Apenas 48 horas después de que José María Aznar mintiese, insultase y fuese incapaz de realizar una autocrítica ni una petición de perdón aunque fuera con la boca pequeña, el diario El País decidió blanquear la imagen del expresidente del Gobierno a través de una conversación con Felipe González y la actual directora del periódico de PRISA, Soledad Gallego-Díaz, sobre el 40º aniversario de la Constitución.

Relacionado Así ha mentido Aznar en la comisión de la Caja B del PP

Poco importó al ahora autodenominado ‘periódico global en español’ que con Pablo Casado instalado en Génova 13, Aznar haya reaparecido en la escena política española para intentar marcar el camino al Partido Popular y colaborar en la feroz campaña de acoso y derribo que protagoniza la derecha política, mediática y económica encaminada derrocar al Gobierno de Pedro Sánchez.

De bromas con el que intentó meter a Polanco en la cárcel

En un contexto de “ruido” político, el encuentro transcurrió entre tuteos, bromas y esfuerzos para buscar zonas de acuerdos. En palabras del propio periódico de PRISA, la cita con Aznar, que se celebró en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, se convirtió en una plácida “conversación pausada, con argumentos y su dosis de retranca”. Protagonizada, eso sí, por el mismo dirigente político que antaño intentó meter en la cárcel a Jesús de Polanco, fundador de PRISA.

Portada del diario 'El País' informando del caso Polanco
Portada del diario El País el 28 de junio de 1997

Así lo explicaba con meridiana claridad el diario El País el 28 de junio de 1997 a través de un editorial titulado “Un juicio político”: “Todo es una manipulación, no por burda menos condenable, que se inscribe en las prácticas de acoso del Gobierno de Aznar contra los medios de comunicación que no le halagan”.

Fue una “operación de acoso y derribo” (tal y como describió Joaquín Prieto desde las páginas de El País en un análisis titulado “La guerra de Aznar contra PRISA”).

Guerra que intentó llevar a prisión a los principales directivos del grupo mediático y que el propio Polanco sufrió en los últimos meses de su vida debido a lo que  El País denominó como “un ataque en toda regla de los sucesores de Aznar, que reaccionaron con un boicoteo a los medios del grupo ante unas declaraciones en las que el presidente de PRISA deploró actitudes de la derecha española”.

Por cierto, en esas declaraciones -hechas a una pregunta del público en una junta de accionistas-, Polanco deploró, también, la falta de cintura para aceptar las críticas por parte del PP.

Ahora da gusto ver y escuchar al antaño “mediocre” "hombrecillo del bigote" 

De este modo, Aznar ha pasado en apenas unos años de ser descrito por el presidente de PRISA como el “mediocre” "hombrecillo del bigote" que simboliza los "aspectos miserables" del poder (así lo describió Juan Luis Cebrián), a charlar amablemente sobre 40 años de la Constitución en los que hubo tiempo para hablar de los usos extraoficiales y placenteros de la mesa del despacho oficial de La Moncloa, pero nada para tratar la libertad de prensa (esa que como severo intervencionista con los medios de comunicación, Aznar respetó tan poquito cuando pidió la cabeza de Eduardo Haro Tecglen e Iñaki Gabilondo).

Relacionado Aznar: "La mesa del despacho oficial se utilizaba para placeres diferentes que el trabajo"

Ni que decir que sus “mentiras” sobre el papel en la Guerra de Irak o “instalación de la mayor red de corrupción política bajo su mandato” tampoco salieron en una charla en la que según El País daba gusto ver y escuchar a Aznar. Sí, el mismo que intentó meter en la prisión a Polanco.