A bombo y platillo continúa en Barcelona el Gran Juicio contra un expresidente de la Generalitat y dos de sus consejeras. El Tribunal Superior de Catalunya decidirá si cometieron o no delitos de desobediencia y prevaricación al organizar una consulta sobre la independencia el 9N de 2014. Consulta que el Tribunal Constitucional había prohibido.

Diez años de inhabilitación es la pena que afronta Artur Mas. Si fuera condenado, su vida política dentro del Reino de España casi habría acabado. No podría ejercer cargos públicos de ningún tipo en una década, y ya ha cumplido los 61. Pero en su tierra, resultaría fortalecido: el independentismo catalán tendría otro referente en su martirologio.

Si recordamos que el Parlamento de Catalunya inició su andadura advirtiendo al Gobierno de la Generalitat que sólo aceptara los mandatos de la Cámara autonómica. Que lo que dijera el Parlamento Español y el Tribunal Constitucional les trajera al pairo, han cumplido el encargo.

Algunos expertos en Derecho Constitucional defienden que el Parlamento español podría delegar en la Cámara catalana la potestad de convocar una consulta en  determinadas condiciones. Otros muchos lo niegan rotundamente. Pero si en 2011, en pleno calor estival, populares y socialistas aprobaron una reforma exprés del artículo 135 de  la Constitución para que el pago de la deuda público fuese prioritario frente a cualquier gasto del Estado en los Presupuestos Generales. ¿Por qué no intentarlo?

No hay que olvidar que los defensores de los encausados manejan un argumento endeble jurídicamente, pero emocionalmente muy potente: “Poner unas urnas nunca puede ser ilegal”. Y con los resultados ¿qué se hace?

El Gobierno central y el de la Generalitat pueden hablar de todo, como sostiene Soraya Sáenz de Santamaría, y ¿si trataran de negociar algún tipo de consulta que no sea un referéndum de autodeterminación que desautorizaría la ONU? La  vicepresidenta ha proclamado que negocia “por convicción”. ¡Bienvenido sea el intento! Aunque una crea que las convicciones se llevan en las entretelas del alma y mejor haberlas aplicado bastante antes.