A Artur Mas, Príncipe heredero de su Majestad, Jordi Pujol, un corrupto del noreste, y en absoluto, salvador de catalanes de verdad. Le  dijo el otro día Mas al expresidente Zapatero: “Este país no parece dispuesto a encontrar una solución a la situación actual del conflicto catalán”.

Lo que evidencia, que ni unos y ni otros, parecen dispuestos a dar su brazo a torcer al menos a corto plazo. Al parecer, la única baza a jugar, es utilizar la fuerza que les den los votantes de cada partido político, para intentar imponer su punto de vista.

El principal inconveniente resultaría, como señaló Mas, que para que se pudiera solucionar el problema, habría que poner de acuerdo a los cuatro partidos nacionales con más votos, y que entonces, dieran lugar a oír la voz de aquellos otros, que no suman tanto, pero que son parte también del país. 

Encontrar algunos puntos para un acuerdo sería otro dilema, pero al menos sería aconsejable que se empezara a plantear poner los medios para poder llegar a unos mínimos que todos compartieran. Pero la experiencia dice que ni siquiera entonces algunos políticos se darían, más o menos,  por satisfechos.

Cabe recordar, por cierto, el acto del conocido hotel barcelonés Majestic, que sirvió para que Aznar llegara finalmente a la presidencia del Gobierno de España y la caída de Felipe González. Y es que, ahora, muchos del PP siguen disparando contra catalanes serios que se defienden a capa y espada.