Eduardo Molina trabaja en la Universidad Pablo de Olavide (UPO), en Sevilla, y es miembro del Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas. Es 5 de marzo, el día más lluvioso de los últimos meses, y acaba de recibir en sus manos el primer ejemplar de su obra La filosofía política de Toni Negri (Editorial Atrapasueños, 2019). A pesar del cielo encapotado y de un viento que arrastra nuestras notas sobre el tiempo presente hasta los pies de las mesas, nos disponemos a hablar del futuro, de materialismo, lucha social y alternativas.

La filosofía política de Toni Negri resume las principales ideas del filósofo italiano a lo largo de su vida, lo que le valió a Eduardo Molina como tesis doctoral. Repasamos con nuestro autor las aportaciones y contradicciones de uno de los diagnósticos políticos más polémicos de finales del siglo XX, rodeados de estudiantes y trabajadores/as que escuchan con perfil bajo, es decir, con el perfil de quienes venimos desde abajo.

A pesar de que Toni Negri es un escritor reputado, apenas nadie lo lee. ¿Hasta qué punto simpatizas con este punto de partida?

No tengo tan claro que sea un autor desconocido pero es cierto que no es muy leído. Es conocido en los movimientos sociales, políticos y académicos sobre todo en el capitalismo central a partir del impacto de su obra Imperio. No ocurre lo mismo en la periferia, donde es menos estudiado. Más allá de Imperio, el pensamiento de Toni Negri en perspectiva no ha sido lo suficientemente trabajado de forma general y diría que los prejuicios de la izquierda tradicional han tenido mucho que ver.

Toni Negri es un autor que ciertamente no parece obedecer a las típicas clasificaciones de “revisionista” o “antimarxista”. La pregunta de fondo es ¿por qué Negri ahora? Frente a quienes dicen que su pensamiento no es válido a día de hoy, ¿qué contestas en el libro?

Es una de las preguntas clave, por qué Toni Negri. Y la respuesta es sencilla: porque es un autor heterodoxo que lleva al marxismo a su límite. La izquierda ha sido incapaz de asimilar la debacle de la Unión Soviética, el por qué la izquierda salió derrotada como alternativa política. Negri nos da una llave para abrir esa puerta. Efectivamente no puede ser catalogado como un revisionista, esa es la etiqueta típica de la izquierda ortodoxa contra aquel que critica a la Unión Soviética. Al estudiar Negri uno se da cuenta de que sigue siendo un defensor del proyecto comunista.

Bien, ¿por qué, pues, Toni Negri?

Porque tiene una lectura de Marx que no está contaminada por ningún tipo de ortodoxia, ni por el estalinismo, ni el trotskismo ni por el lado del revisionismo de inspiración bernsteiniana, es decir, socialdemócrata. Esto no implica que esté de acuerdo con todos sus planteamientos, como dejo claro en el libro. Tampoco es necesario. Lo que me gusta es su método desprejuiciado y crítico, muy parecido al de Rosa Luxemburg en su momento. De hecho el estudio de su obra me obligó a cuestionarme profundamente. Provengo del trotskismo ortodoxo y me costó muchísimo comprenderlo debido a que mis esquemas mentales eran demasiado rígidos. Es el problema de la ortodoxia. Te crees que tienes la razón por criticar permanentemente al estalinismo, etapismo y al socialismo burocrático y luego te das cuenta que no eres capaz de salir del esquema repetitivo de la revolución permanente y la secuencia leninista del Estado y la Revolución. Aunque no existan las condiciones. El ortodoxo siempre trata de buscar cualquier pequeño elemento de verdad en la realidad compleja para reafirmar la necesidad de implementar el esquema teórico que le da identidad y razón de ser a la organización sobre la que se monta toda una estructura centralizada, al viejo estilo bolchevique y que permite sostener materialmente a una jerarquía profesional que tiene que retroalimentarse constantemente para no perecer.

