La amenazada arancelaria de Donald Trump dirigida a la Unión Europea (UE) ya es una realidad. El presidente de los Estados Unidos ha decidido seguir adelante con su castigo al viejo continente a través de tasas aduaneras del 25% a las exportaciones de acero y aluminio, lo cuál perjudicará a las economías de los Veintisiete y a los sectores económicos implicados, a la par que a los ciudadanos estadounidense, que verán encarecidos estos productos en su forma primaria y transformada.
A más, esta guerra comercial dificultará la continuación de la política de alivio económico iniciada por el Banco Central Europeo (BCE), tal y como ha confirmado Christine Lagarde, y que había impulsado varias y sucesivas bajadas de los tipos de interés. Todo en su conjunto perjudicará a las clases trabajadoras y al tejido empresarial de los países europeos; sin embargo, las formaciones que aseguran estar del lado de los agricultores y el campo, de los transportistas o del sector que interese según el momento callan ante gravámenes que podrían afectar a productos como el aceite de oliva y lastrarían mucho a estos sectores.
Por su parte, el Ejecutivo liberal de los Veintisiete asegura que responderá a los “aranceles injustificados” de Trump con contramedidas “firmes y proporcionadas” para “salvaguardar los intereses económicos”, pero una vez más vuelve a ir tarde y no tiene preparada una actuación, pese a que los aranceles fueron anunciados hace tiempo. La respuesta de países como China, en contraposición, llegaron instantáneamente. Una “solución” a través del diálogo es lo que persigue la Comisión Europea, aunque el mandatario estadounidense no parece por la labor.
"Cómo dije la última vez, siempre protegeremos nuestros intereses frente a medidas injustificadas en base a nuestros valores y ese momento ha llegado", ha trasladado el recientemente nombrado comisario de Comercio, Maros Sefcovic, en el pleno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo (Francia), durante un debate sobre las relaciones comerciales internacionales y el impacto de aranceles. "No es el escenario preferido" para la Unión, pero el bloque "actuará para proteger los intereses" de empresas, trabajadores y consumidores europeos, ha añadido el responsable comercial europeo.
Desunión partidista en España
Más allá de la respuesta coordinada que quiere vender la UE, lo cierto es que gran parte de las derechas mundiales despliegan otros discursos en sus respectivos países. Los líderes ultras se encuentran en una encrucijada entre el servilismo habitual ante los mandatarios de las grandes potencias capitalistas y la protección de la poblacional nacional de la que presumen de ser garantes. “Un compañero de armas” es como calificaba Santiago Abascal, líder de Vox, con el presidente que ha puesto aranceles a las empresas españolas durante su festival extremistra del pasado fin de semana.
El neoliberalismo, o por lo menos quienes los enarbolan, es esa ideología que se permite defender simultáneamente la desregulación masiva de Javier Milei, vendiendo el país al capital extranjero y desprotegiendo a todas las clases populares y las pequeñas empresas locales, y el proteccionismo ferviente de Donald Trump, contrario al libre comercio internacional y la supuesta autoregulación del mercado. ‘Viva la libertad, carajo’ y ‘Make América Great Again’, dos lemas antagónicos en su propia naturaleza, pero que líderes como Santiago Abascal y la internacional incoherente replican indistintamente.
Mientras, los socialistas de Pedro Sánchez se muestran beligerantes con las medidas tomadas por la gran potencia. A su izquierda, con mayor o menor fiereza, todas las formaciones coinciden en rechazar las políticas yankis y apuestan por dar una respuesta directa y contundente desde la UE, dado que es la única manera de evitar una guerra desigual entre una potencia como EEUU y cualquier país europeo, todos ellos de una envergadura económica y geopolítica mucho menor.
Mientras tanto, el Partido Popular (PP) se sitúa en la equidistancia, alejado de las respuestas que proponen partidos como el de Emmanuel Macron. "Lo que creo que no se debe de hacer es una política de confrontación contra la administración norteamericana, modelo Sánchez, ni una política de silencio cómplice, modelo Vox", ha defendido Alberto Núñez Feijóo, que ha evitado ofrecer la que consideraría la solución ante los aranceles de Trump.
“Inteligencia y diplomacia” son las dos recetas vacías ofrecidas. “Cuando tenemos acuerdos de libre comercio con otro país, lo que queremos es que se cumplan. Y cuando un país no respeta los acuerdos de libre comercio que tenemos, lógicamente tenemos un problema y no podemos quedar de brazos cruzados", ha añadido, aunque matizando que plantarse ante Trump “no arregla los problemas a los que se puede enfrentar la UE”, pero tampoco callarse.