Tras gastarse unos 5.000 millones de dólares en su empresa privada de cohetes y tras su vuelo espacial de minutos, que costó 28 millones de dólares, el expresidente de Amazon, Jeff Bezos dio una rueda de prensa en la que hizo el siguiente agradecimiento: "También quiero dar las gracias a cada cliente y a cada empleado de Amazon porque vosotros, amigos, habéis pagado todo esto”.  Unas declaraciones que recibieron varias indignadas respuestas, entre ellas la de la congresista neoyorquina Alexandra Ocasio-Cortez que replicó: “Sí, los empleados de Amazon han pagado esto; con salarios más bajos, impidiéndoles la actividad sindical, con unos centros de trabajo frenéticos e inhumanos y con los repartidores sin seguro médico durante una pandemia”.

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Y es que aunque Amazon niega sistemáticamente malas prácticas laborales, un reciente reportaje del New York Times descubrió que los empleados temporales de la empresa estadounidense viven a los ritmos marcados por apps de gestión de recursos humanos y empresas externalizadas, que no distinguen a los empleados enfermos o muertos de los que faltan al trabajo, que no hay seres humanos a los que apelar y que la empresa trabaja activamente para que los empleados menos cualificados la abandonen, negándoles beneficios y bloqueándoles en ascensos. David Niekerk, un ex vicepresidente de Amazon, que diseñó la política de recursos humanos en sus almacenes, confirmó que Jeff Bezos no deseaba que los empleados menos cualificados acumulasen antigüedad en la empresa porque, según el millonario, los datos mostraban que los empleados veteranos se implicaban menos con el tiempo y él deseaba a personas “que pudieran rendir al máximo y más allá”. El resultado es que Amazon tiene rotaciones de personal del 150%. Eso es, que tiene que reponer a toda su plantilla (por despidos o dimisiones) más de una vez al año. Hasta tal punto, que los ejecutivos de Amazon están empezando a preocuparse por “consumir” trabajadores más rápido de lo que el mercado es capaz de producirlos.

Por otro lado, Amazon USA ha saboteado conscientemente los intentos de los empleados por sindicarse, llegando a despedir a aquellos sospechosos de querer organizar a los trabajadores.

No sólo en los Estados Unidos

Este tipo de prácticas no son exclusivas de los Estados Unidos. En Europa, aunque existe un tipo diferente de legislación, que ofrece más protecciones a trabajadores y a sus representantes, la empresa sigue buscando los huecos para tratar a las personas que trabajan para ella como bienes fungibles. Aunque Amazon ha declinado hacer declaraciones para ElPlural.com, hemos conseguido hablar con extrabajadores de la empresa en España y en Alemania, así como con representantes sindicales en España y en Europa.

Para empezar, dos trabajadores han denunciado que Amazon les despidió cuando iban a montar una sección sindical en Sevilla. Y es que, según cuenta Ana Berceruelo secretaria general del Sector de Carretera y Logística de Madrid de Comisiones Obreras (CCOO), hay enormes diferencias entre los centros con presencia sindical y los que no. “[En Amazon] trabajamos todos los días del año, pero si estás en un centro sindicalizado sabes tus turnos con tres meses de antelación; si no, te avisan semana a semana”. Y aunque la legislación es más garantista que en EE. UU., en Amazon la esquivan contratando a través de empresas de trabajo temporal (ETT). “No puedes entrar si no es a través de ETT”, explica Berceruelo, “te tiras cerca de un año encadenando contratos temporales y ello te crea tal inseguridad que te terminas yendo, si tienes otras alternativas”.

Algo parecido pasa en Alemania, con una legislación aún más estricta que en España “Yo encadené cuatro contratos de seis meses”, explica un extrabajador de un almacén cerca de Berlín, “cuando llegué a los 24 meses, que era el límite para que me hicieran fijo, me despidieron. La temporalidad era alta porque ellos la fomentan. No llegaba al 50% de la plantilla fija en los mejores casos”.

En España, Amazon se está convirtiendo en uno de los principales empleadores, pero lo que la empresa no cuenta es la cantidad de gente de la que prescinde cada año.

Olvídate de ascender a fuerza de trabajar

En Europa también se mantienen las barreras no tan invisibles para que los empleados de almacén asciendan. “Ellos siempre prefieren que el Team Leader o capataz de almacén venga de fuera”, cuenta Ana Berceruelo, “especialmente en los centros donde no hay sindicatos que puedan forzar que haya una promoción interna”. Y aunque los sindicatos lo fuercen, también habría trampa. “Los salarios de promoción son inferiores para el mismo puesto que para los que vienen de fuera”, explica Douglas K. Harper, delegado del Comité de Empresa de Amazon en San Fernando de Henares (Madrid) y del Comité de Empresa Europeo de la multinacional. De esta manera, un trabajador que ha ascendido a manager cobra 24.000 euros anuales brutos frente a los 31.000 o 36.000 euros anuales que percibiría un trabajador contratado fuera de Amazon. “Esquivan la legislación pactando los salarios fuera de convenio”, afirma Harper. “Al ascender ocupas una vacante temporal y luego tienes que hacer una serie de entrevistas para confirmar tu promoción” en la cual se cobrará menos que el que entre de fuera que, además, pasará por menos entrevistas en su proceso de selección.

