Tras la victoria en votos conseguida por el candidato socialista, Salvador Illa, la correlación de fuerzas políticas en Cataluña va a sufrir cambios y aunque los independentistas recuerdan que han obtenido más del 50 por ciento entre todos ellos, se trata de un resultado pobre, fruto de la abstención motivada por la pandemia. Y lo saben. 

En principio, la posición de los republicanos en el Congreso de los Diputados, tendente a apoyar al Gobierno de Coalición, actuará como elemento diferenciador de la estrategia de Junts per Cat, que encabeza Laura Borrás, y también de la CUP presente en la Cámara baja. El líder republicano, Oriol Junqueras que ha hecho campaña del otro lado de las rejas, anunció su buena disposición a favorecer “grandes consensos”, sin renunciar a la construcción de la República ni a la celebración de un referéndum, se supone que acordado. Nada dijo sobre la ruptura de Cataluña con el resto de España, que con tanto ardor defiende el ex president Puigdemont

Pero no hay que olvidar que el cordón de la bolsa lo controla el Gobierno de Madrid y que ERC ha sido bien consciente de ello cada vez que ha votado favorablemente temas de envergadura como el de los Presupuestos Generales del Estado, vitales para Cataluña y para España, porque permiten negociar iniciativas de interés para los catalanes que luego se reconocen en las urnas. La victoria del PSC supone, además, el refuerzo de la estrategia de Pedro Sánchez, iniciada cuando renunció a su ministro de Sanidad y la prudencia que deberá mostrar Pablo Iglesias ya concluida la campaña electoral y ante los malos resultados obtenidos. Sin duda, actuará como mediador con los de Pere Aragonés

Anticipándose a los acontecimientos, Salvador Illa anunció anoche que se presentará como candidato para ser investido President, algo difícil de conseguir por ahora. Pero, al frente de los 33 diputados que ostentará el Grupo Parlamentario Socialista, idéntico número a los conseguidos por ERC, desplegará una acción política dirigida a facilitar el reencuentro entre los catalanes, que es la asignatura pendiente. Cataluña no ha resuelto el duro desapego que el procès produjo en el seno de la sociedad, situación agravada por la pandemia, las muertes y la crisis económica.  

A este panorama político hay que sumar la irrupción de Vox, una serpiente criada en el seno del PP - al que ha fagocitado para desesperación de la derechona- y la irrelevancia de Ciudadanos, partido muy deteriorado tras la espantada de Inés Arrimadas en la investidura de 2017.  

La pelota está en el tejado de ERC, que tiene que decidir si promueve un tripartito de izquierdas con PSC y UP -algo que no ilusiona a los socialistas catalanes, escarmentados con experiencias anteriores- o continúa el enfrentamiento sin tregua que protagonizan el histórico partido de Esquerra Republicana, el movimiento liderado desde Waterloo por el ex President, Carles Puigdemont, y la siempre contestataria CUP. Es la hora de la verdad.