Una carta oportuna de Oriol Junqueras y la escenificación de Pedro Sánchez y Pere Aragonés en la celebración del 250 aniversario de Foment del Treball han desatado el optimismo en Cataluña: este año, la Navidad se celebrará en julio, en forma de indultos para los presos del Procés y con la reanudación del diálogo sobre el conflicto, siempre que nada se tuerza en los próximos días. En realidad, salvo la concatenación pautada de hechos, no hay ninguna novedad pues Junqueras ya anunció en 2018, también desde la cárcel, la supuesta renuncia a la vía unilateral. El presidente de ERC dijo entonces en Els Matins de TV3: “No hay atajos para llegar a la independencia si no es con un referéndum pactado”.

La reacción de JxCat a la descalificación de la vía unilateral (“nos aleja del objetivo”) por parte de Junqueras ha sido muy comedida porque ahora es tiempo de diálogo y buena voluntad. No hay que descartar ninguna opción, ha afirmado Elsa Artadi, en línea a las declaraciones del fin de semana del nuevo vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, quien apostó por la negociación recordando que la unilateralidad siempre es posible. De hecho, lo escrito por Junqueras no es tan diferente a lo declarado por Victòria Alsina, la consejera de Exteriores a propuesta de JxCat: la unilateralidad no consigue complicidades internacionales.

Artur Mas se ha apresurado a lamentar que Junqueras no hiciera lo que ahora defiende cuando él presidía la Generalitat. En aquel momento, ha recordado, “Junqueras tenía mucha prisa, todo hubiera sido muy diferente”. En 2015, regía la consigna de la independencia en 18 meses y en 2017, cuando era vicepresidente de la Generalitat, Junqueras creía “imposible” poder pactar un referéndum con el Estado y todas las crónicas de los días previos a la DUI coinciden en señalar que fue ERC quien presionó a Carles Puigdemont para evitar que convocara elecciones substitutorias de la proclamación unilateral.

Nadie está libre de contradicciones en este larga y penosa etapa del procés. Tampoco Pedro Sánchez, quien en 2019 era partidario del cumplimiento íntegro de las penas por parte de los condenados por el Tribunal Supremo, y actualmente está en plena campaña de justificación de los indultos. El presidente del gobierno central abogó en el acto de Foment del Treball por ser valientes en busca de un “nuevo nosotros” y el presidente de la Generalitat le respondió reconociéndole amablemente el haber dado “pasos adelante”.

Los gestos que pueden aliviar el conflicto y paliar el dolor” a los que se refiere Junqueras en su carta para no citar el indulto por su nombre, serán muy bien recibidos en Cataluña, salvo por parte de Ciudadanos, que no deja pasar día para criticarlos. El PP catalán, por el contrario, ha enmudecido desde el inicio de la recogida de firmas contra las medidas de gracia, una iniciativa del partido nacional que contraviene la posición de los dirigentes locales que ya consideraron un error de la primera recogida contra el Estatut.

Otra cosa es la resistencia que vaya a encontrar el presidente Sánchez en el resto de España y en su propio partido, reticencias que no van retroceder por una carta conciliadora de Junqueras, más bien al contrario. Seguramente Pedro Sánchez esté más pendiente del efecto positivo que la escenificación en marcha pueda tener en Europa. De hecho, los indultos responden exactamente a la recomendación para el gobierno español recogida en el borrador del informe del Comité de Derechos Humanos del Consejo de Europa conocido la semana pasada: la liberación de los presos y la reforma del delito de sedición.

La relevancia de la carta de Junqueras, al margen de reiterar la negación de la unilateralidad y el elogio de la vía escocesa, es de carácter estrictamente catalán al presentar una novedad en la política catalana: admitir que los catalanes que rechazaron los hechos de 2017 no eran tan malos catalanes como señalaban los independentistas en el primer momento. Casi cuatro años después, el presidente de ERC escribe: “Debemos ser conscientes de que nuestra respuesta (a la reacción cada vez menos legítima del Estado) tampoco fue entendida como plenamente legítima por una parte de la sociedad, también de la catalana”.

La frase no es en su literalidad un reconocimiento explícito del error pero tratándose de una epístola de Junqueras a los suyos se acerca más que nunca, porque la carta incluso se refiere a la “reconciliación social”, concepto utilizado habitualmente por los socialistas catalanes y obviado por los independentistas. Un gran paso de Junqueras y un pequeño avance para Cataluña. El milagro sería que realmente la Navidad llegará para julio.