2019 será el año que viviremos peligrosamente. Así será para muchos ciudadanos y para casi todos los partidos. Y no solo en Andalucía, sino también en España.

La noticia andaluza del día es que habrá cambio de ciclo político de signo conservador en nuestra tierra.

La noticia española, y también un poco europea, del día es que la extrema derecha de aires neofranquistas irrumpe con fuerza inesperada en el entramado institucional del país, donde ya nada volverá a ser igual.

Si será noticia de alcance la llegada de Vox que hasta The New York Times le ha dedicado un comentario editorial identificando “las tensiones domésticas del separatismo catalán” como la causa principal del ascenso de la ultraderecha. Como decía días atrás una desolada votante de izquierdas, “ellos juegan a las casitas independentistas y nosotros nos comemos a Vox”.

Los ultras han llegado y el galope de sus caballos ya retumba a las puertas de nuestra casa. Vienen pisando fuerte. Vienen con sus toros, su flamenco, su caza, su caspa y su Reconquista. Vienen con su amenaza a la Constitución y su intimidación al Estatuto.

Son los gerifaltes de antaño. Son la reencarnación de la cruz y la espada. Son nuestro Trump, nuestro Salvini, nuestro Le Pen, nuestro Orbán. Son nuestro president Torra y son también nuestro comisario Torrente.

Tras las municipales y autonómicas de mayo, tal vez los veamos apatrullando la ciudad, persiguiendo a taimadas mujeres que ponen denuncias falsas contra sus pobres maridos u olfateando los escondrijos desde donde negros, musulmanes y vegetarianos maquinan la perdición de España. Lo dicho: 2019 será el año que viviremos peligrosamente.