La cadena de denuncias sobre las demoras a la hora de realizar pruebas PCR, así como de obtener los resultados, es larga y extensa, sobre todo, en la Comunidad de Madrid. Sin embargo, muy poocas veces es noticia que ocurra exactamente lo contrario. Pero pasa, por ejemplo, en Castilla-La Mancha, unas de las regiones con más casos positivos de Covid, algo en lo que influye, sin duda, su proximidad a la capital. Aquí se ha dado el ejemplo contrario, que demuestra cuán eficaz puede ser el sistema de salud pública. 

Lo cuenta a ELPLURAL.COM María, paciente con coronavirus. Ella y su marido comenzaron a sentirse mal el miércoles por la noche. "Parecía un simple catarro, aunque a él le subió la fiebre hasta 38,5". Después de llevar seis meses escuchando en los medios qué es lo que se debe hacer al sentir síntomas, llamaron al servicio de urgencias del centro de salud de su pueblo, Cabanillas del Campo (Guadalajara), a las 7.00 horas. "Nos indicaron que los dos y nuestra hija nos quedásemos en casa y nos dijeron que se pondría en contacto con nosotros nuestro médico de cabecera", relata a este medio. Apenas tres horas después, recibieron su llamada. Tenían que acudir a hacerse una PCR esa misma mañana la 13.00 horas. Al día siguiente tendrían los resultados. 

Y así fue. A las diez de la mañana del jueves les dijeron que eran positivos. "Me quedé paralizada", confiesa María. "Pero me tranquilizaron mucho". "Me preocupaba mi hija, que no tenía síntomas", confiesa. Así que llamó a la pediatra, y como esta no tenía hueco en la agenda la remitieron al Salud Pública de Castilla-La Mancha. "Allí nos volvieron a tranquilizar", precisa. "Nos explicaron que hacerle la prueba a la niña no era urgente, porque no tenía síntomas y que la medida a adoptar era que ella también estuviera confinada. El lunes su pediatra decidiría si se le practica también a la pequeña una prueba o se espera al periodo final de la enfermedad. 

A las cinco de la tarde del mismo día volvió a sonar el teléfono. Era una enfermera del hospital de Guadalajara que se identificó como la rastreadora. A ella le explicaron que ya se habían puesto en contacto con sus respectivos trabajos y con el instituto de la niña, lo que la trabajadora agradeció enormemente. "Si todo el mundo fuera así no tendríamos tantos problemas", les dijo. Aprovecharon la ocasión para resolver algunas dudas que se les habían planteado ahora que se sabían infectados, como, por ejemplo, cómo deshacerse de la basura o proteger a la niña por si no estuviese contagiada. "Nos respondieron a todas las preguntas que les hicimos". 

Días de espera y sin llamadas 

A muy pocos kilómetros de distancia, sin embargo, en el barrio de La Elipa, en Madrid, Carmen lleva dos semanas aguardando a que suene el teléfono. Una amiga que la acompañó al médico hace pocos días ha dado positivo. Le ha dicho que alguien le llamaría para indicarle qué hacer, pero esto no ha pasado. 

Su caso es uno de cientos. Convivientes de pacientes infectados llevan semanas denunciando que han de aguardar más de siete días para que se les someta a una prueba PCR para saber si ellos también están infectados. Muchos actúan por iniciativa propia. Se autoconfinan a la espera de que alguna autoridad sanitaria les de respuestas.