“Nos llevamos muy bien. Nunca discutimos”. Es una frase que escucho a menudo como síntoma de una buena relación. Y lo cierto es que la evidencia científica nos dice todo lo contrario. Las parejas que discuten (de forma efectiva) tienen 10 veces más probabilidades de permanecer felizmente unidos que aquellas parejas que no discuten.

Hablar de aquello que sentimos, aunque sea un tema sensible, aunque pueda derivar en discrepancias, en discusión, es más positivo para el estado de la relación que la propia evitación.

Porque no discutir no implica que no te molesten o disgusten asuntos sino que prefieres o temes afrontarlos. Esta evitación sostiene aquello que te disgusta, porque no has dado la oportunidad de cambiarlo, de aprender a gestionarlo.

No son pocas las personas que acuden a mi consulta y me cuentan, sorprendidos, que su pareja ha puesto fin a la relación argumentando unos motivos que escuchaban por primera vez prácticamente el día D, el día que se puso fin a su historia de amor.

Tras relatarme esos argumentos que la otra persona les dio para poner fin a su matrimonio o su relación, suelen agregar esa frase con la que iniciaba el artículo: nunca discutimos.

Y ahí vienen las lamentaciones y los “y si”. ¿Y si hubiéramos hablado de esto o de aquello?, ¿Y si me hubiera contado que esto le molestaba tanto?, ¿Y si hubiéramos hecho esto o lo otro para arreglarlo? Pero la decisión está tomada y es irrevocable. Y queda el sabor amargo de quien sabe que pudo intentar tantas cosas para solucionar algo pero no sabía que había algo por arreglar.

Hablamos de lo que nos ha ocurrido durante el día, de lo que nos molestó de este compañero de trabajo o de nuestra madre, de fútbol, de cine…pero no de las emociones que rodean los acontecimientos que vivimos cada día con la persona amada. Porque la vida es breve y preciosa como para andar siendo quisquillosos o ponernos negativos. O quizá es porque pensamos que nuestra pareja que nos ama debería saber cómo nos sentimos y debería evitar aquellas cosas que nos hieren.

Pero todo esto son suposiciones en la mente de otra persona. Si no lo hablas es como si no existiera. Pero lo almacenas en tu mente como en una lista que un día sacas a relucir y es tan larga que pesa tanto como para poner fin a una relación importante.

Por ese motivo digo siempre: me preocupa tanto o más una pareja que no discute nunca como aquella que discute mucho y mal.

Hablemos de nuestras emociones, de nuestras sensaciones, de lo que de verdad importa. Porque lo digo yo que veo parejas que se rompen y personas que vienen a verme en la resaca de la tormenta. Pero sobretodo lo dicen los estudios que han valorado a cientos de parejas. No evites una discusión. Toma tu responsabilidad emocional sobre tus sentimientos, no le descargues esa responsabilidad a tu pareja. En definitiva, dale la oportunidad a tu relación de poner las cartas sobre la mesa sobre lo que puede ser mejorado.