Juan García-Gallardo, quien fuera exvicepresidente del Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León y máximo exponente de Vox en la comunidad, renuncia a la política con una dura carta de despedida que ha compartido este lunes en redes sociales en la que carga contra la “oligarquía” y se lamenta de falta de ética y lealtad en la formación de Santiago Abascal.
Gallardo, durante un tiempo único cargo institucional de relevancia de la ultraderecha en el país tras el pacto alcanzado en Castilla y León con el Partido Popular en febrero de 2022, sale del panorama político pocos días después de que él mismo y su grupo más cercano en el Parlamento autonómico expulsara a dos procuradores de su bancada que reclamaban más democracia interna, primarias y la vuelta a los orígenes de la formación.
¡Gracias y hasta pronto! 🟢🇪🇸 pic.twitter.com/AfH0lLMnvD
— Juan García-Gallardo (@juan_ggallardo) February 3, 2025
“La ley de hierro de la oligarquía”
En su misiva, Gallardo cita a Dalmacio Negro y a la “ley de hierro de la oligarquía” con la que, lamenta, intentar acabar es “una quimera” y “una acción estéril” y afirma que el proyecto “unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas”, ha cambiado, de modo que “la dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás”.
El burgalés se desmarca de los dos procuradores a los que se expulsó del Grupo Parlamentario en las Cortes de Castilla y León del que hasta hoy era portavoz el pasado viernes por reclamar democracia interna y primarias, pero añade que “en lo que no cabe conformismo es en la exigencia de una conducta ética a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos, en nuestro caso, Vox”.
Renuncia a todos los cargos
Gallardo renuncia a todos los cargos que ostentaba: tanto la portavocía en el Grupo de Vox en las Cortes, como a su acta de procurador en el Parlamento autonómico y su pertenencia al Comité Ejecutivo Nacional, volviendo, dice, “a mi condición de afiliado raso de Vox y retomando mi actividad profesional privada como abogado”.
Pero no lo hace sin desahogo, sino que apunta a fuertes “discrepancias con las decisiones de la dirección del partido”, que ha llevado, dice, “con el mayor nivel de reserva posible”, y que finalmente le empujan a abandonar, decisión que describe como “personal e independiente”.
Lealtad sin reciprocidad
Añade, rotundo, que en los últimos tres años ha sido siempre leal al presidente y a su equipo más próximo, si bien sugiere que no ha recibido el mismo trato: “Lealtad toda, mientras exista reciprocidad”, y subraya que mantendrá su apoyo al programa político de Vox “sin matices” deseándole éxitos electorales a la formación a la que promete contribuir con su modesta aportación desde la base.
No obstante, se muestra partidario de que “la necesidad urgente de un cambio en la política española” no lleve a Vox a “buscar atajos, ni a aceptar conductas que no compartimos”, sin especificar a qué se refiere en concreto.
Gallardo finaliza con otra cita de Tomás Moro —curiosamente padre del término “socialismo” contra el que el dimisionario ha clamado agresivamente de forma reiterada—: “Si el honor trajese cuenta, todo el mundo sería honorable”, escribe; “Pero en cuestiones de conciencia no cabe el cálculo, solo la acción firme y desinteresada, con respeto a las normas, especialmente para quienes pudiera parecer que no merecen ese amparo”.
Con la salida de Gallardo del proyecto político de Vox en Castilla y León en este aparente proceso de inmolación del Grupo Parlamentario, el único bastión superviviente se sitúa ahora en la Presidencia de las Cortes, en la que continúa Carlos Pollán.
El presidente del Parlamento, que resistió el verano pasado a la cascada de dimisiones de la ultraderecha en la que cayeron el vicepresidente Gallardo y los consejeros de Agricultura y Empleo, se queda aún más solo hoy sujetando la bandera de Vox en la comunidad.