Harper explica que en España también hay esa política de presionar a los trabajadores temporales y menos cualificados para que se vayan, pero con una particularidad propia de nuestro país: “En España el desempleo es terrible y la gente se aferra a sus puestos de trabajo como puede y aguantando lo que les echen”. Lo cual no evita los despidos, que se emplean por parte de los directivos de Amazon España como política del miedo. “Antes de cada campaña (de Navidad, Black Friday, lo que sea) hay lo que llaman ventanas, donde contratan a mucho personal temporal para reforzar en esas campañas, pero antes echan a mucha gente para reforzar la productividad”, denuncia el delegado sindical. El motivo del despido puede ser claramente ilegal, pero como a Amazon “le sobra el dinero” pagan “lo que sea y se acabó”, concluye Harper. Pocos son los trabajadores españoles que salen voluntariamente de Amazon y cuando lo hacen es porque tienen formación que les permite acceder a puestos mejores, o porque han llegado al límite de sus fuerzas y abandonan la empresa “quemados”.

Tu jefe es una App que no funciona

Pese a los ascensos y los rangos, los empleados de Amazon rara vez tratan en persona con alguien de Recursos Humanos. En principio, gestionan su vida laboral a través de una aplicación móvil llamada “Amazon A to Z”. En ella introduces tus datos de contacto, tu documentación, tu cuenta bancaria y contactos de emergencia en caso de sufrir un accidente. Es a través de esta aplicación como solicitas permisos, horas extras voluntarias, ahí te enteras de tus horarios y a través de ellas gestionas tus pagos. Cuando funciona. ¿Y si no funciona? Pues a través de email.

Pero los emails no van al equipo de RRHH de tu centro de trabajo, ni mucho menos. Van a San José (Costa Rica) o a la “Oficina Corporativa PRG10” en Praga (República Checa). Allí, equipos de Recursos Humanos que en muchos casos no conocen la legislación española, conceden o deniegan permisos de maternidad y de paternidad, deciden qué ausencias son justificadas y cuáles no y se encargan de las incidencias con las nóminas. Estos equipos, que antes de la pandemia ya estaban muy sobrecargados, deben resolver las incidencias en 10 días y si no, las devuelven a España, donde los equipos “son mucho más pequeños de lo que deberían”, asegura Douglas Harper. Esto es; que, si se pide un permiso retribuido para acompañar a un hijo al médico, por ejemplo, no se puede hacer a través del jefe directo, sino solicitándolo a una oficina a miles de kilómetros donde es posible que no sepan que en España es una ausencia justificada y, en algunos casos, retribuida.

Olimpiadas de productividad

Pero las máquinas no sólo se encargan de permisos y nóminas. También miden el rendimiento de las personas que trabajan en Amazon. A veces de manera un tanto ciega. En Estados Unidos se han dado casos de personas que, debido a averías, han tenido que reasignarse a otro puesto de almacén y estaban despedidas por bajo rendimiento antes de llegar a este puesto.

En Alemania, donde los sindicatos tienen una fuerte influencia en la gestión de la empresa, los mínimos de productividad son muy asequibles, basados en estudios de ergonomía y de salud psicosocial. En España, donde debería pasar lo mismo, se fijan arbitrariamente por parte del responsable de cada de centro de trabajo, que busca poder sacar pecho con los datos de su almacén. Así, al medir la productividad de todos, se presiona a los empleados que están en el 20% de la productividad más baja, o se les despide. Y a los que tienen los datos más altos, en lugar de felicitarles, se les presiona sin decirles que son los más productivos. “Así los jefes suben la media”, explica Harper.

Esta carrera constante para subir la productividad pasa factura. Mientras que, en Alemania, los empleados entrevistados por ElPlural.com afirman que se movían dentro de márgenes razonables y que hasta les ayudaba a mejorar su forma física, en España el exceso de presión se traduce en un exceso de accidentes laborales y un 12% de la plantilla de centros como el de San Fernando de Henares sufre de lesiones físicas producidas por el excesivo ritmo de trabajo. Algo que también pasa en los centros de Amazon en los Estados Unidos, donde los sindicatos denuncian un 80% más de accidentes laborales que en otras empresas del sector.

“Vosotros, amigos, habéis pagado todo esto”

Estas cuestionables prácticas laborales, junto a innegables innovaciones en logística y en atención al cliente, son parte de la empresa que ha convertido a Jeff Bezos en la persona más rica del mundo, capaz de gastarse 5.000 millones en su programa espacial personal y de donar 100 millones a la ONG del chef José Andrés para demostrar su voluntad social. Bezos ya no preside Amazon y ahora la compañía está en manos de sus subordinados. Aunque, antes de irse, declaró que pretendía que la empresa que fundó fuera “el mejor lugar para trabajar del mundo”. Algo que, según los trabajadores, aún está lejos de lograrse.

“Bezos sabe que estos problemas pasan”, reflexiona Douglas Harper “y como empresario es excepcional, pero como ser humano deja mucho que desear”. “Nosotros sólo queremos que se nos trate como a personas, incluso en los trabajos que al final sabemos que terminarán haciendo máquinas”.