Cualquier joven sabe que se puede hacer un botellón de primera con bebidas que tengan un grado de alcohol inferior a 21 grados, como el vino y la cerveza. Al no estar ninguna de las dos bebidas incluida en la prohibición de vender alcohol a partir de las seis de la tarde, la intención del presidente de la Junta de “evitar el consumo de alcohol en la calle y reforzar el respeto a las limitaciones” puede ser fácilmente burlada.

Fueron los términos utilizados por Juan Manuel Moreno el pasado miércoles en su cuenta de Twitter para anunciar esta medida, que había silenciado unas horas antes en rueda de prensa. Lo que también silenció el presidente en Twitter era que la prohibición –que ha entrado en vigor esta medianoche– de vender alcohol afectaba solo a las bebidas con una graduación superior a los 21 grados.

La medida afecta a las poblaciones una tasa de incidencia acumulada superior a 500 casos de Covid-19 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días pero inferior a 1.000.

Aunque toda la actividad no esencial está cerrada a partir de las seis de la tarde, la prohibición de afecta a "los establecimientos comerciales minoristas de alimentación, bebidas, excluidas las bebidas espirituosas con un contenido de alcohol superior a 21 grados, productos y bienes de primera necesidad". Es decir, explicita la orden de la Junta, "las bebidas espirituosas no pueden considerarse como productos de primera necesidad que justifiquen", pero sí el vino y la cerveza.

Según la orden del Gobierno andaluz de 12 de febrero de 2021, por la que se modifica la Orden de 8 de noviembre de 2020, "la adquisición de bebidas espirituosas está asociada a reuniones de determinados estratos etarios de la población, cuyo horario actual de ocio seria coincidente con la ampliación permitida, evidenciándose en estas reuniones asociadas al consumo de alcohol una relajación de las medidas de prevención personales, por lo que se puede facilitar las transmisión del coronavirus".