La carga de la denominación patrón, adquiere hoy caracteres diferenciales con respecto a tiempos anteriores. Todo se ha transformado, y esto también. Por eso mantenemos la opción anglosajona, en la que la entrada del diccionario, boss, incluye el significado de patrón, como se suele traducir, pero también incluye a supremo, por tanto inalcanzable y, ésta otra que la dejo sin traducir, “top dog”. Hoy los jefes o patrones, los bosses, no parece que tengan vigentes las características que adornaron a los patrones de otra época. El boss actual ya no parece tener implicaciones con su gente. Los obreros han pasado a ser la carga que inevitablemente hay que soportar y que se resiste a cobrar salarios de hambre, lo que les convierte en insoportables.

La esfera de clases, en nuestras sociedades contemporáneas, se limita a patrones y obreros (que incluye a los funcionarios, como subclase), completados por máquinas y asesores. No obstante, se nos anuncia, insistentemente, que la parte que ocupan las máquinas está en franca expansión y ganando terreno. Como en otro momento anterior ya señalamos, la sustitución hombre-máquina nunca ha sido aclarada suficientemente, con objeto de que derechos y deberes de patronos y obreros se vean recompensados justamente.

Ahora, se perfila un futuro en que se nos anuncia que los robots van a liberarnos de la pesada carga de las tareas rutinarias. Y la cuestión no es cómo vamos a gestionar los humanos el tiempo liberado, el excedente que nos prometen. La razón es clara, si el beneficio que la robótica trae de la mano, solamente consiste en que el boss tiene que pagar menos salarios y que amortiza rápidamente la inversión en máquinas con los escasos recursos detraídos de su patrimonio, lo que conlleva que se deshace de los obreros. Así pues, el liberado, el obrero, el desplazado, ¿que percibe para que pueda disfrutar de su sustitución?

Imaginemos una situación límite: todos los obreros de España son sustituidos por máquinas programadas para realizar todas las tareas imaginables. ¿Por qué se pondría contenta la patronal? ¿Por la liberación de los trabajadores que pasarían a dedicar su tiempo a tareas más creativas en lugar de las rutinarias actuales? o ¿más bien se frotarían las manos por la diferencia a su favor por invertir en unas máquinas que ni sienten ni padecen y que una vez amortizadas ni siquiera comen? ¿Cómo se mantendría nuestro estado social? ¿Seguirían diciendo, los dirigentes del PP de turno, que tendríamos el Estado de Bienestar que podamos permitirnos? ¿Cómo se traduciría eso de podamos permitirnos? Sin ningún obrero que pudiera cotizar, ¿quién pagaría para poder mantener el Estado de Bienestar? ¿Qué sería, en este caso, vivir por encima de las posibilidades? ¿Qué responderíamos al interrogante sobre la sostenibilidad del Estado del Bienestar? Haría tiempo que había dejado de ser sostenible, por cuanto en la sustitución persona-máquina, el único que queda desvalido es el trabajador, que deja de aportar porque no tiene donde caerse muerto, literalmente. A nuestras posibilidades económicas no sería adecuado ningún Estado de Bienestar. No tendríamos opción a dedicarnos a disfrutar de la creatividad, por cuanto nadie podría pagarla. Y el gasto social, ¿quién lo pagaría? Si al Estado dejan de aportar los trabajadores, ¿quién aportaría algún recurso? Los bosses, una gran mayoría, explican por escrito, en papeles, que o pierden o ganan tan poco que no pueden colaborar. Eso ahora, cuando hubieran prescindido de los trabajadores, ya justificarían de forma permanente que con la inversión en máquinas no solo no habían ganancias, sino que tenían pérdidas. ¿Quién pagaría la educación? Los trabajadores ya no; los bosses ni por asomo. Eso de que los trabajadores se preparen no entra en sus cálculos si no es porque reciben compensaciones suficientes, pero si, además no tienen trabajadores, ¿para que se iban a preparar? Esto sería concebido como gasto superfluo. Aquí, la educación siempre ha sido gasto social, y habría que suprimirlo si no hay aportaciones suficientes para mantenerlo, sería un sistema insostenible, también.

