La plataforma Netflix ha publicado cinco capítulos de una serie documental sobre El caso de Alcàsser, el crimen ocurrido en 1992 en el que secuestraron, violaron, torturaron y asesinaron a tres adolescentes de entre 14 y 15 años en el municipio valenciano.

Durante los meses en los que Toñi, Míriam y Desirée estuvieron desaparecidas, todos los medios de comunicación y periodistas se hicieron eco de la noticia, algunos  de manera desproporcionada. Mariola Cubells, periodista que colabora en el documental de Netflix, ha publicado un artículo en Huffington Post rememorando cómo se trataron los hechos.

La periodista empieza mencionando una escena del juicio, que según ella fue la que describió a la perfección hasta dónde llegó el nivel mediático: El fiscal Enrique Beltrán iba a interrogar a Enrique Anglés, hermano de uno de los acusados, Antonio Anglés, y quien había estado la noche anterior siendo entrevistado por Pepe Navarro en la televisión.

En la conversación que mantuvieron, el fiscal le pregunta si su hermano era violento, a lo que responde “no, no era violento”. El fiscal le refuta diciendo que “ayer lo dijo usted en un programa de televisión”. “Ya, pero es que eso era la tele y esto es un juicio”, contestó el declarante.

“Enrique Anglés tenía un trastorno mental. Era un chaval a todas luces retrasado. Lo sabía Pepe Navarro cuando lo llevó a Esta noche cruzamos el Misisipi, lo sabía yo cuando le entrevisté tras su detención (…). Lo sabía cualquiera que cruzara con él cuatro palabras. Pero todos le dejamos hablar y le dimos salida a todo lo que dijo, por estúpido que pareciera”, escribe Cubells, para después añadir “¿nos planteamos alguna vez qué coño estábamos haciendo con él en particular y con todo en general? Nunca”.

A raíz de la cobertura periodística que tuvo el caso, se señala el nacimiento de la telebasura en España el 27 de enero de 1993, la noche en la que se encontraron los cadáveres de las tres menores. “El tema Alcàsser me perseguirá siempre. No estoy orgullosa de lo que hice durante aquel tiempo televisivo: he escrito y hablado sobre el tema para expiar la culpa”, relata la periodista.

Seguidamente analiza el trato a otro de los familiares, en este caso de una de las víctimas: Fernando García, el padre de Míriam. Según cuenta Cubells, el hombre dijo en una de las intervenciones televisivas sentirse “halagado por la repercusión que está teniendo el caso”. “La frase es el infierno. ¿Halagado? Dios mío…”, continúa diciendo, afirmando que “a Fernando García lo construyó la tele. La tele lo usó, abusó de él, lo estampó contra la pared, le hizo creer que SÍ, cuando era NO. Y lo digo yo, desde aquí, porque en mayor o menor medida fui una de ellas”.

También habla de todas las horas televisivas que se dedicaron al crimen, junto a los periodistas, realizadores, fotógrafos y cámaras que fueron necesarios para contarlo todo prácticamente al minuto, y da datos: “La noche de autos, Paco Lobatón presentó desde Alcàsser ¿Quién sabe dónde?, en TVE, y tuvo 8.692.000 de espectadores. Antena 3, con aquel espacio infernal en directo, De tú a tú, congregó a más de seis millones. Fue la segunda opción. Además eso, la segunda opción. Los directivos, encima, descontentos”.

La periodista se hace una pregunta, y se la responde a sí misma: “¿Contribuyó todo aquello de alguna manera a algo bueno, a resolver el crimen, a que las niñas aparecieran antes, a averiguar datos nuevos, a localizar a Antonio Anglés, a calmar el dolor? Rotundamente NO”.

En cuanto a las declaraciones que hizo en su día el capitán de la UCO, José Miguel Hernando, que están recogidas en el documental, sobre que los protocolos policiales “no se pueden sustituir por un programa de televisión”, Cubells recuerda que en programas de Paco Lobatón o Nieves Herrero, se entrevistó a varios espectadores en directo porque decían haber visto a las desaparecidas en Vigo, Granada o Madrid.

¿Hay que darle voz a los espectadores en un caso así? Por supuesto que NO. Si hay una prueba fiable, vaya usted a la Policía. No llame a la tele. Y por favor, si llama, que nadie le dé paso. Falsas esperanzas”, escribe, para luego repetir las palabras que el periodista Pepe Navarro dice en el documental: “No tratábamos de jugar a policías expertos en este tipo de situaciones. Para todos era especialmente nuevo y era especialmente delicado, de modo que lo que hacíamos era pasar sistemáticamente las informaciones a la Guardia Civil”.

Pero no solo fue él, ni solo Nieves Herrero quienes perdieron los papeles al emitir información tan detallada del caso. Otros como Paco Lobatón, quien reunió a vecinos, policías, y al presidente de la Generalitat Valenciana de aquel entonces, Joan Lerma; o Manuel Campo Vidal, quien dirigía los informativos de Antena 3 Noticias: “Llamó aquel día de 1993 a la madre de Miriam inmediatamente después de la noticia del hallazgo de los cadáveres, en directo. Introdujo la llamada con esta frase: “Nuestra obligación es llamar”. Luego le preguntó si estaba sola. En el informativo”, cuenta la autora del artículo.

Como epílogo final del escrito, Mariola Cubells se hace una autocrítica cuando fue a casa de Desirée a entrevistar a su madre para un reportaje del programa El Jui d’alcasser: “Se sentó en la cama, cogió un peluche y empezó a llorar. Lo único que pensé en aquel momento fue, “por favor, por favor, que esté grabando””, recuerda.

Como conclusión a todo este análisis del triple asesinato, la periodista cree que lo que hicieron los medios de comunicación básicamente fue “grabar el dolor y emitirlo”.