¿Hasta qué punto tiene eso que ver con su procedencia en la izquierda italiana y la derrota de esta a finales de siglo? Toni Negri, en toda su complejidad y polémica, ¿proviene de un tipo de derrota distinta a la caída de la URSS?

A finales de los años 70 se produce en Italia la derrota del movimiento obrerista. De alguna forma esta derrota ha sido analizada más que todo implícitamente por el mismo Negri. Hay una revisión estratégica a partir de su entrada en prisión que irá evolucionando hasta llegar a Imperio, donde ya sus planteamientos están más enriquecidos por la izquierda post estructuralista francesa. Es una pregunta difícil de responder porque el movimiento autonomista es una alternativa a la izquierda tradicional, de índole socialdemócrata, estalinista, trotskista y maoísta. Sin embargo, el planteamiento de Negri de la confrontación directa con el Estado desde la clase misma, exagerando, diría yo, el espontaneísmo luxemburguista, sin mediación del Partido alguna, también demostró sus límites.

En mi opinión, la derrota de la izquierda en general, y eso incluye al movimiento autonomista, se explica por la degeneración del gobierno soviético, que es arrastrada por todos. El Partido Comunista Italiano, ante las reformas de Enrico Berlinguer, sucumbió ante el sistema. Aquella idea del “compromiso histórico”, que incluso se transmitió a la misma España con Santiago Carrillo, fue una revisión del estalinismo pero desde la derecha.

El Partido Comunista tenía un poder de movilización inmenso. Si un partido con ese poder traiciona las movilizaciones de clase pactando con la democracia cristiana destroza al movimiento en general. ¿Qué podía hacer una organización como Autonomía Obrera? En el análisis el Partido Comunista no era la alternativa para defender los intereses de la clase obrera, pero ¿cómo le arrebatas esa legitimidad a la dirección del Partido para convertirte en mayoría? Las tácticas de autonomía obrera de confrontación directa contra el Estado, sin haberle arrebatado al Partido Comunista la base obrera existente fue a todas luces una aventura ultraizquierdista. Pero Negri ya no defiende nada de eso, ya dije que se había revisado una vez en prisión.

Partiendo de eso, la raíz del pensamiento de Negri no es sólo la derrota política del movimiento sino la derrota ideológica de las masas. El concepto de “multitud” de Negri, por tanto, ¿hasta qué punto es útil para la lucha?

Es útil para describir la fragmentación existente de la clase trabajadora actual. Define mejor las subjetividades diferenciadas dentro de la clase; eso ha sido muchas veces tergiversado por la izquierda ortodoxa (y no tan ortodoxa) pero es un concepto de clase ya que no prescinde de los términos marxistas. Analiza cómo se ha modificado la composición orgánica del capital y cómo esto ha afectado a la clase trabajadora a partir de la crisis del fordismo de los 70 hasta hoy en día.

Pero a través de esa multiculturalidad, de las nuevas tecnologías, de la liberación del trabajo productivo fordista, ¿cómo concebir un nuevo momento revolucionario? Personalmente, no creo que la diversidad y los nuevos modelos laborales tengan potencial revolucionario, parecen más bien una adaptación del capital.

Es cierto que Negri lo ve de esa forma porque tiene influencias de Mario Tronti, donde el sujeto que va por delante y marca el paso al capital siempre es la clase obrera. Yo tampoco estoy de acuerdo, es una de mis discrepancias en el libro. Negri llama “multitud” al antiguo “obrero social posfordista”, que tiene que ver con la subsunción (subordinación e inclusión) de la sociedad toda dentro del capital. Toda la sociedad es clase trabajadora y no sólo la clase obrera industrial (que según Marx definía el período de la “subsunción real”). Negri afirma que este sujeto, la multitud, tiene la potencialidad por primera vez de emanciparse del capital porque se autovaloriza a sí misma a través de la acumulación independiente de conocimiento. Potencialmente hablando ya no necesita al capital. Ahí está la clave, en el Intelecto General que describió Marx en los Grundrisse pero ahora no está objetivado en la máquina sino en el trabajador cognitivo como sujeto que se vuelve fuerza productiva autónoma.

