La presidenta del PP catalán, Alícia Sánchez-Camacho, alardea de la creciente influencia de su partido en la política catalana, y en concreto en la gestión del Gobierno de Artur Mas, una influencia evidenciada de forma muy clara en dos importantes votaciones en el Parlamento de Cataluña, la de los Presupuestos de la Generalitat para 2012 y la de la reforma audiovisual. En ambos casos CiU cedió a las exigencias e imposiciones del PP, renunciando a la posibilidad de llegar a pactos con el PSC y/o con ERC.

El PP se siente políticamente tan poderoso y fuerte –y es evidente que tiene motivos más que sobrados para sentirse así, con la acumulación de todo tipo de poderes que tiene en la actualidad- que durante los últimos días se han repetido las declaraciones de varios ministros dando con la puerta en las narices a algunas de las reivindicaciones reiteradamente expresadas por CiU. La reaparición pública del proyecto del trasvase del Ebro, que es rechazado con contundencia en Cataluña y que tantos quebraderos de cabeza le supuso a CiU años atrás, en tiempos de los anteriores gobiernos del PP, unido a la marcha atrás del compromiso español ante la Unión Europea a favor del corredor ferroviario mediterráneo y la inesperada reaparición pública del proyecto del corredor ferroviario central, así como la renuncia a la posible competitividad aeroportuaria con la entrada en la gestión del aeropuerto de Barcelona de capital privado y de las instituciones políticas y económicas catalanas, son algunos ejemplos ilustrativos del desdén o el desprecio con que el PP está tratando a CiU.

Y es que las cosas son como son: CiU, sin mayoría absoluta en ninguna de las grandes instituciones públicas que gobierna ahora, no tiene nada importante que ofrecer al PP, mientras que el PP cuenta con un poder institucional y político prácticamente absoluto, y con todo este gran poder impone a CiU casi todo cuanto quiere. De ahí que resulte lógico que el PSC, que tras su congreso y ya con Pere Navarro como nuevo primer secretario tendió la mano a CiU para llegar a acuerdos de gobernabilidad en estos tiempos de grave crisis económica y social, se haya visto obligado a anunciar que suspende su relación con la federación nacionalista, con lo que ello supone de suspensión indefinida de la comisión bilateral creada entre ambas formaciones políticas. Pere Navarro lo ha expresado con claridad: “Alicia Sánchez-Camacho ejerce cada vez más como jefa del Gobierno catalán. Le ha robado el timón del Gobierno a Artur Mas, que ha entregado Cataluña a Rajoy y Sánchez-Camacho”.

La “geometría variable” con que CiU pretendía garantizar la estabilidad del Gobierno de la Generalitat presidido por Artur Mas y de otras importantes instituciones públicas catalanas como el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona, entre muchas otras, ha dado paso a una subordinación absoluta de CiU al dictado del PP, por ahora al menos sin que se advierta otro beneficio para la federación nacionalista que su mantenimiento al frente de estas instituciones. “El Gobierno de los mejores”, como el propio Artur Mas dio en llamar al que preside, se ha rendido incondicionalmente al PP. Como apuntaba ya en mi anterior artículo publicado en ELPLURAL.COM, después de la firma del Pacto del Neri en fecha tan señalada como el “Día de los Enamorados”, está por ver si realmente CiU y PP están enamorados, si el suyo es un matrimonio o una pareja de hecho, si se trata sólo de un matrimonio de conveniencia, si habrá o no divorcio, o si alguno de los componentes de la pareja comete adulterio.

Jordi García-Soler es periodista y analista político