La tercera ola de la pandemia está en camino de estar controlada porque ayer en España la incidencia acumulada (I.A.) de casos  en los último 14 días por cada 100.000 habitantes ha descendido a 235,84 que era la cifra que teníamos antes de Navidad y que fue subiendo hasta alcanzar su máximo, cerca de 900, el 25 de enero  a consecuencia de la cantidad de contactos que supusieron las reuniones familiares y las compras propias de la época, pero que han tenido como consecuencia un incremento en los muertos que podrían haberse evitado  en parte. A diferencia de cuando empezó esta pandemia hace casi un año, cuando  nos vimos obligados a un confinamiento verdaderamente severo porque nadie sabía qué hacer, ni había medios de protección ni ninguna medicina efectiva, esta vez,  mejor pertrechados de material y de ciencia, se  ha conseguido “doblegar la curva” con medidas menos severas que han demostrado ser eficaces. 

Siento que a la vista de la mejora y con el supuesto fin de recuperar la actividad económica, nuestras autoridades relajen las medidas de control, tanto que venga una cuarta ola más mortífera, devastadora, por culpa de las nuevas cepas que ya están entre nosotros y cuya letalidad o infectividad son superiores a la inicial.

Lamento oír de nuevo que hay que salvar la semana santa cuando el objetivo tendría que ser salvar vidas y sobre todo cuando estamos tan cerca del buen tiempo que disminuye la transmisión del virus y de conseguir la vacunación completa  de los sectores  más sensibles o más expuestos de la población. Ayer, 23 de febrero, mi hija, que pronto cumplirá solo 43 años y  que ejerce de profesora en Morón de la Frontera, ha recibido la primera dosis de la vacuna de Oxford, la que no está recomendada para mayores de 55 años y en Dos Hermanas, la ciudad donde estoy, ya han puesto la primera dosis  a los mayores de 83 años porque, al menos en Andalucía, hay un dispositivo sanitario público capaz de poner todas las vacunas que les faciliten trabajando las horas que sean necesarias, aunque debemos ser conscientes que el SAS está muy debilitado y debe acometerse con urgencia el incremento económico necesario para dotarlo de material y sobre todo de todo del personal que los recortes de los últimos 13 años han dejado en cuadros o en una precariedad indignante y suicida . Por favor mucha prudencia.

Ya sé que había quedado  en hacer un artículo sobre como solucionaría yo el problema que tenemos los españoles en Cataluña, que tal como lo tratan los medios pareciera que está en llamas,  pero por un lado me he dado cuenta que es tan complejo el asunto que con un artículo no tendré suficiente y además, no corre prisa porque a la vista de los resultados de las elecciones los secesionistas que tienen mayoría parlamentaria, pese  a que solo los han votado  el 25% de los electores,  se pondrán de acuerdo y seguirán con su maldito procés a ninguna parte aunque se hunda Cataluña, porque la alternativa que sería la celebración de nuevas elecciones, ya que se niegan a un tripartito de izquierdas, daría una victoria más clara al PSC que acertó plenamente al cambiar de candidato y poner a Salvador Illa que es lo más parecido a un hombre sensato en medio de tanta insensatez. Así que como creo que tengo tiempo porque el poder une mucho a un tripartito imposible compuesto por un grupo antisistema, otro de la derecha secesionista y al mando uno de izquierda secesionista que no irían juntos ni a tomar una cerveza,  y aunque siga  Cataluña ardiendo poco a poco no parece que vaya a colapsar antes de que acabe la pandemia, por lo que seguiré pensando cómo debe tratarse un problema político pero sin duda real que tenemos los aproximadamente 47 millones de españoles porque algo  menos de 2 millones de votantes catalanes desean la secesión del territorio en el que habitan, del que se creen dueños únicos en contra de las leyes y del sentido común de la historia. 

Mientras, España  parece que arde en  pequeñas manifestaciones violentas por las ciudades más populosas, dicen que en defensa de la libertad de expresión porque han encarcelado a uno que además de  ser un violento ya sentenciado varias veces, y un chulo, dijo unas letras injuriosas que nunca deberían ser delito, con los otros delitos probados que ya tiene  era suficiente para estar encarcelado y no era necesario este empecinamiento legal que lo único que ha conseguido es transformar a un villano en héroe. No seré yo quien levante un dedo a favor de semejante individuo antisocial aunque pida su liberación la sección española de Amnistía Internacional, en una deriva hacia la inoperancia en la defensa de los derechos humanos en el mundo, me parece que  siguen las instrucciones de sus socios catalanes  secesionistas que son los más numerosos y por tanto tienen el control de los sueldos de sus empleados. AI, de seguir así al servicio del procés y defendiendo la causa de la secesión catalana, acabará teniendo sólo socios secesionistas, cuando es una asociación muy necesaria de la que fui socio muchos años y que tuve que abandonar  hace dos años porque incumplían sus principios fundacionales y por falta de transparencia al negarse a darme las actas de las reuniones de su comité ejecutivo, a lo que estaban obligados por la ley española de asociaciones, seguramente con el fin de ocultar que las decisiones las toma el propio director Esteban Beltrán y no su órgano legal de decisión, todavía espero confiado que tan potente organización internacional intervenga  a la sección española que a mi juicio  ha perdido el norte.

