“Es lo que te venía diciendo, chico, que la política está llena de cabrones y de desagradecidos, ni se te ocurra meterte en política, ¡ni se te ocurra!, ponme un dedito, vale, vale, solo un dedito, ya ves, lo das todo por un partido, te la juegas como juez y como ciudadano y porque un día cometes un error sin importancia, porque un día te tomas una copa, puede que dos, coges la moto y te para un guardia capullo, que igual era del PSOE, te encuentras con que los tuyos se acojonan como nenazas y te dejan a los pies de los caballos, por eso tuve que dimitir como vocal del Poder Judicial y magistrado del Constitucional, ¡¡por tomar un par de copas!!, ya me dirás tú si eso es justo, yo que soy juez te lo digo ya: no es justo, pon otro dedito, chaval, ya, ya, vale, solo un dedito, pues lo que te decía, que no vuelvo a la política en mi puta vida, que les den a todos, disculpa, disculpa un momento, que me entra una llamada, es un número de esos muy largos, a ver quién cojones será un 16 de agosto a las ocho de la tarde con la que está cayendo en Madrid, ¿si?, ¿de parte de Isabel Díaz?, ¿y quién coño es Isabel Díaz?, ah, perdona, perdona, ¿la presidenta de Madrid?, vale, vale, es que me pillas revisando una jurisprudencia de un tema bastante complejo y no estaba centrado en la conversación, te escucho, ¿si puedes pasarme con ella?, claro, chaval, claro, pásame, la conozco desde hace la tira pero no había caído cuando me dijiste el nombre, Isabel, claro, Isabelita, buena chica, y muy competente, era un hacha llevando la cuenta de Twitter del perrito de Esperanza, leías lo que ella escribía y parecía que fuera el perro el que estuviera hablando, ¡qué talento!, ¡qué empatía!, perdona, sí, sí, perdona, es que me enrollo, perfecto, por supuesto, pásame con ella… ¿Isabelita?, ¡cuánto tiempo!, ¿qué digo Isabelita?, Presidenta, cojones, Presidenta con mayúsculas, ¡vivan las tías con un par! [llena, chaval, un poco más, joder, que parece que vas a heredar el pub], enhorabuena, Presidenta, tú dirás, soy todo oídos, ¿yo?, bien, bien, muy bien, añorando la política, claro, ya sabes, el gusanillo, ¿mi relación con el partido?, menos estrecha que antes pero muy buena, como siempre, y muy agradecido con la gente de Genova, sí, sí, ¿el problemilla aquel de mi dimisión?, olvidado, por supuesto, te lo digo con la mano en el corazón, olvidadísimo, pelillos a la mar, gajes de la política, qué te voy a contar que tú no sepas… ¿consejero, me dices?, ¿consejero de Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid?, ¡joder, Isabel!, ¡qué grande eres, chica, qué grande!, tú no eres como otros, tú no te acojonas por lo que puedan decir… Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo, lo de Víctimas del Terrorismo lo veo un acierto aunque ya no haya terrorismo, porque nunca se sabe, ¿profesionalmente?, perfecto, me pillas en un momento dulce, tengo el encargo de examinar la jurisprudencia europea sobre unos temas complejos, precisamente ahora mismo me pillas en el despacho trabajando, a tope, sí, hija, sí, un 16 de agosto y encima viernes, pero ya te digo, yo, siempre presto para servir al partido, y si tengo que sacrificarme me sacrifico, faltaría más, desde Justicia siempre se podrá echar una mano a toda esa gente nuestra perseguida por tanto juez y tanto fiscal y tanto guindilla sin escrúpulos… no, no, sin problema, pregunta lo que quieras, en confianza, ¿que si he vuelto a…?, ¡prácticamente ni probarlo!, alguna copa cuando me veo en algún compromiso ineludible pero nada… y que lo digas, bastante tuve aquella vez, aprendí de mi error, y menudo precio, por cierto, que pagué por él… estupendo, cuenta conmigo, a tus órdenes, Presidenta, ¿el lunes?, estupendo, el lunes nos vemos, a las 9 me tienes en tu despacho… pon la última, chico, que esto hay que celebrarlo, tienes delante al futuro consejero de Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo sí, sí, ya sé que no hay terrorismo… ah, una cosita, lo que te comentaba antes de la política y del partido, tú ni caso, son cosas que se dicen sin pensar, mejor me guardas el secreto, ¿vale?, no te arrepentirás, muchacho, te lo dice un juez que sabe ser justo cuando hay que serlo…”.