Las naranjas más sabrosas, más auténticas, más sanas, son a menudo las menos bonitas

Amar a alguien a pesar de sus defectos y no por sus virtudes es sin duda el reto que supone el amor en estos tiempos.

Cuando echas un vistazo a las fotos de parejas con más “likes” ves perfección. Una perfección como de fruta de invernadero. Artificial, encerada, capturada en un instante que no es real si has necesitado varias tomas. Y aunque en el fondo sabemos que no es auténtica, nos parece más hermosa que la imagen medioborrosa que tenemos en nuestra mente de lo que es nuestra relación.

Me ocurre con el amor como con la fruta que compro. Las naranjas más sabrosas, más auténticas, más sanas, son a menudo las menos bonitas. Esas perfectamente redondas, con un color muy vivo y encerado, suelen quedar fantástico para adornar la foto pero son incomestibles en lo real y cotidiano.

Y con esta realidad a cuestas se hace más complicado amar a alguien imperfecto. A alguien que no cubre cada una de tus necesidades y en el preciso momento en el que lo quieres. Y como en el fondo sabes que no tienes por qué aguantar, y que con un solo movimiento de dedo en una aplicación puedes conocer a alguien nuevo que prometa ser mejor, pues desistes.

Hemos pasado del “aguanta” al “no romper a no ser que tengas un motivo gigantesco de peso” (malostratos, adicciones, infidelidades varias) y ahora al “a la mínima que no me convenza o me decepcione, puerta”. Y ni tanto ni tan poco.

El amor romántico nos ha cegado por completo. Nos han hecho creer que el amor no duele. ¡Y vaya si duele! Porque no todos estamos preparados para la lucha. Esa lucha diaria que supone ceder espacio y ganar espacio. Esa búsqueda de equilibrio entre ser vulnerable y llevar armadura, entre la independencia absoluta o la dependencia emocional, entre ser libres o esclavos de una relación, duele, desgasta, y al mismo tiempo es maravillosa.

Y sin embargo te quiero es una declaración de amor auténtico. Te quiero no porque seas perfecto para mí, sino porque a pesar de nuestras diferencias, de tus carencias (y las mías), de tus sombras, la luz que tienes me ilumina. Pero yo también tengo luz propia, por eso quiero estar contigo pero no te necesito. Y renuevo cada día, a tu lado, mis ganas de estar ahí.