El verano llega a su fin. Oficialmente lo hará el día 21, sin embargo, para la política lo hizo en Cerdedo-Cotobade, con el arranque del curso por parte del PP. Esta localidad pontevedresa es conocida por su espectacular carballeira de San Xusto, un paraje que, curiosamente, es del pueblo porque los vecinos se levantaron contra la iglesia que se la había apropiado. Ocurrió en la década de los 90 y la justicia les dio la razón.

En los últimos años, los 'populares' han elegido este punto para levantar el telón político de cada ejercicio. El de 2022 ha sido especial porque Alberto Núñez Feijóo debutó como líder nacional de su partido. Por tal motivo, hasta el concello se desplazó la cúpula del PP y los presidentes de Madrid, Castilla y León, Murcia, Andalucía y, para actuar como anfitrión, Galicia.

Alfonso Rueda también se estrenó en este rol. Lo hizo sin emocionarse. Esto, como siempre, le tocó a Feijóo que, como todo el mundo esperaba, volvió a repetir en Cotobade los sollozos al recordar que regresaba a su tierra.

En realidad, desde que se fue no ha dejado de pasarse por aquí. De hecho, al cónclave 'popular' se desplazó desde Moaña, en O Morrazo, a una hora en coche, donde pasaba unos días en su residencia veraniega. Y, precisamente, estas visitas continuas de Feijóo deslucen el papel de Rueda, que parece no creerse que ocupa la presidencia de la Xunta de Galicia y del PPdeG (a lo que tampoco ayudan algunos comunicados lanzados desde su partido).

Tampoco es aliada su actitud cuando se encuentra con el de Os Peares, quien cada vez que toma parte en algún acto -por regla general romerías y comidas populares- lo hace en una posición de poder, como si no hubiese dejado San Caetano.

Rueda se resiente y da la impresión de que su imagen no sale bien parada. Su nivel de conocimiento por parte de la ciudadanía es muy inferior al de Feijóo, pero lo es también en comparación con la líder del BNG, Ana Pontón. Puede ser una casualidad, pero del sondeo del Instituto Sondaxe del que se extrae ese dato destaca también un descenso del número de diputados quedándose al borde de la mayoría si hubiera ahora elecciones.

En actos como los celebrados en Cambados por la Festa do Albariño, solo por citar uno, sus alabanzas a Feijóo son tan exageradas que le han reportado ya alguna crítica interna.

Alfonso Rueda, según señalan algunos de sus interlocutores, es más accesible (o lo era como conselleiro) que su predecesor. Incluso, más dialongante y abierto a la negociación. Sin embargo, la sombra del de Os Peares es demasiado alargada.

Feijóo, sobre la base de sus mayorías absolutas en Galicia y el reciente salto a Madrid, ha forjado una imagen de fortaleza. Y esto lo ha logrado a pesar de sus habituales cambios de opinión, en especial desde que inició su carrera hacia Génova 13. Esta mutación 'bidireccional' que le hace pasar del discurso moderado al radical la ha acentuado desde que tiene en sus manos el bastón de mando nacional 'popular'. A Rueda le falta eso: creerse que es el líder en la región.

El equipo tampoco ayuda. El último ejemplo es el último comunicado de Paula Prado, la secretaria general del PPdeG nombrada por él. La conclusión es que el nuevo presidente de la Xunta no se pone el traje de máximo responsable político a nivel autonómico con claridad.

Hay quien le echa en cara que siga actuando como conselleiro de Turismo o del Xacobeo. Opinan esos críticos que los actos en los que participa tienen que ver casi en su totalidad con iniciativas relacionadas con el bienio santo.

De la sombra alargada de Feijóo y de como tapa a su sucesor se han dado varios ejemplos en las últimas semanas. En las fotos que tanto gustan al ex presidente gallego, este aparece siempre en el centro, con un Rueda desplazado. Como si Feijóo siguiera en la Xunta, cuando en realidad es 'solo' un senador.

Durante su estancia veraniega en Galicia, junto al ex líder regional y ahora mandamás nacional, aparece Diego Calvo al que muchos definen como el verdadero delfín, protegido de Feijóo y al que el nuevo presidente ha tenido que dar una de esas carteras que te permiten mucho lucimiento en forma de fotos amables y poco desgaste de gestión.

Alfonso Rueda no lo va a tener fácil interna y externamente. Habrá que esperar a que acabe el primer Xacobeo bianual de la historia para ver si consigue despegar y ejercer como presidente de todos los gallegos. Hasta ese momento su papel parece limitarse a titular de Turismo, romerías y actos públicos eclesiásticos.

Lo que ocurre es que, hasta entonces, la herencia envenenada de Feijóo (sanidad colapsada, atención primaria desmantelada, educación pública con falta de recursos, problemas en las escuelas infantiles de la Xunta, industria en retroceso, etc.) va a seguir acumulándose.