La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha desplegado este jueves una nueva dosis de racismo. Durante la sesión de control en la Asamblea de Madrid, la baronesa del Partido Popular (PP) se ha enfrentado a la pregunta de la extrema derecha, que ha tildado a los migrantes de “escoria criminal e invasora” que “degrada nuestra seguridad, vivienda y servicios públicos”, y ha decido responder al discurso de odio de Vox con una defensa mercantilista de los ciudadanos extranjeros que residen en la autonomía.
“Digo yo que alguien tendrá que limpiar en sus casas, recoger sus cosechas y poner los ladrillos de las casas donde luego vamos a vivir todos los demás”, ha pronunciado sin rubo la mandataria madrileña. Por esta razón, ha rechazado un “efecto expulsión” y ha defendido que “lo que hay que hacer es promover una inmigración vinculada al trabajo, ordenada, donde se cumpla la ley, el orden y las fronteras”, ámbitos que ha matizado que no son competencias de la Comunidad de Madrid. Dos formaciones racistas, cada una a su modo.
Los inmigrantes son basura sobrante para Vox, que defiende su expulsión sin distinción de clase y ensalzan el nacionalcostumbrismo para intentar penetrar en barrios precarizados. Un racismo que tan solo cambia de forma cuando quien habla, en vez del grupúsculo protofascista, es la encarnación española del neoliberalismo populista. Y es que para Ayuso los migrantes están bien cuando funcionan como una especie de esclavos que desempeñan los trabajos que nadie quiere, por menos dinero y en peores condiciones, engrosando los bolsillos de sus tan amados ricos y empresarios.
Si bien es cierto que muy pocas personas tienen la suerte de, sin haber dado palo al agua en su vida, poder acceder a uno de los chiringuitos creados por Esperanza Aguirre para cobrar un pastizal por fingir que trabaja. Algo que ha estado tan solo al alcance de grandes personalidades como la propia Isabel Díaz Ayuso o su compañero de aventuras en Madrid Network, Santiago Abascal, que no estaba presente en la Asamblea de Madrid, pero que ha mandado a su subordinada a verter el mismo discurso que el vomita allá donde va.
Las 25.000 viviendas fantasma prometidas por Ayuso
Dejando a un lado que para la caverna que agrupa a PP y Vox todo es culpa de los migrantes y, en su defecto, de Pedro Sánchez, ambas formaciones amigas han discutido sobre las famosas 25.000 viviendas que Ayuso prometió en 2019 y de las que aún no se sabe nada. “¿Dónde están las viviendas que usted prometió y le debe a los madrileños?”, ha trasladado la portavoz ultra a la presidenta, quien por supuesto no ha respondido a esta cuestión.
En vez de eso, Ayuso ha vuelto a hacer gala de su ignorancia, impostada o real, para señalar que la culpa de todo es de la “economía socialista” que, según ella, impera en España. Poco más que un orgullo para la extinta Unión Soviética, donde el porcentaje de propietarios en sus repúblicas superaba holgadamente el 90%. Un clásico de Ayuso: la canibalización y precarización del capitalismo son comunismo y, como no podía ser de otra manera, Sánchez es comunista.
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