Paco Núñez ha despejado este martes cualquier duda sobre cuál es la estrategia real del Partido Popular para llegar al Gobierno autonómico en 2027. El líder regional del Partido Popular ha admitido que su formación solo podrá gobernar en Castilla-La Mancha si pacta con Vox y, lo que es más revelador, que ese pacto implica asumir las exigencias del partido ultra, incluso cuando contradicen el programa del PP, erosionan derechos consolidados o chocan con el recién reformado Estatuto de Autonomía que él mismo dice defender. La frase no ha sido un desliz, sino una confirmación explícita de que la hoja de ruta del PP pasa necesariamente por integrar a Vox en un hipotético futuro Gobierno.
Núñez ha asegurado que su partido “ha hecho un esfuerzo por entenderse con Vox allí donde ha tocado gobernar” porque “era lo que querían los ciudadanos”, presentando este argumento como si fuera un mandato directo y no el resultado de la estrategia que él mismo ha impulsado. Un mensaje que busca convertir en necesidad lo que en realidad ha sido una elección política: entregar a Vox espacios institucionales a cambio de poder.
A continuación ha reconocido que esos acuerdos solo han sido posibles porque el PP ha renunciado a parte de sus propuestas y ha aceptado otras que proceden de Vox, abriendo la puerta a que la misma cesión se convierta en norma si ambos partidos logran mayoría en mayo de 2027. El PP castellano-manchego ya no habla de pactos condicionados, sino de un modelo de gobernanza en el que Vox marcaría límites, prioridades y políticas públicas.
El líder popular ha insistido en que respetará “lo que digan las urnas” en 2027 si PP y Vox suman, una obviedad que él utiliza para normalizar desde ya un acuerdo que no niega y que, de hecho, asume como inevitable, dejando claro que hasta él mismo reconoce que será casi imposible gobernar en solitario debido a los buenos resultados que los sondeos atribuyen a Emiliano García-Page. Núñez ha tratado de contrarrestar esa realidad asegurando que sus “encuestas internas” reflejan un “hundimiento del PSOE y de Page”, aunque no ha aportado ni una sola cifra y esas afirmaciones chocan frontalmente con todos los sondeos conocidos.
El balance de sus palabras es claro: el PP de Castilla-La Mancha dependerá de Vox para gobernar y está dispuesto a asumir su agenda, incluso cuando implique retrocesos en igualdad, cuestionamiento de derechos o tensiones con el marco estatutario.
Núñez no ha explicado qué límites piensa ponerle a su socio, ni qué precio está dispuesto a pagar para alcanzar el poder en 2027. Tampoco ha detallado cómo piensa garantizar la estabilidad institucional en un Gobierno condicionado por un partido que ha demostrado en numerosos ayuntamientos y parlamentos que su prioridad no es gestionar, sino imponer una agenda ideológica que genera conflicto, polarización y parálisis. La intervención de este martes, lejos de aclarar alternativas, ha dejado la fotografía de un PP que ya ha elegido su camino y que asume, sin reservas, que su futuro en la región depende de Vox.