La ruptura de Albert Rivera y Manuel Valls ha supuesto un terremoto político. Horas antes de conocer por palabras de Celestino Corbacho su decisión sobre si continuará en la plataforma del ex primer ministro francés o cambiará a Ciudadanos, el líder de Barcelona Pel Canvi estaría sopesando abandonar el Ayuntamiento de Barcelona. 

Sin embargo, según publica El Independiente, Manuel Valls no se marcharía al PSOE. Esta es la idea que se ha sopesado en las últimas horas, aunque su futuro parece estar lejos de la política a corto o medio plazo. El todavía líder de la plataforma Barcelona Pel Canvi no cuenta con ningún "proyecto político propio"

Pero los planes del ex primer ministro galo pasan por centrarse en su vida privada. "Su idea es estar unos meses más en el Ayuntamiento de Barcelona para después dedicarse por completo a su vida privada", relatan fuentes próximas a Valls consultadas por El Independiente. 

Septiembre, fecha límite

Según el citado medio, Manuel Valls prepararía su salida del consistorio barcelonés para el próximo mes de septiembre, coincidiendo con su boda con Susana Gallardo, ex consejera de Caixabank y Abertis. 

Pese a esta idea de futuro aún en pañales, el político francocatalán no vería con malos ojos mostrar su apoyo a determinados proyectos políticos, aunque sin inmiscuirse en ellos. Esto supone erradicar por completo los rumores que le situaban en el PSOE. "El proyecto que él tenía y quería en España era Ciudadanos desde el principio", destacan desde su círculo. 

Matrimonio de conveniencia

El 25 de septiembre, Manuel Valls desvelaba sus cartas tras meses de rumores. Sería candidato a alcalde de Barcelona en una plataforma conjunta con Ciudadanos. Albert Rivera y el ex primer ministro francés firmaban los papeles de un matrimonio que se antojaba beneficioso para ambas partes.

Pero el giro radical de Ciudadanos a la derecha comenzó a levantar el recelo de un Manuel Valls que cada vez era más difícil de controlar para Rivera. Desde Madrid, el líder naranja coqueteaba entre bastidores con una extrema derecha en auge, una postura rotundamente opuesta a la del francés.

Pero el matrimonio de conveniencia, a tientas, aguantaba el desgaste. Barcelona se antojaba un premio demasiado goloso para Ciudadanos y para un Manuel Valls que se iniciaba en la política española. Luchaban mano a mano contra el independentismo, pero los postulados del galo distaban en ‘exceso’ de los de un Rivera cada vez más desnortado.

Colón, primer desencuentro

Rivera intensificaba su relación con Pablo Casado para confrontar con Pedro Sánchez e iniciar una estrategia que, meses después, le ha postrado ante el Partido Popular más débil que se recuerda. Esto suponía ceder ante la ultraderecha. Vox fue el primer punto de desencuentro entre ambas partes.

Mientras Valls exigía un cordón sanitario a Vox, Rivera se dejaba querer por Santiago Abascal. Hasta tal punto cayó en las redes ultraderechistas que se encuadró en la misma imagen que el líder ultraconservador en la manifestación de Colón para exigir elecciones a Sánchez. Una concentración a la que, por cierto, Manuel Valls no quería ir, dando pie al origen del problema.

Santiago Abascal, Pablo Casado y Albert Rivera.

Colau, el motivo final

Valls actuaba de parapeto del independentismo y de la extrema derecha a partes iguales. Tanto es así que, tras conocer los resultados electorales, el francés ofreció a todos sus concejales electos “sin condiciones” a Ada Colau para que el consistorio barcelonés no cayera en manos de ERC y de Ernest Maragall.

Inmediatamente después de este ofrecimiento, Ciudadanos desautorizó al ex primer ministro francés y los tres ediles naranjas no regalarían su apoyo a la líder de los comunes. Y así fue. En la sesión constitutiva del Ayuntamiento de Barcelona, los tres concejales afines a Manuel Valls – incluyendo el dubitativo Celestino Corbacho – auparon a Colau a la repetición de mandato.

Para Ciudadanos, este acto de Manuel Valls fue la gota que colmó el vaso y, 14 horas después de que Arrimadas negara las desavenencias con el francés, la formación naranja anunciaba una ruptura total con Barcelona Pel Canvi. De hecho, los liberales pasarían a tener grupo propio, desatando el terremoto posterior y, presumiblemente, abocando a Valls lejos de la política.