Llega Ocaña con su melena aún llena de volumen, algo canoso por el ineludible paso del tiempo, y nos ofrece una sonrisa de medialuna a la que le asoman estrellas brillantes en sus pómulos. La edad parece distinta, la edad parece disfrazada en este pintor, que aún recuerda sus años de lucha y libertad en los años 70. Se cita con nosotros en el bar Ocaña, precisamente aquel bar que le puso su nombre en homenaje a su figura. Llega algo puntual y nos dice que ha desayunado con Nazario en su casa, que siguen disfrutando de una charla mientras toman algo, como si no hubieran pasado años…Y una vez hechas las precisas salutaciones comienzo a entrevistarle:

-Este bar es parte de la memoria de tu vida en la ciudad de Barcelona, ¿algo que añadir?

-Es un bar, a mí me gustan mucho los bares, pero este es especialmente bello por fuera pero exageradamente caro por dentro (se ríe). Pero bueno, lo hicieron por homenajear aquella Ocaña de las ramblas, y el tiempo pasa…y no está mal. Muchas amigas mías trabajan aquí desde hace años.

-Cumples 75 años  y en tu pueblo ya han organizado algunas actividades ¿qué te parece tantas atenciones?

-Uy, en mi pueblo la gente me quiere mucho, eso está claro. Primero se hizo el museo, aunque todavía están trabajando para que lo sea con todas las de la ley, con el apoyo de todos los partidos de aquel entonces. Hombre, supongo que si VOX estuviera en Cantillana no votaría a favor de un museo de un pintor, y más de un pintor maricón (risas). Y segundo, claro está, se acuerdan mucho de cuando cumplo años, me es grato sentirme querido, ya lo hicieron con los 70 años que me liaron una buena con pasacalles, mis sobrinas disfrazadas de mis personajes…Y conocí al director del colegio, yo le llamo por su apellido, Bando, y le doy mucho énfasis cuando lo pronuncio porque además toca en una banda o algo así, así que fíjate qué gracioso apellido. Fuera broma, se volcó todo el pueblo, ahora con la crisis del coronavirus no sé qué harán, si pasacalles o qué, y a mí siempre me emociona que se acuerden de mí, aunque siga viviendo casi todo el tiempo en Barcelona. Hay una vecina y amiga que sin duda no para de ayudar en esta idea, Asunción, que además trabaja en el ayuntamiento. Gracias a todos ellos y mis sobrinos, y por supuesto a mi Encarni, nunca se pierde la memoria, como si fuera un fuego que nunca se apaga.

-Bueno, hoy cumple también tu hermano mellizo, que siempre dice que es más joven que tú.

-Eso dice él, pero es más joven siempre seré yo, nada más que hay que verme. Él tiene muchas otras cualidades, como la constancia, el amor incondicional, y el ser una persona familiar con su Dorita y sus hijos. Ahora que es yayo no veas cómo babea (risas). En todo caso para mí siempre ha sido admirable su compromiso ¿sabes que llevan un proyecto solidario desde hace décadas en Nicaragüa? Y más cosas que si te contara te quedarías muerta.

-Me sorprende que Ocaña no tenga cuentas en las redes sociales, ¿por qué?

-Creo que ya me expuse suficientemente en tiempos, me gusta bichearlas pero no me gustaría ser blanco fácil de unos medios que no son al final ni democráticos ni sanos para la relación social. Hay mucho odio, hay que trabajar otros modelos donde crezca la empatía y el amor.

-Estamos en plena escalada bélica entre Rusia y Ucrania ¿a dónde vamos a llegar? ¿tienes alguna opinión?

-No soy un experto en economía ni en relaciones internacionales, pero como dijo una vez una viejita de mi pueblo “si andan a golpes, mal andan”. Deberíamos sacar la bandera blanca de la paz y ponerle la paloma de Picasso, porque enviar armas solo creará más daño y recrudecerá la guerra. No hay mejor solución que la palabra, pero aquí desde que nos metieron en la OTAN parece que tenemos ser comparsa de EEUU. Al final la guerra la está pagando el pueblo, como siempre. Una barbaridad.

-Sigues pintando pero ya no te apetece mucho exponer. ¿Qué opinas de las corrientes artísticas actuales?

-Yo soy pintor por vocación. Se han hecho muchas elucubraciones sobre mi figura en estudios de universidad y en alguna exposición sobre la época en la que estuvimos saliendo a la calle a hacer performance, obra efímera en papel maché… y siempre me llaman algo así como artista integral. Yo sigo creyendo en la libertad total, del artista también, así que si he sido un poco artista ha sido para buscar esa libertad, pero sin duda lo que a mí me ha apasionado en mi vida es mezclar los coleres en una paleta. Sobre las corrientes artísticas actuales: sigo buscando en las galerías de aquí de Barcelona algo que me llame la atención, sigo buscando.

-Has visitado varias veces el museo de Cantillana ¿qué te parece el proyecto?

-No voy a ser yo quien lo critique, faltaría más, máxime cuando se da algunas contradicciones como que la Junta de Andalucía, gobernada ya sabes por la derecha y esa gente apoyando que son más de derechas que Pelayo… hace poco apoyó una actividad, por cierto, muy linda, de donación de las fotografías de Colita, pero cómo se llama… Consejería de Cultura, no aporta ni un euro al museo. Eso se arreglará supongo, pero mientras tanto el museo tiene carencias de horario de apertura y esas cosas. El proyecto tiene esos problemillas pero me parece que es tan sólido, tan de verdad, que va a seguir ahí por mucho tiempo. Por mucho que quieran utilizar mi imagen para sus intereses, hablo de los de siempre, no pueden quitar lo que fui y lo que aún soy.

La conversación podría seguir durante horas, porque Ocaña es un conversador incansable, pero aquí dejamos la entrevista para dejar al lector con más ganas de seguir escuchándole en un futuro.  Sin duda para mí, como periodista, ha sido una experiencia maravillosa compartir una entrevista con Ocaña, unos ojos con los que podemos seguir viendo la actualidad como queramos, rompiendo lo real con lo utópico, lo verdadero con lo deseable. Así pasen 75 años.