Yo no me engaño y sé que esas manifestaciones  en las que metafóricamente arden las ciudades son la expresión de un  profundo descontento de muchos jóvenes desesperados  por el paro y la falta de expectativas que se apuntan a cualquier causa para dar salida a una rabia incontenible, pero sumados todos los participantes en el conjunto de esos eventos violentos  que duran ya más de una semana no llegan ni a la mitad de los que participaron en  la manifestación cívica que hubo el domingo 15 de febrero en Jaén contra la decisión del gobierno de ubicar el Centro Logístico del Ejército en  Córdoba en vez de en su tierra cómo estimaban que les correspondía y por creer que ha sido una cacicada.

Sí, arde España o al menos empieza a haber muchos fuegos sin apagar, porque en Linares se ha acabado el sueño industrial y la ciudad se hunde como Detroit o Sagunto y los linarenses creen que nadie les ayuda y ya lo han manifestado pacíficamente pero como no han roto casi escaparates ni incendiado contenedores, ni golpeado a la policía, los medios de comunicación no han sacado casi nada porque solo hablan  de lo escandaloso o llamativo  preferentemente si ocurre en Madrid o Barcelona y solo ocupan portada fotos de los incendios, no de lo importante que en el caso de las manifestaciones debería ser la importancia de la causa y el número de los manifestantes y en consecuencia se priman las causas defendidas violentamente, por muy minoritarias que sean. Las ciudades de plástico en las que malviven los inmigrantes arden sucesivamente y si en otoño fue la de Lepe, ahora ha sido la de Cartaya, dejando a miles de personas que vivían en la indigencia a la intemperie en medio de una pandemia y…no pasa nada.  Arden pisos pequeños de los barrios populares porque ha hecho mucho frío y sus ocupantes no disponían de calefactores en buenas condiciones y  porque la electricidad es muy cara y las ayudas no llegan a tiempo a quien más las necesita. Miles de emigrantes llegan a Canarias y tardamos meses en acogerlos dignamente y dar una salida a un problema humano estremecedor, tardamos tanto que otros un poco menos desgraciados se manifiestan contra los recién llegados como si fueran a quitarle algo. 

En España como en pocos sitios del mundo hay muchas personas tratando de ayudar en bancos de alimentos y organizaciones de todo tipo a paliar   la insuficiencia de los servicios públicos para atender a los que no tienen lo necesario, porque los políticos ha sido incapaces de establecer los mecanismos para que la riqueza esté justamente distribuida y aunque este gobierno está consiguiendo avances como la subida del salario mínimo  o el ingreso mínimo vital, hay que hacer más. Los españoles son generosos como lo muestra nuestro liderazgo mundial en donación de órganos y el altísimo número de socios en organizaciones como Unicef, Acnur o Cruz Roja, por citar solo a las más grandes, pero no pueden tapar los agujeros de un sistema que no es capaz de garantizar una vida digna a todos los españoles. 

El Fondo Monetario Internacional acaba de publicar unestudio sobre la evolución del índice de tensión social reportada(RSUI, por sus siglas en inglés)  en  la cobertura mediática de  la tensión social en 130 países desde 1985 hasta 2021 y demuestra que si bien las pandemias o desastres aplacan los conflictos en todo el mundo con las excepciones de USA  tras el asesinato de  George Floyd a final de mayo de 2020 y del Líbano tras la explosión del puerto de Beirut en el último agosto, los conflictos estallan con más virulencia  unos meses después de que las pandemias se resuelven. Literalmente dice: “Este análisis muestra que, con el transcurso del tiempo, aumenta el riesgo de disturbios y manifestaciones antigubernamentales. El estudio asimismo constata un mayor riesgo de una crisis gubernamental importante, es decir, un suceso que pueda llegar a derrocar al gobierno y que suele producirse en los dos años posteriores a una pandemia grave. Si la historia sirve de pronóstico, es posible que la tensión social resurja una vez que la pandemia se disipe. La amenaza puede ser mayor en los casos en que la crisis ponga de manifiesto o agrave problemas latentes, como la falta de confianza en las instituciones, una gestión de gobierno deficiente, pobreza o desigualdad”.  Sobre todo el final parece que habla de España y quien avisa no soy yo sino el mismo organismo que ha aconsejado a los gobiernos que gasten todo lo que puedan y más  en paliar las dificultades de las personas y que luego ya veremos cómo pagamos la deuda.

Si, España está mal desde hace tiempo o mejor dicho muchos españoles están pasándolo mal y la pandemia ha agravado la situación de  los más pobres y de los jóvenes que sienten que no tienen nada que perder, mientras continua el incomprensible enriquecimiento en todo el mundo de una ínfima minoría que no para de acumular más riqueza de la que necesitaría en mil vidas que tuvieran. El gobierno tiene que actuar con rapidez, con mucha más rapidez que hasta ahora, no sólo apoyando a la policía en el mantenimiento del orden público sin el que nada es posible y mucho menos el ejercicio de las libertades. El gobierno debe actuar de bombero no de pirómano, como algunos parece que hacen, porque cuando las calles se llenan de violentos aunque se declaren progresistas y antifascistas puede que estén captando a algunos  para esa causa, pero sobre todo están apaleando en España votos para VOX, porque los ciudadanos corrientes sea trabajadores o de clase media tienen miedo y el gobierno  o los políticos no los defienden. Vamos lentos, pero estoy seguro que nadie como este gobierno es capaz de avanzar por el camino justo, reprimir el desorden es necesario pero resolver el descontento social justificado lo es mucho más, por la cuenta que le trae, si no quiere ser devorado por los acontecimientos y  tiene de plazo menos de un año .  Por el bien de todos, ojalá estemos a  tiempo.

(*) Juan María Casado es profesor jubilado de la Universidad de Córdoba.