El Borge es uno de los más de 30 municipios de la bellísima comarca de la Axarquía. Con su cuerpo posado en una agreste sierra, sus pies a tan solo 16 kilómetros de la arena de la playa de Torre del Mar y sus brazos a poco más de 30 de la capital, la actitud de inteligencia natural de sus 933 habitantes les sitúan en el ranking de cero infectados por el Covid-19. Gente sencilla y humilde que con sus callejuelas y rincones erigieron un refugio natural frente al bicho. “Aquí nos cuidamos bien y nos portamos como hay que portarse, bien por el bien de todos”. Qué maestría lingüística la de nuestra cicerone local  para decirnos tres veces “bien” en tan solo una frase y sin que suene repetitivo. Un pueblo andaluz fronterizo con los Montes de Málaga con fragancia de buena gente y que huele a jaras, retamas y encinares en un entorno privilegiado de la España “vaciada” y ahora, después de la pandemia, tal vez la España “envidiada”.

En El Borge abundan los viñedos y las casas de labor con paseros, de ahí que se le conozca como Villa de la Uva Pasa. Un producto de la Axarquía que entró en el mapa mundial de los tesoros naturales con su reconocimiento en 2018 de SIPAM por la ONU. Distinción que reconoce la conservación del medio ambiente con las tradiciones y que avala la dignidad y el trabajo de unos agricultores que han mantenido sus costumbres seculares.

Aquí ya fijan los ojos quienes ahora ven en su paz, en su leyenda de indomable (foco de rebeldía durante el levantamiento morisco) y en su pasado de bandolerismo, una gran oferta de turismo rural. Pero además de todos esos encantos ha protagonizado una bella historia.

Llegó a tener dos cooperativas textiles y 50  mujeres trabajando

Paseamos entre blancas fachadas de cal, geranios y gitanillas de sus balcones en sinuosas y angostas calles de sabor musulmán. Ana, nuestra improvisada guía, cuenta como El Borge tiene un relato que ancla en 50 trabajadoras que llegaron a dinamizar dos cooperativas textiles con productos demandados por su alta calidad para toda España, en especial material sanitario.

Nos cuenta que hubo hasta 50 costureras trabajando en el inicio de la década de los 80. Empezaron trabajando en la parte baja de una casa cedida por una vecina. “Hará unos cuarenta años se montó una cooperativa en el pueblo para fabricar material sanitario como gorros de quirófanos. Luego vinieron batas, patucos, todo material sanitario. Más tarde se abrió una segunda fábrica. Empezaron llevándose la fabricación “a África o qué sé yo”. En 2008 a China y vino el cierre definitivo “porque pagaban tan poco que había que estar muchas horas para ganar muy poco, trabajar como chinos”. Al empresario “le traía mas cuenta llevar y traer material a China que pagar aquí un poco más”. Es ese balance negativo que muestra la amarga  deslocalización y del que ahora se ha visto su cara más negativa.

Con “la bulla del Covid” sacan sus máquinas de coser a la calle

Ahora, dice esa antigua trabajadora que entró de adolescente y salió siendo madre adulta, ante la urgencia se han sacado las máquinas de sus casas para fabricar  mascarillas con remanentes de telas que habían almacenadas y alguna donación. Ha sido un trabajo para ayudar y no continuará “porque se ganaría tan poco que no se podría pagar ni el seguro”. Pero esto ha sido por la “bulla del virus, luego se acabará”. “Sería muy bueno que se encargara trabajo para más tiempo y se pudiera empezar de nuevo”, nos dice. Un empresario, bajo fórmula de colaboración, suministró más material y diez mujeres del antiguo batallón de costureras valientes de El Borge han fabricado hasta 2.000 mascarillas diarias para tapar esos huecos de necesidad. Incluso alguna empresa distribuidora de ámbito nacional se las ha comprado. Entendieron que no merecía la pena el mínimo beneficio y pidieron que se aplicara a comprar más tela para seguir fabricando para donarlas.

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Y llega el alcalde

En ese paseo imaginario me encuentro con Raúl Vallejo, su alcalde. En condiciones normales, como ya hemos hecho en alguna ocasión, nos hubiéramos tomado unas cervezas, migas y viandas tradicionales en el Hotel Posada del Bandolero y Museo del Bandolerismo, un precioso rincón que ocupa lo que hace casi dos siglos fue la casa natal de El Bizco de El Borge, uno de los bandoleros más famosos de la Andalucía del XIX.

Este regidor socialista de un pueblo que desde la transición alterna alcaldes de izquierdas de distintas formaciones, nos cuenta que estas dos cooperativas llegaron a distribuir, a multinacionales como Johnson & Johnson y a una gran cadena nacional, batas de quirófanos patucos, gorros y sábanas. En su momento álgido trabajaron 40 mujeres con sus correspondientes máquinas bajo un  régimen de cooperativa. Es por ello que las máquinas de coser no las aportó la empresa sino que las fueron comprando ellas con parte de su sueldo desquitada una parte de su nómina mensual. Cuando en 2008 las fábricas se clausuran, aquellas que menos tiempo llevaban no pudieron llevarse las máquinas, en cambio algunas, las más veteranas, si pudieron disponer de ellas y se las llevaron por haberlas pagado en su totalidad.

Donaciones de mascarillas a hospitales y comercios

Estos días, pero de manera excepcional y como labor solidaria sin ánimo de lucro, han estado trabajando unas diez mujeres integrantes de las dos cooperativas que hubo. Estas mascarillas han sido donadas al Hospital comarcal, el de la Axarquía, comercios de la zona y a colectivos y  personas que las necesitaban.  Raúl dice estar abierto y con posibilidades de colaboración a hablar con Inversores abierto el alcalde, una marca, un sello de calidad.

Nos cuenta el alcalde que el Ayuntamiento ha colaborado con la cesión de una nave y afrontando los gastos de luz y agua. Vallejo afirma que mientras haya actividad y necesidad de esos materiales “esa nave estará abierta para las mujeres” y nos elogia la calidad de los productos que confeccionan por la experiencia que acumulan estas vecinas de años pasados. Con orgullo comenta que recibió una llamada del responsable del hospital  de comarcal para felicitarle porque esas batas y mascarillas superaban en calidad a las de sus proveedores.

Ofertas de inversión a empresarios

El alcalde quiere aprovechar este gesto solidario de su gente para invitar a inversores a que se implanten aquí  con este diestro material humano. Defiende que piezas de la calidad de la que se han hecho en El Borge serán muy difíciles de encontrar. Así se lo han hecho llegar a médicos que valoran la resistencia de sus trajes frente a los de China, menos consistentes”. Acumulan el buen hacer de su bagaje y una especial laboriosidad de un pueblo que como El Borge, es muy trabajador y responsable.

El deseo del primer edil es que se volvieran a abrir las naves municipales para la fabricación de calidad y emplear a estas mujeres. “Vienen momentos muy duros especialmente para municipios rurales como este”. Está dispuesto a hablar de naves municipales y de otras colaboraciones. “Podríamos ver una fórmula para activar la economía local al mismo tiempo que ayudar al desabastecimiento ante una pandemia que ojalá no se repita”. Garantizaríamos un sello de calidad para hospitales malagueños y andaluces para tiendas, para empresas... Serían más caras sí, pero con garantía”. Y apostillamos nosotros: Mascarillas con garantía de amor, la de “Hecho en El Borge” pero sobre todo hecho por mujeres valientes, el antiguo batallón de las costureras valientes”.