El nacimiento de las televisiones autonómicas tiene como objetivo la exigencia de difundir y satisfacer las demandas de información, cultura, educación y entretenimiento de la sociedad; así como divulgar su identidad cultural; promover el pluralismo, la participación y los demás valores constitucionales, garantizando el acceso al medio de todos los grupos sociales significativos.

La Televisión Pública debe distinguirse por proponer diversas maneras, y no solo una, de mostrar la realidad social.

TV3 y sus extralimitaciones

Uno de los padres de la Carta Magna, Miquel Roca, aseveró en una entrevista que “las televisiones autonómicas deben existir como servicio público fundamental, por ser una consecuencia de nuestra estructura autonómica, en la que se otorga a las comunidades una competencia casi exclusiva en materia de cultura”.

En el caso concreto de TV3, si bien es cierto que hace tiempo que el foco de las críticas, tanto de partidos políticos como de medios de comunicación, se han centrado en la denuncia de la utilización partidista del medio público, el ‘procés’ ha dinamitado los códigos deontológicos básicos de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), vulnerando de forma sistemática su libro de estilo; a lo que se añade la máxima tensión que vive el Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC), que depende directamente del Parlament. El regulador audiovisual catalán responsable de velar, entre otras cosas, por el pluralismo en los medios catalanes, ha sacado adelante en las últimas semanas, gracias al voto de calidad de su presidente, Roger Loppacher (PDeCat), un informe sobre la imparcialidad informativa de los medios catalanes durante el referéndum, así como la imposibilidad de tramitar cualquier procedimiento administrativo, por la publicidad emitida en TV3 del referéndum, a pesar de la notificación del pleno del Tribunal Constitucional, en la que se prohibía la celebración de la ley de la consulta del 1-O y por consiguiente, la emisión de cualquier tipo de publicidad.

Suma y sigue, porque tal y como denunciaba la edición catalana El País, en el Telenoticies Migdia de TV3 se refirieron durante sus emisiones a Carles Puigdemont como al presidente “que junto con algunos de sus consellers están en Bruselas”, a pesar de que el BOE del pasado 29 de septiembre publicaba su cese. Además canal 324 de TV3, hacía suya la crítica a la manifestación contra la independencia que tuvo lugar por las calles de Barcelona, como también emitía un printer con un tuit amenazante al líder de UDC, Ramón Espadaler, durante una entrevista en directo: “ #mes324 El pueblo catalán ha hablado bien claro en cuanto a UDC. Hay que apuntar en la cabeza, sino estos políticos zombies no dejan de moverse". También ha llamado la atención la manifestación del productor y presentador Toni Soler, tras la cancelación de acuerdo con la dirección de la cadena de los programas 'Polònia' y 'Està passant', al ser encarcelados el ex vicepresidente de la Generalital, Oriol Junqueras, junto a ocho ex consejeros del extinto Govern, por su vinculación con presuntos delitos de sedición, rebelión y malversación de caudales públicos. A través de la red social Twitter aseveraba que:  "Hoy no hay programa. No tenemos ganas de reír"; al mismo tiempo que señalaba en otro tuit: "No hay programa, no hay ganas de broma. Nos vamos a las calles", y el hashtag #Llibertatpresospolitics.

Tal y como narraba Harley Schlanger en ‘Who Owns’Your’ Culture?’ (a quién pertenece su cultura?’)´ “la televisión suponía un medio ideal para crear una cultura homogénea, una cultura de masas, a través de la cual se pudiera controlar y conformar la opinión pública de modo que todo el mundo en el país acabara pensando lo mismo’.

Quizás ha llegado el momento de pensar si seguimos el axioma que señalaba Manuel Freytas: “miro la televisión y luego existo”, o por el contrario, exigimos nuestro derecho a ser informados desde la  pluralidad.