España es un país solidario. La infancia y la pobreza despiertan la mayor sensibilidad, seguidas por los desastres y las campañas específicas.  Las ONG y las asociaciones aprovechan para firmar convenios de colaboración con cadenas de radio musicales para actividades de ocio como los conciertos de música, para recaudar fondos con fines benéficos.
 
Cadena 100, filial del Grupo COPE, propiedad de la Conferencia Episcopal, organizó en el 2015 dos de los conciertos solidarios con más repercusión en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Uno a favor de los enfermos afectados por esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y otro ‘La noche de Cadena 100’, en beneficio de Manos Unidas. En el primero, los artistas entre los que se encontraban Rosendo o Amaral, no cobraron y no hubo patrocinadores. La cantidad entregada a Fundela fue de 91.483 euros. 
Por el contrario en el segundo, a pesar de ser las entradas más caras y de haber un aforo mayor, además de estar patrocinado por grandes empresas, como Repsol o Visionlab,  solo se entregaron 31.641 euros.
 
Diferencia entre concierto benéfico o a “beneficio de”
 
Según explican los organizadores, a pesar de que los dos conciertos son solidarios, existe una diferencia conceptual diferenciadora. El primer concierto a favor de los enfermos de ELA, es un concierto “benéfico”, es decir, teóricamente se destina íntegramente el dinero recaudado por la venta de las entradas al beneficiario. Por el contrario, el segundo evento entra en la categoría : ‘a beneficio de’, es decir, del dinero recaudado por las entradas, apenas un 10% llega al beneficiario.
 
Además de todo esto, según una reciente publicación, COPE, tan solo destina tres euros de cuota fija por entrada vendida. A pesar de esto tanto las asociaciones como las ONG, siguen firmando este tipo de convenios de colaboración por los que reciben unos ingresos extra.
La cuestión es si es  ético que desde la cadena de los obispos, no hagan público las cantidades recaudadas, así como las donadas. Sería conveniente informar de forma clara a las personas que asisten a estos eventos, qué portaje del dinero recaudado se destina al beneficiario y qué parte se queda la organización. Solo de esta forma el público sabría de antemano cuál es el destino real del dinero que invierten.