Capítulo aparte sería la productividad. Los bosses estarían en el Edén, sin costes de personal. Cabría pensar en que se incrementaría el PIB, ya que salvo por las amortizaciones de la maquinaria, sin costes de personal, la competitividad sería máxima. Bueno, nada ni nadie asegura que la adquisición de la maquinaría sería la optima. En cuanto en otro país fueran los bosses más espabilados para adquirir más y mejores máquinas a menos precio, la cosa estaría chunga. Como para ese momento la I+D+i, ya ni se sabría lo que es, a costa de insistir en que inventen ellos, pues no tendríamos generación de máquina alguna que pudiera competir con otros países, que son esos del dicho de que inventen los demás. Lo tendrían mal los bosses españoles. Si los robots son de conserva, competiríamos con Marruecos y otros y, seguramente, con desventaja, en algunos casos, no en todos, porque suelen ser los mismos españoles los instalados en esos paises. El concepto de PIB per cápita, hasta ahora ha venido a caracterizar los recursos disponibles para establecer el Gasto Social per capita a nivelar y que en los países europeos responde a una correlación entre ambas variables, con coeficiente de correlación que supera el R2=0.97, pero que en el caso de la España está dedicando a gasto social menos de lo que debería por su nivel de renta. Según esto, debería aumentarlo y lo único que está haciendo es disminuyendo constantemente, con lo que llegar a cero en la edad de los robots, no nos costaría ningún esfuerzo.

No hemos hablado de los asesores que son esos privilegiados, que saben poco o nada de lo que llevan entre manos, pero que en algunos casos, toman bien las copas con gentes que compran cosas o conversan con quienes pueden tomar decisiones que repercuten favorablemente en los bosses que les pagan. Seguramente, en la edad de los robots, solamente tendrían futuro los que hablaran inglés, y no en la intimidad ni en alguna embajada, con lo que nos libraríamos de unos cuantos, pero hay que pensar que tendrían trabajo de comerciales, como ahora, pero incluso con responsabilidad ante los bosses. Son una clase, que como el famoso tifus en el fútbol, son difíciles de erradicar, pero que igual, en un futuro, tienen alguna oportunidad. Pero los que si crean una distorsión en el sistema son los actuales gobernantes, por cuanto estrictamente hablando, serían los únicos obreros que quedarían. Ellos, hoy, se creen bosses. Pero no, bosses no podrían ser, porque los bosses extrabajadores seríamos los ciudadanos de entonces, que pondríamos, contrataríamos (esta sería la fórmula más adecuada) a unos cuantos para que lleven a cabo las tareas que necesitáramos que hicieran y a eso lo llamaremos gobierno de la edad de los robots. Si, serían los únicos obreros del sistema robotizado. Serían los únicos en efectuar la aportaciones a la Seguridad Social. No podrían escaparse. Además con todos los extrabajadores liberados, estaríamos vigilantes para que no se escapara ninguno. ¿Se imaginan cómo nos íbamos a comportar los hoy ciudadanos, como bosses de los actuales gobernantes? De cine. No es posible que esto sea y me da gusto nada más que pensarlo. Sería oportuna una interboss, que supliera a las actuales intersindicales. Entre los contratados, también estarían los jueces, con una misión clara de impartir justicia, que hoy no tienen muy claro, pero que sin trabajadores en el escenario y solamente bosses, igual estarían más acertados. Habrá que esperar a ver. Los casos Bárcenas PP, Mato, Valencia, etc. no se darían. Con la fuerza que tendríamos como bosses, imposible. Y si se dieran, con unos bosses como los que habrían, los jueces lo tendrían bastante más claro. No puede ser cierto y me da gusto.

Alberto Requena es Presidente del Partido Socialista de la Región de Murcia