La crisis interna del Partido Popular en la provincia de Cuenca ha estallado con fuerza apenas unas horas después de constituirse la nueva Comisión Gestora designada por la dirección nacional del partido. Lo que debía servir como un mecanismo de transición y cohesión tras la dimisión forzada de Benjamín Prieto, se ha convertido en el símbolo más visible del desgaste y la división que atraviesa la organización provincial del PP castellano-manchego.

El primer movimiento de ruptura no ha tardado en llegar. Alejandro Pernías, alcalde 'popular' de Villar de Cañas, ha anunciado su dimisión como vocal de la recién formada Comisión Gestora del PP de Cuenca y como miembro del Comité Ejecutivo Provincial, apenas un día después de su nombramiento.

En una carta dirigida al nuevo presidente de la gestora, José Martín-Buro, el regidor conquense expone los motivos de su renuncia y lamenta que el partido haya optado por una fórmula “de designación” en lugar de abrir un proceso democrático de elección, como, a su juicio, marcan los estatutos.

Pernías afirma que asumió su nombramiento “con el ánimo de unir, sumar y dar la voz a los afiliados”, pero considera que su presencia en los órganos internos del partido “resulta vacía de toda función” si no se convoca un Congreso Provincial Extraordinario que permita a la militancia expresar su opinión y elegir libremente a su dirección. “El Partido Popular es y será el proyecto en el que creo y en el que confío, y mi lealtad con él y con la democracia me lleva a tomar esta decisión meditada”, explica en la misiva.

Villar de Cañas, sede del fallido cementerio nuclear de Cospedal

Su renuncia no es un hecho menor. Villar de Cañas fue durante los años del gobierno de María Dolores de Cospedal uno de los municipios más simbólicos para el PP castellano-manchego, vinculado al frustrado proyecto del Almacén Temporal Centralizado de residuos nucleares (ATC). Que sea precisamente su alcalde quien abandone la gestora en su primer día de funcionamiento evidencia el malestar que ha generado la imposición de la nueva dirección y la fractura interna que atraviesa el partido en la provincia.

El cambio al frente del PP conquense, forzado desde Génova tras los malos resultados electorales en la capital y en la Diputación, ya despertó recelos entre los sectores más próximos al expresidente Benjamín Prieto, que acumulaba más de una década al frente de la organización. La designación de Martín-Buro, diputado regional y uno de los hombres de confianza de Paco Núñez, se ha interpretado desde el primer momento como un movimiento de control interno del aparato regional, más que como una apuesta por renovar el liderazgo o abrir el partido a nuevas sensibilidades.

Las críticas no han venido solo desde dentro. El PSOE de Cuenca ya advertía esta semana de que la decisión “demuestra que al PP de Castilla-La Mancha le preocupa más mantener el control interno del partido que apostar por personas que llevan años defendiendo esta provincia”. La dimisión de Pernías no hace sino dar la razón a quienes ven en esta operación una maniobra de poder más que un relevo natural.

Mientras tanto, la gestora presidida por Martín-Buro intenta mantener la imagen de normalidad. Sin embargo, la renuncia de uno de sus miembros fundacionales nada más echar a andar deja claro que la etapa que se abre en el PP de Cuenca nace marcada por la desconfianza, la desunión y la falta de rumbo político.