Los dos grandes aspirantes a gobernar Castilla y León tras las elecciones del próximo 13-F, Alfonso Fernández Mañueco y Luis Tudanca, apuran los últimos minutos de la campaña electoral tratando de obtener un impulso final que les permita respirar con más tranquilidad en unos comicios que pueden decidirse por un puñado de votos. No es de extrañar que este jueves, penúltimo día para pedir el voto, ambos candidatos se hayan rodeado de todo el poderío orgánico posible para declinar la balanza hacia su favor: el PSOE ha dispuesto un mitin a tres, en Burgos, donde Tudanca ha contado con el apoyo del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y del actual líder del Ejecutivo, Pedro Sánchez; el PP ha decidido, sin embargo, alejar a Pablo Casado para actuar en dos frentes de forma paralela y poner sobre el escenario al expresidente Mariano Rajoy, quien, convertido en un teórico de prestigio tras la moción de censura que terminó con su carrera política, no ha dudado en pedir el voto para Mañueco.

El momento de forma que viven los dos protagonistas del envite es dispar. Mientras Mañueco es el principal aspirante a revalidar la presidencia, e incluso a ganar las elecciones –algo que no consiguió en 2019-, la aritmética apunta a un escenario en el que deberá aceptar las exigencias de Vox. Además, a nivel interno empiezan a escucharse voces que apuntan a un posible malestar con Pablo Casado y Teodoro García Egea, quienes, en su aspiración de demostrar que el efecto Ayuso era contagioso por el buen hacer nacional, forzaron este adelanto. Paralelamente, Tudanca vive en sus carnes la sensación de eterno aspirante: en 2019 ganó, pero no sumó; en 2022 confía en sumar, aunque no gane.

Porque precisamente de negociar y obtener los votos necesarios es de lo que van estas elecciones. 41 procuradores es el número mágico y Vox, según todas las quinielas, tendrá la llave para alcanzarlos. En el PP hay tres voces diferenciadas sobre una posible coalición con los de Abascal: la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que abre la puerta, la de Génova, que prefiere adelantar elecciones, y la de Mañueco, que se limita a esquivar la pregunta con frases hechas. En el PSOE usan la bala de la ultraderecha para poner a los populares entre la espada y la pared y, a la par, confían en que si ellos no suman Francisco Igea, candidato de Ciudadanos, cumpla su palabra y permita el cambio en Castilla y León.

Sánchez y Zapatero lo tienen claro: o cambio o ultraderecha

El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ha sido el primero de los tres protagonistas principales de la cita en tomar la palabra. Lo ha hecho para recordar que lo que está en juego, al calor de lo caprichoso de los números, no es que Mañueco siga presidiendo la Junta, sino que tenga que aceptar las exigencias de una ultraderecha que limita derechos para las minorías allí donde tiene voz.

Para ello, Zapatero ha recordado el papel de la mujer pidiendo que estas sean “las elecciones de la igualdad”: “Estas elecciones son importantes para las mujeres de Castilla y León y para las mujeres de toda España, porque el próximo domingo hay que afirmar en las urnas que la violencia de género existe y que las mujeres tienen derecho a la igualdad después de siglos de discriminación”, ha indicado, advirtiendo que “por un día, un voto o un escaño puede haber un retroceso, y puede ser en Castilla y León”.

Pedro Sánchez, posteriormente, ha tirado de recursos y ha recordado algunas de las medidas puestas en marcha por el Gobierno que lidera: “Nosotros somos el partido que más nos parecemos a España, a toda España. Por eso creemos en la descentralización de las instituciones. Y lo hacemos porque todos nuestros territorios merecen un trato preferente. No es el ciudadano el que se tiene que acercar al Estado, sino el Estado el que se tiene que acercar al ciudadano”.

También ha habido tiempo para los reproches al PP, tanto a nivel nacional como a nivel autonómico: “Si no defiendes a los trabajadores, si no defiendes a los pensionistas, si no respetas lo firmado por los empresarios, si no respetas la imagen de España en Europa… si solo aciertas cuando te equivocas, como pasó con la reforma laboral, la pregunta es sencilla: ¿para qué sirve el PP?”, ha sentenciado Sánchez.

Rajoy, “el guía” de Mañueco

Las comparecencias del candidato Alfonso Fernández Mañueco y de Mariano Rajoy han estado repletas de halagos compartidos. El aspirante a la Junta ha reconocido que el expresidente es “su guía”, ya que durante estos últimos años ha pensado en muchas ocasiones cómo actuaría su compañero antes de tomar una decisión: “El presidente Rajoy hizo lo que tenía que hacer para defender a los españoles. Quiero decir que estos tres años no han sido fáciles. He recibido de manera constante su llamada y siempre me preguntaba cuando tenía que tomar una decisión cómo lo haría usted: con sentido común, con la cabeza fría, con templanza… ha sido mi guía en estos años”.

Además, y haciendo gala del cambio de tono que está llevando a cabo, cambiando a Sánchez por Castilla y León como eje vertebrador de sus argumentos, Mañueco ha centrado su discurso en la economía, en la España Vaciada, en los consultorios en el medio rural y cuestiones de carácter más regional: “¿De qué van estas elecciones? Van de vosotros, de vuestros problemas, de las soluciones que necesitáis”. Sin embargo, también ha tenido tiempo para lanzar su propio diagnóstico del motivo por que los castellanos y leoneses deberán acudir a las urnas de forma anticipada: “Estamos ahora aquí porque Francisco Igea solo piensa en Francisco Igea, ya que torpedeó un pacto que funcionaba. Le daremos su respuesta en las urnas”.

Rajoy, que le ha cogido el testigo en el uso de la palabra, ha pronunciado un discurso propio de sus mejores momentos, haciendo reír a los presentes, plagado de chascarrillos y metáforas con sello propio: “He venido a pediros que votéis a Alfonso Fernández Mañueco, que es el mejor de los candidatos que se presenta. Además, os pido que votéis al PP, que es mi partido y el vuestro. Además, si me lo permitís, también he venido para dar un paseo por León, que es un plan magnífico que a nadie deja indiferente”.

Sin embargo, acabado el recetario de anécdotas graciosas, el expresidente del Gobierno ha centrado su discurso en el poder del PP, un partido serio, a su juicio, que es el dique de contención frente al populismo y las agrupaciones de amigos convertidas en actores políticos: “El PP es un partido que quiere tranquilidad, certidumbre. Es un partido de todas las regiones de España y de todas las provincias. Trabajamos para que toda Castilla y León crezca y mejore su bienestar, y también toda España. Somos un partido para todos”, ha sentenciado.