La película 'No country for old men' de 2007 y dirigida por Joel Cohen se tituló en España 'No es país para viejos' y en Iberoamérica 'Sin lugar para los débiles', la referencia me viene al pelo para estas líneas de reflexión sobre el oscuro e incierto momento que vivimos. Ni este país, ni ninguno del planeta es bueno para nadie en la coyuntura actual. No es buena la hora ni para trabajar, ni para jubilarse, tampoco para emprender o crear. No se puede ir a casi ningún sitio.

Soy optimista a ultranza, pese a que la pandemia me lo pone muy difícil. Como dicen los profesionales de la psicología, es el tiempo de la lectura, del repliegue hogareño, del diálogo con uno mismo, de la introversión frente a la extroversión que nos empujaba a la vida frenética, al viaje compulsivo y a los “vicios” de la antigua normalidad. 

Los profesionales del entrenamiento para el desarrollo personal recomiendan acudir a talleres de creatividad o de escritura y por eso el auge de la autoficción o de las autobiografías como un medio de ajustar cuentas con nuestra propia vida y con las personas de nuestro entorno.

El hogar se ha transformado en centro de teletrabajo, de teleenseñanza, de teledeporte y muy pronto en centro de salud a distancia y, también, de telecocina. Abandonaremos los tutoriales de Youtube y nos pasaremos a cocinar en paralelo y en directo a través de una videollamada, como se ha empezado a hacer con los almuerzos y las copas virtuales.

No podemos ir a protestas callejeras, concentraciones o manifestaciones, pero las redes nos brindan hasta el hastío la posibilidad de explayarnos contra nuestros chivos expiatorios preferidos. No sé si se han fijado en que ya hay muchos muros de Facebook o Instagram donde la gente cuelga sus pintadas contra sus más acérrimos enemigos o adversarios.

Estaba pesimista al comenzar esta columna, pero la escritura me ha devuelto el optimismo que una cierta “depre” me había borrado del horizonte. Sí, es momento para muchas cosas pero hay que hacerlas de otras maneras y cambiar el chip cuesta mucho, aunque no tanto como a Trump reconocer su derrota.