La astucia propia y las imprudencias ajenas están agrandando la estatura política del presidente de la Junta, que llegó al poder gracias a Vox pero lo está ejerciendo como si no se lo debiera a Vox.

No es que Juanma Moreno no sea un hombre de derechas: es que no parece tener especial interés en que se le note demasiado que lo es, más bien todo lo contrario, como si estuviera convencido de que en este primer mandato la eficacia debe primar sobre la ideología.

En Andalucía, una gestión excesivamente ideológica sería pan para hoy y hambre para mañana: daría satisfacción hoy a sus seguidores más fieros pero movilizaría mañana a las izquierdas dormidas. Moreno intenta que el grito ‘¡que viene la derecha!’, que tan buen rendimiento dio en el pasado a la izquierda, suene inverosímil y desfasado en el futuro, cuando se abran las urnas.

Suerte y paciencia

Juan Manuel Moreno Bonilla llegó a la Presidencia de la Junta a base de suerte y se propone conservarla a base de paciencia. El único escollo serio para llevar a cabo su parsimonioso plan son las prisas de Vox: las ideas de los ultras son viejas pero su partido es joven y apenas se aguanta las ganas de poner todo patas arriba cuanto antes, que es la promesa que hizo a sus votantes y cuyo cumplimiento estos le demandarán llegado el momento.

Ciudadanos, la tercera pata de la mayoría que sostiene al Gobierno andaluz, no solo ha dejado de ser un problema para el PP sino que se ha convertido en el más obsequioso de sus aliados.

Baste como muestra un triste botón: el vicepresidente Juan Marín en el Gobierno y el portavoz Sergio Romero en el Parlamento vienen desplegando contra el Gobierno de España y contra las izquierdas en general una agresividad mucho más propia del PP, y hasta en ocasiones de Vox, que de un partido nominalmente identificado con el centro político.

En el Gobierno de la Junta de Andalucía, el moderado es el presidente y el radical el vicepresidente: tal reparto de papeles no es nuevo en política, más bien sucede al revés; lo nuevo es que la radicalidad la esté encarnando el partido en teoría menos radical de ese Gobierno.

Dos cabalgan juntos

Pues bien: por si la ayuda de Cs fuera poca y la indulgencia de Vox no bastara, la ofuscación de Pablo Casado y la impericia de la Isabel Díaz Ayuso han venido esta semana en auxilio del presidente andaluz para reforzar todavía más a los ojos de la opinión pública su perfil de hombre moderado a quien incomodarían tanto los excesos ideológicos del líder nacional de su partido como la sobrecogedora ineptitud de la presidenta de Madrid, cuyo indecoroso posado fotográfico de hoy en un diario conservador habrá sonrojado a no pocos de sus votantes más cabales.

Si hubo un tiempo en que Díaz Ayuso escribía los textos de la cuenta de Twitter del perro de Esperanza Aguirre, se diría que ahora es ‘Pecas’ quien aconseja y le escribe los suyos a la presidenta, dado que solo así cabe explicarse su inconcebible y extrañísima conducta.

Balas y obuses

Partido Socialista y Adelante Andalucía tendrán que emplearse a fondo para identificar y atacar los flancos débiles de Moreno, fuertemente protegido a su derecha por Casado y Ayuso, inesperadamente blindado a su izquierda por Marín y Romero y apenas atosigado por Vox.

El descaro de la Junta con las radios pirata, su abuso del decreto ley, la deriva de la televisión pública, los coqueteos con el pin parental o los cambios administrativos en favor de la enseñanza privada no son, ciertamente, mala munición para los partidos de la izquierda, pero se trata de proyectiles para armas cortas, no de obuses destinados a piezas de artillería capaces de horadar la fortaleza de San Telmo.