Un recorrido por Barcelona a primera hora de la mañana mostraba normalidad. Casi todos los comercios cerrados -las farmacias no- y poquísimos abiertos, pero ni rastro de piquetes. En la estación de Sants casi parecía un día normal a pesar de que la Generalitat, en un gesto inédito, rebajó los servicios mínimos del transporte a un 25%. En 40 años de democracia es la primera vez que un Gobierno, en vez de pugnar con los sindicatos por subir los servicios mínimos en el transporte, los rebaja al mínimo legal sin que nadie se lo pida.

“Es una parada política”

El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, hizo un llamamiento el pasado domingo por la noche a que la huelga general de este martes fuera masiva.

Inicialmente la convocatoria fue respaldada también por los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, que incluso sacaron un comunicado. Pero todo cambió ayer por la mañana cuando el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, dijo en rueda de prensa: “Creo que una huelga general ayuda a reforzar lo que hicimos este domingo -el referéndum- y lo que queremos hacer en los próximos días”. Acto seguido se mostró convencido de que la huelga tendría un grandísimo seguimiento.

Esto provocó una inmediata reacción en los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO. No hay que olvidar que las huelgas generales se convocan para exigir derechos para los trabajadores o para denunciar su precariedad. Estos sindicatos acordaron realizar Paros a lo largo de la jornada en protesta por las cargas policiales del domingo, pero no secundar la huelga.

“No estamos ante una huelga general. Es una parada política. Va más allá”, declaró el secretario general de UGT Camil Ros.