Si los periodistas no nos defendemos a nosotros mismos, será difícil que nadie lo haga. La profesión está amenazada, como escribe este domingo en El Norte de Castilla uno de sus redactores, por “el descrédito del intrusismo de buleros profesionales que viven de subvenciones públicas que otorgan políticos sin escrúpulos” y por el hecho de que hay “empresas presuntamente periodísticas que en el fondo no son más que brazos armados de los intereses empresariales de sus dueños”.
Las citas son literales, como literal es el mensaje que una de las redactoras de Televisión Castilla y León, Noemí Morante, ha compartido en Twitter de su puño y letra: “Ningún trabajador quiere hacer huelga. Ningún trabajador quiere conflicto con la empresa que le da de comer. Pero todo trabajador necesita percibir una retribución justa”, escribe Noemí, clamando desde las redes sociales, después de varios días de huelga que llevaron a estos profesionales a hacer ruido a las puertas del Teatro Calderón durante la inauguración de la Semana de Cine de Valladolid el pasado viernes.
20 millones de subvención, salario mínimo por trabajador
La Junta de Castilla y León dedica subvenciones nominativas a la televisión de la comunidad que superan los 20 millones de euros, pero a los trabajadores les llega únicamente el salario mínimo. La negociación con la empresa se vuelve imposible y las mejoras propuestas no dan ni para una botella de aceite al mes en el supermercado.
¿Por qué hoy estamos donde estamos?, pregunta Noemí, y se responde: “El sueldo base de la mayoría de los trabajadores es menor que el que corresponde a empleos cualificados, y si obviamos algún complemento (volubles), no está muy lejos del salario mínimo interprofesional”.
Henar Valerio, también redactora, añade: “Acostumbrados a ser nosotros quienes denunciamos las situaciones precarias que viven otros, ahora alzamos la voz en un grito de socorro porque nuestra profesión es preciosa, pero si se ejerce con libertad y nuestras condiciones laborales nos lo permiten. Contratos precarios desde hace años, sueldos que no van acordes a la subida de los costes de la vida, jornadas que imposibilitan la conciliación, bajas que no se sustituyen, lo que ejerce más presión sobre quienes siguen trabajando”.
Su voz apenas se escucha
Los periodistas de esta televisión, privada y en manos de dos empresarios de la construcción que se sentaron en los tribunales por corrupción, pero financiada con fondos públicos por el Gobierno del Partido Popular de Alfonso Fernández Mañueco, llevan años reclamando y soportando jornadas interminables, responsabilidades máximas y condiciones precarias. Pero su voz apenas se escucha. El reparto de publicidad institucional de la Junta de Castilla y León hace muchos años que silencia las reivindicaciones justas de los periodistas que llevan a la ciudadanía la actualidad de la comunidad autónoma desde la televisión.
“Las jornadas laborales son, en una gran mayoría, partidas. Hay contratos de 3 y 4 horas. No hay correcta distribución de categorías profesionales (que incluyen las funciones que realizamos realmente). Multitareas, sin opción de progresar, sin reconocimientos médicos, sin cursos de formación”, continúa Noemí.
El modelo de televisión
“El problema no es solo la actitud de la empresa”, decía el viernes, a las puertas de la SEMINCI, durante la protesta de los trabajadores, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, “el problema es el modelo de televisión que desde hace muchos años lleva impulsando la Junta de Castilla y León: un modelo fracasado que tiene que ser revisado y garantizar un servicio público”; es decir, un modelo de subvenciones a empresas privadas cuyos trabajadores no tienen asegurado un salario digno y cuyos beneficios se volatilizan a la vista de nadie.
“Como negociar con el Tío Gilito”
CCOO y UGT reclaman al Gobierno de Mañueco que modifique sus criterios en el contrato para que las empresas que ofrecen este servicio público dignifiquen el trabajo de sus plantillas.
“Las negociaciones están bloqueadas, porque la empresa no quiere tocar un euro de las propuestas salariales“, añadía el responsable de UGT en la negociación del convenio con la empresa, Gerardo García: “Es como negociar con el Tío Gilito, porque después de haber rebajado nuestras pretensiones a mínimos se han negado a firmar una cantidad de 18 euros al mes para dentro de tres años; en ese punto estamos”.
El 95% de la plantilla, en huelga
El viernes, uno de los días más brillantes del año en Valladolid, cuando la Semana Internacional de Cine desplegaba su alfombra, el seguimiento de la huelga en los dos centros de Valladolid alcanzaba el 95% y en centros como Salamanca, León o Ponferrada no se emitieron informativos ni programas.
El programa especial sobre la alfombra de la SEMINCI a las puertas del Teatro Calderón sufrió que presentadores y técnicos secundaran la huelga, y para la retransmisión de la gala de inauguración, ya en el interior del teatro, la productora habitual, CESNA, que da línea a TVE, se vio obligada a subcontratar a otra productora de Murcia.
“Adoro mi trabajo”
“Adoro mi trabajo. Adoro poder hacer información para mi ciudad. Es precioso. Y es importante.” Noemí llora desde Twitter por una profesión socialmente imprescindible de la que, en estas condiciones, es imposible vivir. “No nos podemos quedar callados ante un convenio indigno”.
“No pedimos nada extraordinario”, clama Henar, “queremos seguir trabajando en la empresa que nos posibilita ejercer una de las mejores profesiones del mundo, pero debemos poder hacerlo bien”.
“Estamos hasta el moño”. Ese es el grito de socorro. Y nosotros, los periodistas, no nos podemos quedar callados.