En el Madrid del año 2025 se sigue censurando a artistas. Eso es exactamente lo que ha hecho el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso con Nacho Duato: primero le cancelaron cuatro espectáculos en los Teatros del Canal y ahora le impiden comparecer ante la Comisión de Cultura de la Asamblea de Madrid.
Cinco veces lo hemos solicitado desde Más Madrid, y cinco veces la Mesa de la Asamblea —con la mayoría del Partido Popular— ha decidido inadmitirlo. Cinco formas distintas de decir lo mismo: “Nacho Duato está vetado en Madrid”. No estamos hablamos de una mera anécdota con más o menos tirón comunicativo, estamos hablando de censura política en la cultura de la Comunidad de Madrid.
Ayuso no soporta la cultura que no le baila el agua, la que no le rinde pleitesía, la que piensa, la cultura incómoda, la cultura que no se arrodilla a su Madrid taurino y de cartón piedra. En su Madrid, la cultura se mide en número de espectadores, en cifras de venta y en metros de alfombra roja, donde todo se convierte en una operación de propaganda política al servicio del ego de la presidenta pagado con dinero público.
El veto a Nacho Duato es solo la punta del iceberg de una red clientelar y de una política cultural levantada a base de amiguismo, contratos opacos y premios a los afines. Mientras, los artistas y creadores de Madrid apenas pueden sobrevivir, atrapados en una precariedad estructural que forma parte del paisaje cultural, mientras tienen que cancelar espectáculos por falta de recursos o se les excluye de subvenciones y programaciones públicas.
El dinero, cuando es para propaganda, nunca falta: medio millón de euros para Gloria Estefan y su hija en el Festival de la Hispanidad. Para los amigos y amigas de Ayuso, para los que aplauden “Madrid, capital de la libertad”, siempre hay presupuesto, mientras los artistas madrileños siguen esperando una nómina digna a fin de mes. Y cuando alguien incomoda, lo silencian.
Ayuso lo hizo con Nacho Duato cancelándole en los Teatros del Canal y ahora lo hace no permitiendo que comparezca en la Comisión de Cultura de la Asamblea de Madrid, como antes lo hizo con otros artistas “incómodos”. Lo hace con los artistas que intentan trabajar con criterios profesionales y no con consignas políticas. Lo hace cuando convierte los espacios públicos en escenarios de propaganda, como hemos visto en el Festival de la Hispanidad o en los Premios de Cultura de la Comunidad de Madrid.
En Madrid se premia el amiguismo, se abandona a los creadores y a las creadoras, y se adjudican proyectos sin transparencia. Vivimos en un Madrid donde los festivales se han convertido en un escaparate turístico, donde la política cultural se decide en el despacho de la presidenta en la Puerta del Sol, donde la injerencia política ha decidido abandonar al sector cultural, premiar la obediencia y castigar la independencia.
Pero la cultura de Madrid es otra cosa: la cultura de Madrid piensa, discute y es incómoda cuando hace falta. La cultura de Madrid no puede depender de los caprichos y las injerencias de una presidenta, ni de sus cálculos electorales. La cultura tiene que ser abierta, diversa, inclusiva, parecida a la calle y no al despacho de Ayuso.
Por eso el caso Duato no es un veto, es un aviso. Es la demostración de que en Madrid la excelencia artística no importa si no se arrodilla ante Ayuso. Que un artista con el prestigio y la trayectoria de Nacho Duato no pueda actuar en un teatro público o no pueda comparecer en la Comisión de Cultura de la Asamblea de Madrid, dice mucho del miedo de su gobierno al debate, a la libertad y a la verdad.
Cuando Ayuso intenta ponerle una mordaza a Nacho Duato, no solo está vetando a un creador, está vetando a todos y todas los que creemos en que las políticas culturales deben servir para garantizar los derechos culturales, promover la mediación cultural y poner en valor la perspectiva de la cultura como eje transformador de una sociedad que avanza hacia el bienestar desde lo local.
Cada vez que la derecha madrileña censura una voz diferente, más evidente es su debilidad, si Ayuso necesita silenciar a los artistas y a los creadores para sostener su relato, es que ya hace mucho tiempo que ha perdido la “batalla cultural”.
Marisa Escalante
Diputada y portavoz de Cultura de Más Madrid en la Asamblea de Madrid
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