Hace menos de un mes la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, declaraba el flamenco como Bien de Interés Cultural (BIC), levantando no pocas críticas entre quienes consideraban que el hecho obedecía a una apropiación cultural por parte de la responsable regional. La cuestión, por cierto, le había costado antes un rifirrafe con su homólogo andaluz, Juanma Moreno Bonilla.

Ahora, veinte días después, el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, suprime un certamen de este arte que llevaba operativo nada menos que ocho años. Este mismo martes, el Grupo Socialista en el Ayuntamiento exige, en primer lugar, conocer el porqué de esta decisión, y solicita después que el evento vuelva a celebrarse. Para ello, ha registrado una pregunta en el Consistorio gobernado por el PP.

Las mismas explicaciones las reclama Unión Flamenca, un sindicato con sede en Sevilla que vela por la defensa de este patrimonio en toda España y que no oculta su tristeza por la supresión de un festival que es “pionero a nivel nacional e internacional”. “Es como si desaparece la Bienal de Sevilla”, ha llegado a indicar.

Ellos se enteraron por su director artístico, Ángel Rojas, e inmediatamente pusieron en conocimiento de la izquierda madrileña lo que estaba ocurriendo, tal y como cuenta la portavoz de Cultura del PSOE, Adriana Moscoso, en declaraciones a ElPlural.com. En conversaciones con este medio, la concejala destaca que el festival estaba presupuestado a finales de año -se iba a destinar a él la cuantía de 170.000 euros- e iba por su octava edición.

“Todo iba bien. Había una muy buena colaboración público-privada, se habían creado circuitos muy favorables para los bailarines y las compañías… Nadie sabe qué ha pasado, lo que todo el mundo sabe es que levantar un festival de cualquier tipo es muy difícil y este había crecido mucho y era especialmente integrador”, dice con nostalgia. “Y ahora, de la noche a la mañana se volatiliza todo sin explicación ninguna”, lamenta, “porque no tienen ningún sentido que se haga una Declaración de Bien Cultural, vayan por el mundo desprendiéndose en elogios hacia las virtudes del flamenco y a la hora de la verdad no lo demuestren”.

Cabe destacar que la responsable de la Consejería, Marta Rivera de la Cruz, fue también consejera de Cultura y Turismo con la presidenta regional (entre 2019 y 2023) y que fue ella la que durante un desplazamiento a Nueva York con Almeida en 2022 puso en valor el “valor cultural, económico y de imagen” del flamenco, un estilo que “diferencia a Madrid del resto de capitales europeas y del mundo”.

Elecciones a dedo o unilaterales: la tónica de Almeida

A pesar de todo, las declaraciones de Moscoso no muestran sorpresa más allá, evidentemente, de esta decisión concreta: “Es el patrón de comportamiento de este área: toma de decisiones de manera unilateral, nombramiento a dedo de los directores culturales a dedos… Apuesta por la poca transparencia y participación”.

Uno de los ejemplos concretos que rescata con estas palabras la oposición obedece al nombramiento a dedo del gobierno de Almeida a través de contratos negociados sin publicidad a través de la empresa pública Madrid Destino, cuyo nombre ha vuelto a saltar a la palestra en los últimos días por la polémica mascletà celebrada el pasado domingo en Madrid Río.

Tal y como ha informado este medio, el área dirigida por Rivera ha decidido colocar a dedo a absolutamente todas las personas encargadas de dirigir los grandes centros culturales del propio Consistorio, entre cuyos nombres propios se encuentran algunos tan ilustres como Matadero, el Teatro Español o el Circo Price. El principal problema para artista y público cuando el programa cultural de un espacio depende del político de turno es que se fomenta la censura, pues es difícil imaginar que el interés cultural pueda sobreponerse al ideológico; máxime en un escenario en el que se ve con clarividencia cómo la censura de Vox -con el beneplácito muchas veces del PP- campa a sus anchas por los escenarios de los territorios en los que tienen peso gubernamental.

Desde el Ayuntamiento justifican que solo es un alto en el camino. Así, se refieren a “nuevas acciones más ambiciosas para complementar el festival” y que seguirá teniendo cabida en muchas de las actividades y programas culturales que son poco menos que una religión en la ciudad, como las fiestas se San Isidro o los Veranos de la Villa. No obstante, las explicaciones no convencen a artistas ni oposición.

Entretanto, mascletà

Sin embargo, hace tan solo dos días que el alcalde de Madrid daba rienda suelta a su capricho en forma de explosión con una gran mascletá en Puente del Rey, con 300 kilos de pólvora, más dinero que cualquiera mascletà de Valencia y cobrándose la vida de buena parte de fauna de uno de los corazones naturales de Madrid, por mucho que la derecha ironice con ello.