Reconocer la dignidad de Blas Infante como padre de la patria andaluza, no es aún unánime, aunque por fin, la vía de la derecha civilizada que encarna el presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, tiene gestos inequívocos en este sentido. Para los que quieran oír, recordar lo que España y el sistema autonómico de nuestra democracia le debe a Andalucía. Mucho se ha contado sobre la oposición de los no demócratas, e incluso de la UCD entonces, para que, durante la transición, sólo fueran reconocidas las 3 llamadas “Comunidades Históricas”. Fue la oposición y la movilización de millones de andaluces lo que consiguió que, no sólo Andalucía, sino el resto de las autonomías que hoy conocemos, consiguieran el mismo trato en la Constitución democrática y en la administración del Estado.

Mucho se ha escrito sobre el proceso autonómico andaluz, y su intento de ser considerada autonomía “por la vía rápida del artículo 151”, proceso fallido por la falta de apoyo mayoritario en la provincia de Almería, a lo que se aferra VOX para deslegitimar el proceso autonómico andaluz, mayoría que era necesaria para su aprobación en todas las provincias. De los movimientos políticos y sus figuras, con un muy potente entonces Partido Andalucista de Alejandro Rojas Marcos, ya desaparecido, y un importante Partido Comunista recién legalizado, además del Partido Socialista Andaluz, se ha escrito mucho. Poco se habla, sin embargo, de la importantísima labor que hicieron los intelectuales, escritores, pintores, cantantes, y artistas andaluces en Madrid para conseguirlo y movilizar a los andaluces, haciéndolos visibles en la capital. Mucho de esto sabe Rafael Escuredo, primer presidente electo de la Junta de Andalucía, felizmente premiado con la Medalla de Oro de Andalucía en su cuarenta aniversario. Dicho sea de paso que los socialistas andaluces estaban, y siguen estando en deuda con él, y no siempre han sido ni son lo agradecidos y respetuosos que debieran. Digo que mucho de esto sabe el presidente Escuredo y su vicepresidente y sucesor, José Rodríguez de la Borbolla, porque él conoció bien la movilización del Instituto Cultural Andaluz, fundado en Madrid en la transición, y que, alrededor del editor, pintor y escritor granadino Paco Izquierdo, y que se reunía en la Casa de Cádiz de Madrid, en la calle Piamonte 12, aglutinó el sentir de la patria andaluza y de sus referentes artísticos e intelectuales en el país. Fue desde este Instituto, desde donde se organizó la serie de autobuses que desde Madrid a Granada movilizaron a millones de andaluces en una manifestación sin precedentes, que hizo replantearse, tras el referéndum, la entrada de Andalucía en el sistema de las autonomías, y la creación del actual sistema autonómico andaluz. Entre los participantes, Miguel Ríos, Luis Rosales, Rafael Montesinos, Emma Penella, Antonio Hernández, Carlos Cano, José Infante, en unas movilizaciones, tanto en Madrid, en la plaza de Santa Ana, como en la caravana de autobuses y posterior manifestación de Granada, a la que se sumaron figuras no andaluzas como Serrat. Hubo incluso un cisma entre la UCD granadina y la nacional, pues los andaluces se enfrentaron a la opinión del partido a nivel estatal, lo que provocó que, y esto lo desconoce mucha gente, Carmen Díaz de Rivera, ayudara en la sombra a los granadinos, e incluso colaborase en la movilización y organización de autobuses para la manifestación de Granada el 4 de diciembre de 1977, que visibilizó la aspiración de millones de andaluces. La determinación de esta política, fundamental en el juego de la transición española, fue determinante en el cambio de postura respecto a las aspiraciones de los andaluces y, luego, del resto de las regiones, de Adolfo Suárez.

Cuando se hacen tantas bromas baratas sobre los andaluces, cuando se vuelve a debatir por parte de cierto partido reaccionario y antidemocrático el valor de las autonomías, es necesario volver a recordar nuestra historia, y lo que la democracia española le debe a Andalucía y a los suyos. No sólo dinero, que también, pero que otros se embarren en el discurso de la deuda histórica económica y sus comparativas. Hablo de lo que nuestra Constitución, nuestra Democracia, nuestro sistema, ahora en cuestión desde muchos flancos que quieren demolerlo, le debe a Andalucía, y a un puñado de hombres y mujeres que con ilusión, compromiso y talento, se pusieron al servicio de Andalucía, y de la transición democrática de nuestro país. Hombres y mujeres premiados hoy con el reconocimiento de “Bandera de Andalucía”, a nivel provincial, en los días previos a la celebración del 28 de febrero. En esta ocasión, me enorgullece particularmente el reconocimiento del Festival Internacional de Poesía de Granada. El FIP lo fundaron en 2004 los poetas Fernando Valverde y Daniel Rodríguez Moya que, desde el principio, tuvieron la ayuda esencial de Verónica Triviño. La profesora y estudiosa Remedios Sánchez se incorporó en 2009 como Directora Académica y, cuando Valverde centró su carrera profesional en Estados Unidos en 2016, asumió la codirección. En estos años, heredando del magisterio de Mariluz Escribano, el Festival ha crecido en actividades, repercusión e importancia, basado en dos parámetros: buscar la unidad institucional y mantener la más alta calidad literaria para un proyecto que se inició con los más grandes poetas del español. Para ello se produjeron las incorporaciones de colegas imprescindibles como Pablo Aparicio, José Cabrera, Ramón Martínez, Mari Carmen Rodríguez Espinosa, Itaca Palmer, Javier Gilabert, o la de tantísimos docentes comprometidos de la UGR al equipo técnico y científico que asesora la parte académica. También las de José Sarria, Juanjo Tellez y Raquel Lanseros, que se han sumado con la eficacia y el entusiasmo que los caracteriza. Que en una fecha tan destacada se premie la creación de un espacio de cultura en el que la palabra poética sea el centro, no es una nimiedad. La bandera de Andalucía está hecha, sobre todo, sobre la solidaridad de las gentes de la cultura, de su cultura, que siempre han sido andaluces y universales. Tal vez por eso este festival Internacional de Poesía de Granada, con mucho menos presupuesto que otros más cacareados, se ha convertido en los últimos años en el gran referente de la literatura, y de la poesía en particular, en español. Como recitó en la manifestación de Granada del 77 el poeta y Premio Nacional de Poesía, Antonio Hernández: “Si digo Andalucía/ estoy diciendo el nombre de mi patria”