Gibraltar no es español; dejó de serlo hace 300 años cuando se firmó el Tratado de Utrecht, en tiempos de Felipe V, entre Gran Bretaña y España. Por ello resulta ridículo que periódicamente, y en especial cuando gobierna la derecha, se utilice el patriotismo rancio para reivindicar la españolidad del Peñón. En esta ocasión se persigue más bien recuperar el perdido crédito de nuestro actual gobierno y del partido que lo sustenta, por motivos puramente electores, aunque con ello se perjudiquen directamente los intereses de los miles de españoles que trabajan en Gibraltar. En definitiva asistimos a una labor de distracción veraniega, que persigue el objetivo de que los españoles nos olvidemos de las mentiras de Rajoy, de los sobres con dinero B, de la financiación ilegal del PP durante los últimos 20 años, y de los nauseabundos niveles de corrupción de quienes nos gobiernan, con engaños, por mayoría absoluta.

Durante una visita fotográfica a la India, en marzo de 2012, tuve como compañero de viaje a un gibraltareño de nacimiento, con el que mantuve algunas conversaciones sobre el conflicto existente. Me decía que tenía una gran admiración por nuestro país pero, como la mayoría de los ciudadanos del Peñón, no se sentía español, y no entendía nuestra obsesión por tratar de apoderarnos de un territorio que tiene vida propia e independiente; y le llamaba la atención que la relación se crispaba precisamente cuando en España gobernaba la derecha, destacando la excelente labor que habían realizado los ministros socialistas Fernando Morán y Miguel Ángel Moratinos para evitar conflictos fronterizos innecesarios.

Los problemas actuales de España no son Gibraltar, ni los gibraltareños; y que no crea Don Mariano que los ciudadanos nos vamos a olvidar de “lo que importa” (fin de la cita). Nuestras preocupaciones son la crisis económica, el paro, la corrupción del partido que nos gobierna, la pérdida de los derechos de los trabajadores, la liquidación del estado de bienestar… Y estos no se van a resolver ni con las políticas actuales ni con las personas que las promueven.

Fernando de Silva es abogado y autor del blog SInLaVeniA