Una polémica decisión medioambiental como ha sido arrasar con 80 árboles, muchos de ellos moreras históricas, del equipo de Gobierno del Ayuntamiento malagueño de Rincón de la Victoria ha tenido como consecuencia una iniciativa que puede hacerlas revivir, al menos, nunca mejor dicho “moralmente”.

Los pueblos tienen sus señas de identidad y un pasado con relato histórico detrás. La Cala del Moral, núcleo importante del municipio de Rincón de la Victoria,  ha querido que no se le arrancaran, en el sentido más literal de la palabra, sus emblemas y parte de su idiosincrasia. Los más de 15.000 habitantes de La Cala del Moral han asistido al arranque, no sin oponerse ni movilizarse aunque infructuosamente, de las decenas de moreras que dan nombre a La Cala “del Moral”.

Históricamente muchos de los nombres de los pueblos  responden a su geografía, a la existencia de un castillo o de un río o a su flora o fauna. La Cala del Moral ancla su topónimo en esas moreras que ya no existen porque han sido eliminadas por el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria para renovar el acerado.

Pero tras la eliminación de los más de 80 árboles (entre moreras y ficus), el equipo de Gobierno en una suerte de “indulto” de un “ninot” de una Falla valenciana, le ha perdonado la vida a seis moreras (en la foto junto a la iglesia). Y a raíz de esto ha surgido una iniciativa europea muy interesante. Y es que esos seis ejemplares han sido presentados al concurso Árbol Europeo del Año donde se eligen aquellos árboles con los que las personas establecen especiales relaciones afectivas. 

Moreras indultadas.

La organización “Bosques sin Fronteras” ha conseguido que sea seleccionada como candidata para árbol europeo, tanto por su legado histórico y cultural, como por la importancia de los valores que representa.

Argumentos de la candidatura

Esta fue la bella defensa de la candidatura que “Bosques sin Fronteras” realizó de las seis moreras que quedan con vida: “Son las que el amor de sus vecinos y la movilización de todo un pueblo han podido salvar elevando desesperadamente la voz para contar su historia y su ultraje más allá de las fronteras de sus lindes y la sinrazón. Poco consuelo queda para quien vio talar sus árboles emblemáticos ¿cómo se reponen tantos siglos de identidad?”.

Diferencia entre el antes y el después.

“… No es el árbol más anciano, ni el más bonito, ni el más grande. Pero sí ha resultado ser por todo ello, el más inspirador. Es el símbolo del cambio urgente que necesitamos aquí y ahora, en todo el planeta.  Inexorablemente debemos colocar a la naturaleza por encima de la especulación, los valores por encima del consumo y la política, deberá ser de una vez por todas principalmente medioambiental o no podrá ser. Y esta morera ya es el símbolo del alimento, movimiento y voz de tan emocionante transformación, el cambio de la conciencia global como vital catalizador que nos hará regresar de nuevo al increíble milagro de la vida, el mismo al que el gusano clama para convertirse una vez más en mariposa”.

Mensaje: “Votad si podéis, va ganando la candidatura de La Cala”

La candidatura fue presentada a “Bosques sin Fronteras” por la Asociación Club de Montaña Rincón de la Victoria y ha conseguido situarse entre las 12 mejores de la Gran Final española, elegidas por el Gran Jurado Nacional. El jurado ha valorado tanto el legado histórico y cultural cómo el vínculo emocional creado al ser salvadas de la tala. Quien desee votar podrá hacerlo a través de esta web. Sus organizadores quieren compartir este mensaje: “Votad si podéis, va ganando la candidatura de La Cala”.

Moreras del Al-Andalus

La historia de La Cala del Moral está intima unida a esos árboles y a ellos les debe el nombre. Cuando las tribus sirias introdujeron sobre el año 740 las moreras en el sur de España, conocían que la benignidad de su clima permitiría su cultivo aquí. Sus hojas hicieron que fuera un árbol apreciado  como alimento de los gusanos de seda al instalarse en Al-Ándalus los primeros centros de producción de toda Europa. La calidad de los tejidos y la experiencia de sus tejedores lograron que  ni China les mejorara. Fue así como estas sedas se convirtieron en las más deseadas del mundo. El secreto eran sus gusanos, el clima y su alimento. Por ello es parte de la gran historia de La Cala: sus moreras como testigos de su memoria que resistieron erguidas a cambios históricos, conquistas, guerras y reconquistas. 

Cuestionada decisión política

Pero una decisión del gobierno de Rincón de la Victoria cuyo alcalde del PP es también presidente de la Diputación, ha arrasado con la historia  y con la fisonomía de un pueblo simbolizado por sus decenas de moreras que han pasado a mejor vida para cambiar el acerado. Eso sí, van a ser sustituidas por la típica palmera que ni da sombra y que será nido de especies dañinas y no autóctonas como la cotorra argentina y sin valor medioambiental y de defensa frente a la contaminación de una inmensa cementera ubicada muy cerca.

Desde el anuncio del proyecto de cortar los árboles, comenzaron las protestas en contra. Apoyados por la oposición (PSOE IU y Podemos) la gente salió a la calle para paralizarlo y abrir puertas a un acuerdo. Hasta 500 vecinos participaron en protestas en las que hubo momentos de tensión con algún miembro de la policía local. Finalmente no se pudo evitar el arranque de más de 80 árboles entre las moreras y ficus.

Versión municipal

Mientras los vecinos argumentan que las moreras son antiguas, que las palmeras apenas darán sombra y que el acerado se puede arreglar sin arrancarlas, el edil responsable niega que los ejemplares sean autóctonos y argumenta que la renovación del acerado es necesaria. “Yo soy edil de Infraestructuras y de Medio Ambiente y me dedico más a plantar árboles que a quitarlos. A veces que hay que tomar decisiones de este tipo”, dice.

Apoyo de destacadas personalidades

Las repercusiones fueron amplias así como el respaldo a las movilizaciones. Personajes como el cantante Javier Ojeda, el ecologista Joaquín Araújo, el actor Salva Reina, la actriz Adelfa Calvo, o el jurista Antonio Manuel Rodríguez, respaldaron a los vecinos.

Al final la sentencia política se ejecutó y ahora La Cala del Moral y su gente se siente huérfana de su símbolo más emblemático y de la pérdida de su tradicional fisonomía. Queda la esperanza de que el concurso del Árbol Europeo del Año permita que la historia no sea arrancada, como sí lo han sido sus árboles, debido a una política con cariño al cemento y querencia a las rotondas y a las palmeras como en los mejores años del boom inmobiliario. Un urbanismo carente de sentido ecológico ni medioambiental podrá arrasar moreras entrañables pero nunca la memoria colectiva de un pueblo.