Te refieres (con el Intelecto General) a la inteligencia social acoplada en la máquina que se reutiliza obrero tras obrero.

Exactamente, durante el fordismo se produce un traslado del conocimiento y de las habilidades del obrero a la máquina, para convertirlo en un mero apéndice de la máquina, que es la que impone el ritmo. Lo que Marx decía es que parecía que la máquina tenía autonomía para producir sin el trabajo, podía autovalorizarse a sí misma, y el obrero estaba totalmente subordinado. En el post-fordismo, con la revolución tecnológica informacional junto a los avances educativos producidos por el Estado del Bienestar, buena parte de los hijos y nietos de la antigua clase obrera industrial (obrero masa) se fueron formando y recuperando de algún modo ese conocimiento que le había sido despojado a las generaciones anteriores. Esto lo explica mucho mejor otro autor del autonomismo italiano, Carlos Vercellone. Con la crisis del fordismo, esa inteligencia en los países centrales da la potencialidad a esa multitud para prescindir del capital. De ahí el éxodo como alternativa revolucionaria a la toma del poder leninista. En la Unión Soviética no podía plantearse el comunismo debido al subdesarrollo de las fuerzas productivas, lo que les llevó a establecer un proceso de acumulación de capital sin capitalistas. Esa crítica de Negri a la lógica capitalista del poder de mando en el “socialismo real” me parece extremadamente aguda.

La izquierda tradicional no lo ha superado. Hay un culto al trabajo que se hizo por los partidos comunistas. El motivo por el que se hacía la revolución era la abolición del trabajo (explotado). Por primera vez, debido al desarrollo de las fuerzas productivas y el desarrollo tecnológico, existen las condiciones de abolir la relación entre capital y trabajo (y construir una sociedad del común, llámese comunista); la productividad tan alta del trabajo permite socializar una jornada laboral minúscula y redistribuir todos esos bienes y servicios en toda la sociedad.

Todo eso estaría relacionado con el concepto de Imperio. ¿De qué manera se relaciona esto con el internacionalismo? ¿Es viable el autonomismo comunista en el capitalismo central sin intervenir, por polémico que resulte, en los países periféricos y en sus redes capitalistas? Al fin y al cabo nuestra productividad deriva de los países extractivos.

Es verdad que Negri tiene tendencia a teorizar para el centro del capitalismo, y es una de las críticas que le hago en el libro. En los países centrales del capitalismo hay una serie de condiciones objetivas muy distintas de los periféricos, la estrategia revolucionaria no puede ser la misma. Negri no habla mucho de eso. Yo planteo una estrategia combinada pero vinculada a la tendencia en abstracto del capital, que es, nos guste o no, la que marca la pauta. La izquierda tiene una serie de emblemas significantes que no se han superado, por la ortodoxia, y que ya no casan con las condiciones objetivas. Las condiciones materiales del socialismo, incluso, ya se han dado bajo el capitalismo. No tiene sentido hablar de dictadura del proletariado como transición al socialismo, porque la dictadura del proletariado y el socialismo son lo mismo. Además, en los países dominantes el socialismo ya se ha realizado porque la ley del valor ha sobrepasado todos los límites. Más bien en la agenda se está planteando el decrecimiento del centro y reequilibrar la cadena de valor poniendo a la ecología por delante. En la periferia es distinto, ahí pudieran plantearse movimientos revolucionarios al estilo leninista, por ejemplo en China, que tiene más de 500 millones obreros industriales con un régimen de semi-esclavitud y una dirección política claramente bonapartista, sin pluralismo político.

