Por primera vez, Vox hace algo más que amenazar a sus socios de investidura para lograr que le presten atención. Esta mañana a las 11 tiene previsto registrar en el Parlamento andaluz su anunciada enmienda a la totalidad al proyecto de Ley de Presupuestos de 2019, firmado por el primer Gobierno conservador de la Junta de Andalucía en 37 años. El Ejecutivo de PP y Ciudadanos sigue pensando que Vox no se atreverá a tumbarles las cuentas, pero...

Dado que el PSOE y Adelante Andalucía registrarán también sus propias enmiendas a la totalidad y que los apoyos de las tres suman mayoría absoluta y se contabilizan en una única votación, si en los próximos siete días PP y Ciudadanos no convencen a Vox de que retire la suya, el Parlamento devolverá al Ejecutivo esos Presupuestos que la propaganda gubernamental calificó alegremente como "los más sociales de la historia".

Hora de pagar

La devolución no haría caer al Ejecutivo de Juanma Moreno, pero le haría entender que Vox, esta vez sí, va en serio y que llegar al poder de la mano de la ultraderecha tiene un precio. Todo indica que es la dirección nacional del partido ultra quien pondrá ese precio tras ordenar a sus dóciles correligionarios andaluces que hagan valer de una vez por todas el peso de sus 12 diputados.

¿El objetivo los estrategas nacionales? Utilizar Andalucía para blindar la posición del partido en las negociaciones para formar gobierno en ayuntamientos y comunidades autónomas del resto de España. La izquierda andaluza se ha mostrado escandalizada por esa instrumentalización de Andalucía como moneda de cambio, pero lo cierto es que la táctica no la han inventado ni mucho menos los de Santiago Abascal, como se está viendo estos días en los movimientos de los partidos de cara a la investidura de Pedro Sánchez.

Tufo socialdemócrata

Más allá de los planes estatales del partido, lo cierto es que Vox Andalucía tiene buenos motivos para sentirse decepcionado con el rendimiento que le ha sacado hasta ahora a un pacto con el PP al que Ciudadanos, con una displicencia humillante para Vox, siempre dijo no sentirse vinculado pese a ser su beneficiario directo.

Los propios Presupuestos son un motivo no menor: tomándose al pie de la letra la propaganda oficial, para Vox tienen un fuerte “tufo socialdemócrata”, se alejan “de todo lo que el Gobierno decía que se iba a hacer” y en ellos “el espíritu de cambio brilla por su ausencia”.

En principio, la amenaza de Vox incordiaba pero no inquietaba, ni mucho menos alarmaba, al Gobierno andaluz, donde, de hecho, están seguros de que convencerán a los ultras antes del 12 de junio, fecha del debate de totalidad en el Parlamento autonómico.

La jugada

El registro oficial de dicha amenaza le otorga a esta un estatus distinto al que tenía hasta ahora, dado que pone en marcha el reloj de los tiempos parlamentarios. El órdago de Vox toma cuerpo institucional, lo cual significa que el partido no regresará de vacío de este viaje: ha hecho su apuesta más fuerte desde que el inicio de la legislatura y no puede permitirse el lujo de no sacar rédito del envite. Sus hasta ahora pacientes votantes no se perdonarían.

¿Qué rédito? Uno a cobrar en moneda ideológica contante y sonante. Un rédito cuyo detalle conoceremos en siete días, plazo durante el cual Vox desvelará si pone a la retirada de su enmienda un precio asequible o, por el contrario, imposible de asumir para el Gobierno de Moreno y Marín.

Quien decide ahora los tiempos –y los precios– es Santiago Abascal. Tumbar el Presupuesto de 2019 sería un precio muy elevado, pero el palacio de San Telmo podría pagarlo. La legislatura se vería erosionada, pero, en sentido estricto, no estaría en riesgo. Sí lo estaría irreparablemente, en cambio, si cuando en pocos meses haya que negociar el Presupuesto de 2020, Vox volviera a las andadas tumbando unas segundas cuentas.