La depresión aislada en niveles altos (DANA) que golpeó el 29 de octubre de 2024 el este de la península dejó tras de sí una devastación sin precedentes en la Comunidad Valenciana y graves consecuencias también en Castilla-La Mancha, especialmente en las localidades albaceteña de Letur y conquense de Mira. Ambos municipios, muy cercanos al límite con la provincia de Valencia, sufrieron una crecida súbita que arrasó viviendas, calles y carreteras, dejando siete fallecidos (seis en Letur y uno en Mira) y cuantiosos daños materiales.
Desde el primer momento, la respuesta del Gobierno de Castilla-La Mancha, presidido por Emiliano García-Page, fue rápida, coordinada y ejemplar. Aunque la AEMET solo había emitido un aviso naranja, el Gobierno autonómico activó preventivamente su Plan de Emergencias METEOCAM en fase de alerta.
Cuando una riada repentina atravesó Letur en la tarde del 29 de octubre, se desplegó un Puesto de Mando Avanzado (PMA) y se habilitó el colegio público como refugio para unos 40 vecinos evacuados.
El presidente Page suspendió su agenda para seguir la situación e incluso avisó personalmente al 112 tras recibir vídeos del desastre. Debido a que los accesos estaban cortados, no pudo llegar al municipio hasta la mañana siguiente, cuando se reunió con las familias de los desaparecidos y supervisó las labores de rescate.
En Letur se instaló un Puesto de Mando Avanzado, se habilitó el colegio público como albergue y se movilizaron medios sanitarios y técnicos durante toda la noche. García-Page suspendió su agenda y siguió minuto a minuto la evolución de los acontecimientos, desplazándose a primera hora del día siguiente al lugar para conocer la situación de las familias afectadas y coordinar la ayuda institucional.
En la vecina Comunidad Valenciana, gobernada por el popular Carlos Mazón, las críticas se centraron en la falta de reacción temprana. Pese a regir un aviso rojo desde las 9:41 de la mañana, el Centro de Coordinación Operativo Integrado (CECOPI) no se reunió hasta pasadas las 17:00 horas, varias horas después de que el propio 112 declarara la alerta hidrológica.
Mazón se incorporó tarde al comité de emergencias y, según las investigaciones, permaneció incomunicado en pleno pico de la catástrofe. De hecho, el mensaje de alerta ES-Alert no llegó a los móviles de la población hasta las 20:11, cuando la mayoría de víctimas ya habían fallecido. Este vacío de liderazgo en las horas decisivas quedó en evidencia, y después Mazón trató de justificarse comparando falsamente su caso con el de Page.
Semanas más tarde, el president valenciano intentó eludir responsabilidades alegando que en Letur también hubo alerta roja y un CECOPI al que Page tampoco asistió. La Junta desmintió con indignación esas afirmaciones, subrayando que ni hubo alerta roja ni se convocó ningún CECOPI. En realidad, la zona estaba en aviso naranja y la respuesta regional fue inmediata: se activó la emergencia, se desplegó un PMA y se habilitó un albergue para los afectados aquella noche. Manipular el caso de Letur para blanquear errores en Valencia fue considerado un gesto cínico y una falta de respeto hacia unos pueblos que aún reconstruyen sus vidas.
La diferencia en la gestión también se reflejó en la respuesta ciudadana. En Valencia, Mazón sufrió un desgaste palpable: cuando el 3 de noviembre acudió con los reyes y el presidente del Gobierno a Paiporta, epicentro de la tragedia, fue recibido con insultos y lanzamiento de barro, lo que obligó a acortar la visita. Desde entonces, las protestas de los damnificados se han mantenido, con lemas como “¿Dónde estaba Mazón?” y peticiones de dimisión. Por el contrario, en Letur o Mira, la presencia de Page ha sido recibida con aplausos y afecto en cada visita para supervisar la reconstrucción. Los vecinos han agradecido la atención constante de la Junta y la coordinación con el Gobierno de España para canalizar ayudas y obras de recuperación.

La recuperación avanza a buen ritmo
Un año después, la recuperación de ambos municipios avanza a buen ritmo. El Gobierno de Castilla-La Mancha, en colaboración con los ayuntamientos, las diputaciones y el Gobierno de España, ha puesto en marcha un Plan de Reconstrucción que contempla actuaciones hasta 2028 con el objetivo de que Letur y Mira estén incluso mejor que antes de la tragedia.
Gran parte de las actuaciones están en marcha o finalizadas. Según la Junta, prácticamente el 100% de las ayudas directas a vecinos y pequeños negocios ya se ha abonado. En Mira, el centro de salud ha reabierto tras su rehabilitación y las depuradoras de aguas residuales han recuperado entre el 50% y el 75% de su capacidad. También se han reparado carreteras y puentes, como el de la vecina Landete, y se han limpiado cauces y caminos rurales.
La inversión total estimada solo para Letur asciende a 36,5 millones de euros, aportados por todas las administraciones. Varias obras emblemáticas están ya finalizadas: se ha recuperado la pedanía de La Dehesa, se ha repuesto el colector principal y se ultiman los proyectos para la nueva estación depuradora, la rehabilitación de la plaza Mayor y la calle Alemana. Además, se está construyendo una escuela infantil de 0 a 3 años, un servicio del que el municipio carecía. Las familias que perdieron sus viviendas han podido quedarse en el pueblo, evitando la despoblación, y se han lanzado planes de empleo locales para reactivar la economía.
En Mira, la colaboración institucional también ha sido ejemplar. La noche del 29 al 30 de octubre, el Ayuntamiento y la Delegación de Bienestar Social evacuaron la residencia de mayores ante el riesgo de inundación, una medida que salvó la vida de decenas de ancianos. Hoy, el consultorio médico vuelve a estar operativo y se han canalizado ayudas para reconstruir viviendas. También aquí se construirá una escuela infantil, y el municipio avanza con esperanza hacia su recuperación.
Planificación y coordinación institucional
La experiencia de la DANA ha servido como una dura lección sobre la necesidad de reforzar los mecanismos de prevención y respuesta ante fenómenos meteorológicos extremos. El Gobierno de Castilla-La Mancha ha insistido en la importancia de la planificación, la coordinación institucional y la comunicación directa con los ayuntamientos, factores que resultaron determinantes para minimizar los daños.
Mientras la Comunidad Valenciana sigue lidiando con la polémica sobre los fallos en la gestión y las quejas de los damnificados, Castilla-La Mancha ha demostrado que la cercanía, la anticipación y la eficacia son las claves de una buena administración pública. Hoy, un año después, Letur y Mira encaran su futuro con esperanza y con la certeza de que no fueron olvidados. Su reconstrucción simboliza la diferencia entre un Gobierno comprometido con su territorio y otro que, durante las horas más críticas, permaneció literalmente incomunicado.