Eso es lo que la izquierda hoy no puede reproducir ni siquiera en el discurso, porque toda estrategia de transformación debe ser realizada desde la democracia y el pluralismo político; y este es otro de los puntos fuertes de Negri con el que estoy completamente de acuerdo. Nosotros ya vivimos en un mundo de diplomacia pública digital, nos guste o no, y el simbolismo cuenta mucho. Crean matrices de opinión que no podemos evitar, a eso lo llaman la noo-política, un concepto de Maurizio Lazzarato que rescató de Aristóteles; y ahora mismo nadie puede negar que el sentido común dominante es el neoliberalismo. Hay que tenerlo muy en cuenta para pensar cualquier estrategia alternativa. Se olvida que a la izquierda no se nos permite cometer errores.

Pero volviendo a la relación entre la izquierda y el plano internacional: Negri niega el socialismo en un solo Estado pero afirma que la revolución deberá darse en cada país por sus propios medios. ¿No es esta una estrategia teleológica a pesar de todo?

El tema de la estrategia está abierto, a diferencia de la herencia leninista a la que estamos acostumbrados, donde el plan estaba muy delimitado y daba certidumbres en torno al qué hacer. No lo vamos a encontrar así en Negri y tampoco lo pretende, aunque recojo en el libro cuestiones interesantes. Puede verse como una debilidad pero soy consciente de la complejidad que tiene el asunto. Antes estaba claro para los países capitalistas que el sujeto de la revolución era el obrero que requería de una vanguardia, al Partido y a una dirección que supiera dirigir. La realidad hoy es más difusa, más fragmentada desde el punto de vista objetivo y por otro lado arrastramos con todo lo del pasado. Hay que tener en cuenta la cuestión de los emblemas como dije, porque veo que surgen bastantes grupos que repiten exactamente el mismo discurso de hace cien años, y es preocupante. Tienes que contar con la gente para hacer la revolución, con los trabajadores actuales.

El itinerario leninista, a pesar del triunfo de Octubre, fracasó en todo el mundo por las razones que fueran. Esta realidad es totalmente distinta y en el ADN de esas mayorías sociales hay un rechazo a todo lo que ocurrió con el socialismo burocrático. La estrategia por tanto tiene que ser ingeniosa. Ser un leninista hoy es analizar muy bien la realidad concreta y no repetir esquemas ajenos a la misma. Desde el punto de vista del método, Lenin fue un heterodoxo como el mismo Negri porque rompió con la ortodoxia kautskiana de la Segunda Internacional (que renunció al anticapitalismo) para darle la razón a Rosa Luxemburg. Pero hoy, para seguir siendo heterodoxo, hay que dejar de ser leninista desde el punto de vista de la estrategia, valga la paradoja, porque como bien dice el propio Negri, y estoy de acuerdo, la composición técnica de la clase trabajadora se ha modificado tanto que no tiene sentido alguno repetir una estrategia que se base en una composición política acorde con la técnica, es decir, con el obrero cualificado industrial. La estrategia debe ser mucho más democrática y horizontal de acuerdo a ese equilibrio inestable de las subjetividades que componen a esa multitud de trabajadores donde el precariado juega un rol importantísimo.

De hecho, así comienzas el libro: “El sólo hecho de intentar renovar el marxismo ya supone un valor agregado a la teoría porque nos obliga a contrastarla”. Para terminar, Negri te escribió una carta. ¿Qué tal con él?

Fue una respuesta tras enviarle el trabajo en digital. Lo leyó y dijo que se alegraba por considerar útil sus planteamientos “no solo para comprender la realidad concreta de hoy sino también para desarrollar estrategias y prácticas revolucionarias”. También mencionó otras cuestiones de índole valorativa y en un segundo momento me manifestó que estaría encantado de que le enviara el libro, cosa que haré en los próximos días. Ojalá se anime a hacerle una crítica al libro… (risas).

Muchas gracias, Eduardo, y mucha suerte con La filosofía política de Toni Negri.

Muchas gracias.