La pobreza infantil es una realidad social que nos afecta a todos y el primer paso para progresar como sociedad es hacerle frente. Jordi Riera, catedrático de Educación de la Universidad Ramón Llull, en la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte de Blanquerna, en colaboración con la Fundación “la Caixa”, habla en detalle sobre este tema.

El primero de los puntos que señala el profesor es el del contexto social actual, en el que hay grandes desigualdades cronificadas, entre las que se encuentran la mencionada pobreza infantil y la hambruna. Por eso propone nuevas estrategias para avanzar hacia una mayor justicia social y equidad, sobre todo para superar de una vez por todas las dependencias que se heredan, todavía hoy, de generación en generación. Las políticas de inclusión, según Riera, ya se han quedado cortas, y deben evolucionar. Se encuentran estancadas en cada sector de inclusión y la idea es que apunten a la acción transversal e interdisciplinar, siempre focalizada en la promoción de la autonomía de las personas, de las familias y de las comunidades.

No basta con pequeñas intervenciones, el modelo tiene que evolucionar desde lo vertical a lo horizontal

Ante la realidad social que vivimos, no valen las tibiezas. El catedrático plantea un nuevo modelo de intervención “de carácter sistémico y en red, transversalizando las políticas educativas, de salud, culturales y sociales, de colaboración corresponsable entre el sector público, el privado y el social”. ¿Cuál es el camino a seguir? El de crecer más en amplitud de intervención que en verticalidad. “Deberíamos pasar de la metáfora del ascensor social a la de la amplitud o ancho de banda de la inclusión”.

El catedrático Jordi Riera

Después de un importante avance en la reducción de la desigualdad en los años 80, que volvió a invertirse en los 90, según un estudio del Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, y que tuvo un nuevo paso atrás en la crisis que se inició en 2007/2008. La desigualdad provoca inestabilidad social y, si se cronifica, se produce desesperanza social y estancamiento. Esa eventual cronificación haría cada vez más difícil la puesta en marcha de políticas de redistribución. El planteamiento de Jordi Riera pretende impedir que esto suceda, para así evolucionar a una sociedad con mayor igualdad de oportunidades.

Cuando nos topamos con los rankings de los mejores países para vivir, hay un denominador común. No se trata de los países en los que hay más lujos, sino de aquellos en los que hay menor desigualdad, y por supuesto, la pobreza, principalmente la infantil, tiende a cero. Los PGE para 2022  recogen el compromiso del Gobierno con la protección a la familia y la lucha contra la pobreza infantil. Suma, además, el incremento de las dotaciones del sistema de becas y ayudas al estudio de carácter general, para que todos tengan la posibilidad de formarse.